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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


LOS AÑOS MÁS DUROS DE MICHELLE BACHELET

<hr><h2><u>LOS AÑOS MÁS DUROS DE MICHELLE BACHELET</h2></u>

Los sucesos entre el golpe y su partida al exilio tras su detención en Villa Grimaldi son claves en la trayectoria de la candidata presidencial del PS-PPD



Por Paula Canales y Maureen Halpern – www.latercera.cl

Domingo 21 de noviembre de 2004

El 11 de septiembre de 1973 Michelle Bachelet Jeria partió, como siempre, a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en la que estudiaba desde 1970. En el trayecto desde la villa de la FACH en Las Condes, donde vivía con sus padres, hasta la sede de Avenida Independencia, no sabía aún cómo esa jornada cambiaría su vida y la de su familia, pero lo intuía. A las 4 de la madrugada de la noche anterior, un llamado telefónico había despertado a su madre, Angela Jeria, para alertarla sobre sospechosos movimientos de la Armada, pero el general Alberto Bachelet, cansado ya de los rumores sobre un levantamiento, les había sugerido no prestar atención y seguir durmiendo.

Cuando llegó a la facultad, la confusión se tornó en certeza: el general Javier Palacios se aprestaba a rodear La Moneda y pronto se despejaban las dudas sobre el golpe. Vestida de jeans y la camisa verde olivo distintiva de la Juventud Socialista, cerca del mediodía Michelle Bachelet y decenas de estudiantes subieron a la azotea de la Escuela de Medicina, situada a un costado del Hospital José Joaquín Aguirre. Desde las alturas de ese edificio, observaron cómo la formación de cuatro cazas Hawker Hunter de la Fuerza Aérea hacía sus vuelos de aproximación de norte a sur hacia la casa de gobierno, lanzaban sus descargas de cohetes Sura P-3 y la envolvían en llamas.

Mirando por la ventana de su oficina en el Ministerio de Defensa, el general Bachelet vio la misma escena que su hija. Horas antes había sido detenido por el general Orlando Gutiérrez, quien -apuntándolo con un revólver- lo había apresado por orden del general Gustavo Leigh, quien recelaba de él por el trabajo que durante los últimos 12 meses había desempeñado a cargo de la oficina de distribución del gobierno de la UP. Aunque esa tarde pudo partir, tras renunciar a la FACH, de vuelta a su casa, pocos días después fue detenido.

Su hija, en cambio, permaneció en la facultad, discutiendo junto a sus compañeros qué hacer. Los 18 meses siguientes, hasta su partida al exilio el 31 de enero del 75, marcaron profundamente la vida de la candidata: murió su padre, víctima de apremios, y tanto ella como su madre fueron detenidas y torturadas por la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional). En esa misma época Bachelet inició su largo tránsito político hacia el ala izquierda del PS.

Hasta ahora había evitado hablar de esos años. Lo hizo, hace unos días, a propósito del informe sobre la tortura y sus derivaciones. Los hechos de este período son indispensables para comprender la trayectoria de Bachelet.

La medicina y el PS

Michelle Bachelet tenía 18 años cuando comenzó a estudiar Medicina en la U. de Chile. Aunque provenía de una familia de izquierda, se había mantenido apartada de la política hasta entonces. En 1970, con su ingreso a la facultad, comenzó a aproximarse a los jóvenes estudiantes socialistas y en especial a Carlos Lorca, estudiante de Siquiatría y carismático líder de la juventud del partido, que solía trasnochar en La Moneda jugando partidas de ajedrez con Salvador Allende. Junto a otros compañeros como el cardiólogo Marcos Arriagada, Bachelet vivió la UP entre los estudios y el trabajo político, especialmente en la formación de nuevos cuadros.

Arriagada recuerda hoy que después del bombardeo se reunieron en el Salón Croizet del hospital para definir qué hacer. Mientras un grupo de miembros del MIR decidió trasladarse hacia las zonas industriales para resistir el golpe, Bachelet y los socialistas optaron por permanecer en el centro asistencial. Temiendo que el Ejército allanara el lugar, se hicieron pasar por pacientes, auxiliares o estudiantes internos. Ella, simulando ser la asistente de un doctor, estuvo allí hasta el 13 de septiembre, cuando el toque de queda fue flexibilizado.

Al día siguiente su padre se presentó otra vez en el Ministerio de Defensa, donde se le advirtió que enfrentaría un juicio. Luego fue trasladado a la base aérea de Colina y tiempo después a la Academia de Guerra Aérea, donde comenzó a ser torturado. Durante los meses siguientes, el general vivió entre ese recinto de la Fach y la Cárcel Pública, mientras comenzaba el Consejo de Guerra ordenado por Leigh.

A fines de septiembre volvieron las clases. Bachelet retomó sus estudios, pero también comenzó su trabajo político clandestino. Con el PS proscrito y sus máximos dirigentes detenidos o en el exilio, Bachelet se enfocó en apoyar a los militantes ocultos, a surtir de víveres a las casas de seguridad y a asistir a las familias de los prisioneros.

Por esa época Bachelet comenzó una relación sentimental con Jaime López, otro joven dirigente de la JS que, junto a Carlos Lorca y el dirigente sindical Exequiel Ponce, habían comenzado a rearticular una dirección interior tras la salida de Chile de Carlos Altamirano.
López conectaba a Bachelet con la cabeza del PS, dedicada por esos días -a espaldas de los viejos jerarcas en el exilio- a hacer una severa autocrítica del fracaso de la UP y a definir la estrategia para enfrentar el régimen militar. La reflexión quedó plasmada en el llamado "documento de marzo" de 1974, en el que acusaban a los dirigentes socialistas de no haber respaldado a Allende, proponían reorganizar al difuso PS como un partido proletario de corte leninista y proponían una alianza con el PC y otras agrupaciones de izquierda para enfrentar a Pinochet.

