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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


EVA

<h2><hr><u>EVA</h2></u>

Primero de una serie de artículos de homenaje
a Eva Perón a los 52 años de su muerte
(26/07/1952 - 26/07/2004)



La quisieron hacer Vicepresidente en 1951. Pero ya estaba muy enferma. Desfalleciente, renunció a la candidatura en un gran acto del 22 de agosto: era el “Cabildo Abierto del Justicialismo”. Había malestar en el Ejército por el proyecto de elevar a Evita al segundo lugar en la fórmula presidencial. El 31 de agosto Eva renunció formalmente por radio a la candidatura. Su salud declinó rápidamente. Murió el 16 de julio de 1952. La adulonería en su torno, que había llegado a constituirse en un opresivo flagelo nacional, inventó la fórmula: “Entró en la inmortalidad”. Y esta vez tenían razón. Eva Duarte ya no habría de morir en tanto el segundo sexo tuviese memoria de su dolor y claridad en su destino.
La República se oscureció bajo un luto sofocante, el dolor genuino de las grandes masas se combinó con el servilismo de los eternos turiferarios. José Espejo, secretario de la CGT propuso, cuando el pobre cadáver embalsamado ya pedía reposo, velarla por turno en todas las capitales de provincia. Esto fue un toque de atención para el realismo de Perón, que hasta ese momento se había dejado mecer por la marea de luctuosos halagos. Ordenó concluir la aparatosidad fúnebre. Eva tuvo paz por fin.
Una poeta que no era precisamente adicta a Eva, sucumbió al cabo de los años al influjo de su muerte y su mito y escribió versos que la historia quiere recoger aquí, en su ambigüedad, su ternura, amor y rechazo juntos. Jorge Abelardo Ramos: “La era del peronismo”

María Elena Walsh

I

Calle Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedo sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.
Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a Paris rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio. Huérfanos. Silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla "amémonos".
Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte mas muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lagrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lagrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada más que un gran castigo.
Se pintó la República de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.
En los altares populares, santa.
Hiena de hielo para los gorilas
pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre
sin prever tu atroz peregrinaje.
Con mis ojos la ví, no me vendieron
esta leyenda, ni me la robaron.
Días de julio del 52
¿Qué importa donde estaba yo?

II

No descanses en paz, alza los brazos
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.
Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.
Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.
Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.

1 comentario

Arístides -

En este espacio tendrian que poner y destacar a las mujeres chilenas, como Paula Jaraquemada, Javiera Carrera, Violeta Parra Gabriela Mistral, entre otras. Pero no se les ocurra poner a la Boloco