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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


PATAGONIA

<hr><h2><u>PATAGONIA</h2></u>

CONSERVAR LA NATURALEZA PARA SUS AUTÉNTICOS DUEÑOS



Por Juan Gabriel Labaké - Marzo de 2004

PARTE II: DEUDA POR TERRITORIO



Hoy, el peligro se nos presenta enormemente acrecentado debido a la inmensa deuda externa. En muchos sectores extranjeros, asociados invariablemente con pequeños grupos locales que han concentrado la riqueza argentina, se comenta desde hace al menos cinco años que nuestra deuda es impagable. En los últimos meses, hasta el gobierno de EEUU y el FMI han reconocido tal imposibilidad de pagar la deuda, por lo que insinúan que deberíamos pedir una quita de capital y/o de intereses. Pero, entre los grupos bancarios más poderosos de EEUU, conducidos por los señores David Rockefeller y Henry Kissinger, desde el Foreign of Foreign Relations of New York, es evidente que ha nacido ya la idea de cobrarse la deuda con territorio argentino.

En marzo de 2002, elaboré y difundí un informe titulado “Deuda por territorio”, en el cual expuse toda la información disponible hasta ese momento que demostraba la existencia de una campaña muy inteligente y bien orquestada y financiada para convencernos a los argentinos (u obligarnos, llegado el caso) de que debíamos pagar la deuda con territorio. En resúmen, mi informe se basaba en los siguientes hechos que continúan hoy:

1.- En 1982 México declaró que no podía pagar su deuda externa. En agosto de 1983, Henry Kissinger y David Rockefeller convocaron a una reunión reservada en la ciudad de Vail, Colorado, EEUU, a una docena de primeras figuras de la política y las finanzas mundiales (el ex presidente francés Valery Giscard D’Estaigne, el ex presidente angloamericano Gerald Ford, representantes de los cuatro o cinco mayores bancos multinacionales de EEUU y Europa, etc.). En ese cónclave se acordó que la única forma de cobrarse la deuda de los países del Tercer Mundo era inducir u obligar a los países deudores a privatizar sus empresas públicas. Tal propuesta se llamó: “deuda por activos”, y dio nacimiento a una intensa campaña de acción sicológica para convencernos de que: las empresas del Estado eran las principales culpables del déficit fiscal, por lo que, si deseábamos eliminar ese déficit, debíamos necesariamente privatizarlas; más aún, al privatizar las empresas públicas, tendríamos superávit fiscal, con el cual podríamos financiar el crecimiento económico; si privatizábamos todo, los nuevos dueños (extranjeros, por supuesto) traerían tecnologías avanzadísimas, que nos aportarían gran confort, eficiencia (competitividad empresaria) y bienestar social; nosotros, por naturaleza, éramos malos administradores, y por ello nos convenía entregárselas a los expertos privados extranjeros; además, las empresas públicas daban motivo a la corrupción.

En 1989, asumió Carlos Menem y privatizó todas las empresas estatales para pagar la deuda, la cual, a pesar de ello, creció de 63.000 millones a 145.000 millones de dólares en ese período. Esa dura lección no debe ser olvidada.

2.- En marzo de 2002, una campaña similar había comenzado y con mucha fuerza, para, en algún futuro no tan lejano, hacernos aceptar mansamente el canje de “deuda por territorio”.

3.- El primer paso de esa campaña ya estaba casi concluido: enormes grupos económicos extranjeros, angloamericanos en particular, habían comprado (y siguen comprando) inmensas superficies de campos, sobre todo en la Patagonia. Conviene recordar que exactamente así comenzó la usurpación del estado mexicano de Texas, por parte de EEUU en la década de 1830. “Inocentes” y numerosos “colonos” anglo-norteamericanos compraron tierras en Texas. Cuando se sintieron fuertes, y con el decisivo y abierto apoyo del Departamento de Estado, armaron una revuelta “popular” que exigió por la fuerza (estaban bien armados) la independencia, primero, y poco después la anexión a EEUU. Esa decisión “democrática” de la “mayoría” de los texanos fue inmediatamente avalada por el Congreso de EEUU, y Texas pasó a ser una estrella más de la bandera angloamericana en forma totalmente “legal” y “democrática”. ¿Cuál es el motivo para que, en algún momento, no intenten hacer lo mismo con nosotros, si ahora tienen infinitamente más poder que hace 170 años, y cuentan con la posibilidad concreta y ya verificada de realizar una campaña de acción sicológica de resultados fulmíneos?

4.- El segundo paso está en avanzada vía de ejecución: nos bombardean diariamente con una publicidad machacona, para convencernos de que los argentinos no sabemos gobernarnos y somos un desastre como sociedad. Esa campaña insidiosa la inició nada menos que el entonces secretario del Tesoro de EEUU, Paul O’Neill, al decir: “La culpa es de los argentinos que, en 70 años, no han logrado crear una sola industria fuerte”... (haciéndose el distraído, por supuesto, respecto a las brutales e infranqueables trabas que su propio gobierno puso a la industrialización de la Argentina, especialmente entre 1945 y 1955, y desde 1976 hasta hoy). Más tarde agregó: “los argentinos constituyen una sociedad desorganizada”, olvidándose que, en cada disturbio o golpe militar que hemos sufrido en estos 70 años, ha estado siempre la mano de la CIA y/o de las multinacionales de EEUU, o la de Gran Bretaña.