El martes 11 de marzo de 1974 Bachelet estaba en clases de cirugía cuando su madre llegó a buscarla a la sala. Su padre había muerto de un infarto, sólo horas después de volver de una sesión de torturas. "Vi a mi madre en la puerta, me llamaron afuera y me informó que mi padre había fallecido en la cárcel pública. Partimos para tratar de tener más información. Fuimos al (Instituto) Médico Legal y yo volví a la universidad para intentar hablar con el médico que le había hecho la autopsia, que había sido profesor mío, pero que no podía decirme nada. Fueron momentos muy duros", recordó Bachelet en septiembre del 2003, durante una ceremonia en la Facultad de Medicina para conmemorar los 30 años del golpe.

Según el libro "Disparen a la Bandada", de Fernando Villagrán, la muerte del general reforzó el compromiso político de Bachelet y su madre. Angela Jeria siguió apoyando a las esposas de los oficiales de la Fach enfrentados al Consejo de Guerra, y cuyas duras condenas fueron dictadas en octubre de 1974.

Villa Grimaldi

Mientras Bachelet continuaba respaldando el trabajo de la dirección interior -que comenzaba un proceso de radicalización ideológica-, su madre conoció a una joven militante del MIR de 25 años llamada María Eugenia Ruiz-Tagle. Pese a la diferencia de edad, las dos se veían con cierta frecuencia a conversar sobre sus experiencias personales. Había sido así también, en charlas al pasar, que María Eugenia había sabido de la conexión de Michelle con la cúpula del PS.

El 10 de enero de 1975, un grupo de agentes de la Dina llegó hasta el departamento de Angela Jeria y su hija en Apoquindo con Américo Vespucio.

En los pocos minutos que tuvieron antes de ser llevadas a Villa Grimaldi, Bachelet llamó a su novio Jaime López para advertirle mediante una clave previamente establecida ("Mi amiga Dina-Marca me invitó a tomar té y no sé a qué hora voy a volver", le dijo) que había sido detenida y que tomara precauciones. Por esos mismos días la dirección del partido planeaba una reunión secreta.

El motivo de su captura, que no tenía que ver con sus contactos políticos, quedó claro recién al llegar al recinto de Peñalolén. Separada de su madre, Bachelet fue encerrada en una habitación en la que estaban otras 10 prisioneras. Cuando entró, aún vendada, y vistiendo sandalias, jeans y una camiseta deportiva, la primera cara conocida que vio fue la de María Eugenia Ruiz-Tagle. La joven se le abalanzó a los pies y le pidió perdón, llorando. Había sido detenida seis días atrás, le dijo. La habían torturado brutalmente. Las había mencionado a ella y a su madre. Otra de sus compañeras de celda, Angeles Alvarez, recuerda que Bachelet le dijo que no se preocupara, y que entendía lo que había ocurrido.

Angela Jeria fue conducida a otro lugar e interrogada. Permaneció la mayor parte del tiempo en un estrecho cajón sin ventanas. Desde el comienzo exigió que llamaran al general Leigh, que ya sabía de su detención por el general (R) Croqueville, cuñado de Alberto Bachelet y quien lo había alertado sobre su captura. Fue por este motivo, quizás, que ella y su hija se libraron de los apremios más duros, como la parrilla eléctrica, aplicados a las otras detenidas. Bachelet también fue interrogada en varias ocasiones. En su celda había dos mujeres embarazadas: Lucrecia Brito y Patricia Guzmán. Usando colonia y un poco de tela, y aplicando sus conocimientos de medicina, atendió a varias detenidas, recuerda Brito.

De Cuatro Alamos al exilio

El 10 de enero del 75 madre e hija fueron trasladadas a un pabellón de incomunicados llamado Cuatro Alamos, situado al interior del centro de prisioneros Tres Alamos, en Avenida Vicuña Mackenna. Encerradas en celdas contiguas, podían hablar por las noches. El 19 de enero, Bachelet fue puesta en libertad. Su madre, que pudo despedirse de ella, continuó detenida hasta el 30 de enero. Su hija y el resto de la familia lograron interceder ante el ministro del Interior, el general Benavides, y consiguió que Angela Jeria fuese liberada, pero al mismo tiempo expulsada del país.

El 31 de enero, después de pasar la última noche en Chile en un cuartel de Investigaciones, Angela Jeria fue trasladada a Pudahuel y embarcada en un avión rumbo a Australia, donde vivía su hijo Alberto junto a su esposa y sus dos hijos. En el aeropuerto la esperaba, para partir al exilio, su hija Michelle.

Poco tiempo después, Bachelet y su madre se trasladaron a Alemania Oriental, donde el PS había instalado su dirección exterior. En ese país, de rígida ortodoxia comunista, la actual candidata intentó retomar sus estudios y vivió el quiebre del partido entre las facciones de Altamirano -inclinada hacia una renovación socialdemócrata- y la de Clodomiro Almeyda, partidaria de mantener la inspiración leninista y la orientación hacia Moscú. Bachelet, que se mantendría en el ala más dura del socialismo hasta fines de los 80, se sumó a la segunda.

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