A la prédica de O’Neill, se han sumado las claques de siempre (extranjeras y nativas), hasta llegar al colmo dicho por el fallecido Rudiger Dornbush (EEUU) y Ricardo Caballero (Chile) al promediar el año 2001: “Los argentinos necesitan un gerenciamiento externo, pues ellos no saben hacerlo por sí solos”.

Desgraciadamente, a esa campaña se suman muchos periodistas y medios masivos de comunicación de la Argentina, que siempre defienden los puntos de vista de EUU y sus bancos y multinacionales.

5.- La tercera etapa consistió (y aún consiste) en proponernos, como al pasar, múltiples métodos para pagar “civilizada y decorosamente” la deuda con territorios:

* Constituir reservas ecológicas.
* Certificados “verdes” o de oxígeno, para “aprovechar” nuestros extensos y ricos bosques.
* Grandes emprendimientos en conjunto con algún banco acreedor o grupo transnacional.
* Cesión de tierras para bases militares y/o científicas de EEUU.
* Privatizar el Banco Nación y el Banco de la Provincia de Buenos Aires que tienen en conjunto hipotecadas a su favor más de 15 millones de hectáreas de las mejores tierras, una superficie equivalente a la mitad de nuestra fertilísima “pampa húmeda”. Si se privatizaran esos bancos, sus nuevos dueños (los bancos extranjeros acreedores de la deuda externa, con toda seguridad) podrían apoderarse de todas esas tierras, con sólo ejecutar las hipotecas.
* Y el último y más ingenioso (y por eso mismo, el más peligroso): emitir un nuevo bono estatal, que esté garantizado por un fideicomiso donde irían a parar todas las tierras fiscales; ese bono se entregaría a los acreedores, en canje por la deuda actual; ese mecanismo actúa, en la práctica, como una hipoteca, de modo que, si no pagamos tales bonos nuevos, el acreedor podría ejecutarlos y quedarse con su cuota del fideicomiso, es decir, con su parte de territorio...

6.- La cuarta etapa (que también está ya en funcionamiento) es difundir masivamente la idea de canjear deuda por territorio entre los argentinos. Al respecto, desde Chubut nos han informado que la consultora porteña “Jorge Giacobe y Asociados” efectuó en 2002 una encuesta en esa provincia que, al parecer, se repitió en Tierra del Fuego, Santa Cruz y Neuquen.

Las preguntas más sugestivas de esa encuesta fueron:

* Si aceptaría que se entregaran nuestros derechos sobre la Antártida para cancelar toda la deuda externa.
* Si aceptaría el trueque de tierras fiscales nacionales, y aún provinciales, en pago de la deuda.

7.- La quinta y última etapa es, quizás, la más grave y alarmante. El ex presidente Duhalde contrató en enero de 2002 a un politólogo angloamericano, ligado al Partido Republicano, el señor Norman Bailey, como su asesor político personal. Es insólito, pero real. Dicho “experto” elevó al Dr. Duhalde un memo en el que le recomendaba emitir los ya citados bonos garantizados por el fideicomiso de las tierras fiscales, para canjear por los actuales papeles de la deuda externa.
Simultáneamente, también el ex presidente Duhalde contrató por decreto a tres empresas angloamericanas para que lo asesoraran internacionalmente en cuestiones de la deuda externa y para que prepararan e implementaran una estrategia para conseguir nuevo financiamiento internacional. Las tres empresas contratadas estaban (y están) ligadas a Henry Kissinger. Él fue quien las recomendó al Dr. Duhalde, y una de ellas es de su propiedad personal.

Kissinger no sólo es el mentor del pago de “deuda con activos”, que tantas calamidades nos ha traído, sino que es uno de los principales (sino el principal) ideólogo del sistema de endeudamiento como instrumento de dominación de nuestros pueblos. A ello, se suma un hecho que roza el terreno delictivo: el señor Kissinger era en ese momento (y aún es) representante y abogado (al parecer con 10 millones de dólares de honorarios) de la empresa multinacional Eriday que construyó la represa de Yaciretá, sobre el río Paraná, y, en su nombre, nos reclama la fortuna de 1.500 millones de dólares por “mayores costos”, cuando nuestros técnicos calculan que, a lo sumo, les debemos 100 millones. Ese pleito está en pleno desarrollo. ¿Cómo es posible que el Dr. Duhalde designara a Kissinger para una función tan delicada, siendo el representante de un acreedor nuestro tan fuerte?

Conviene recordar que Kissinger, además de todos los datos que hemos dado más arriba, está comprobada y criminalmente comprometido en el sangriento golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional de Chile, Salvador Allende, en 1973, y que diera lugar al ascenso al poder del dictador Pinochet, correlato chileno del dictador argentino Gral. Jorge Videla.

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