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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


MANUEL UGARTE: "SOMOS LO QUE SOMOS"

<hr><h2><u>MANUEL UGARTE: &quot;SOMOS LO QUE SOMOS&quot;</h2></u>

A 53 AÑOS DE SU MUERTE UN GRAN ARGENTINO OLVIDADO
TIENE ALGO QUE DECIRNOS



Por Alberto Guerberof(*)

A pesar de los esfuerzos desplegados por los teóricos del posmodernismo, que postulaban archivar la historia, ésta vuelve una y otra vez por sus fueros. Y cuando el país, literalmente desmantelado y vaciado por décadas de políticas liberales impuestas desde los centros de poder trasnacionales, queda reducido a escombros, es el turno de ciertos analistas ligados al poder financiero mundial para quienes la Argentina no es ya capaz de ser “autosustentable” y es mejor que desaparezca devorada por el “riesgo país”.

Los contornos borrosos de un contorno caótico, con esa espesa bruma que todo lo envuelve, crean un auténtico clima de fin de época y un afán por comprender lo que ocurre que arranca volviendo una mirada al pasado.

La memoria y la esperanza

Pocas semanas atrás, sorprendió en Buenos Aires el interés que acompañó a los actos con que se recordó el centenario del nacimiento de Arturo Jauretche, ese olvidado y enorme pensador argentino (1901-1974), poeta y verseador, paisano alzado en armas en la patriadas radicales de la Década Infame, orador, escritor y gauchipolítico, nexo entre el yrigoyenismo histórico y el peronismo, sin cuya penetrante mirada no sería comprensible la Argentina del siglo XX. Rescatar la memoria de los argentinos que pelearon por un país distinto, que fuera dueño de su destino, parece ser un fenómeno que se despliega en múltiples direcciones.

El 2 de diciembre se cumplen 50 años de la muerte de Manuel Ugarte, otro luchador notable. Integrante de la Generación del 900 junto a figuras de excepción como José Vasconcelos, Manuel Gálvez, Leopoldo Lugones, Rubén Darío, Gabriela Mistral, Rufino Blanco Bombona, Ugarte, nacido en Buenos Aires en 1878, sintetizó mejor que ningún otro, uno de los rasgos esenciales de aquella generación: el redescubrimiento de la unidad de Iberoamérica, apenas conquistada la primera Independencia, frustrada por las intrigas de las grandes potencias y la europeización de las clases dirigentes locales.

La reunificación de Latinoamérica, la Nación inconclusa, fue la gran bandera de Ugarte. Ella le valió una gran popularidad en los países latinoamericanos, a los que visitó en resonantes campañas, pero le acarreó la hostilidad o el desconocimiento en su propio país, envuelto en la burbuja de prosperidad agropecuaria en que se sustentaba la alianza anglo-oligárquica que lo gobernaba en los albores del Centenario (1910) de la Revolución de Mayo.

Pero Ugarte no se limitó a enarbolar esa gran causa. Fue un socialista criollo, en un país en que se había formado un Partido Socialista enteramente moldeado en una concepción europea de la cuestión social. Por su postura fue expulsado del citado partido, creado y dirigido por el Dr. Juan B. Justo, un destacado dirigente político y traductor de El Capital, rabiosamente adscripto a los dogmas económicos, históricos y políticos del liberalismo, que Sarmiento había resumido en la célebre antinomia político-cultural: civilización o barbarie.

Ugarte juzgaba pertinente que Hispanoamérica se enrolase resueltamente en el campo de los países pobres, de los así llamados sin historia, mientras el núcleo dirigente del socialismo clásico, con Juan B. Justo a la cabeza, se consideraban a sí mismos y a su proyecto político como parte de “la carga del Hombre Blanco” o, lo que es lo mismo, de la misión “civilizatoria” de Occidente sobre el resto del planeta.

Los libros de Ugarte conforman una obra que es imprescindible conocer para recrear una conciencia nacional sin la cual las nuevas generaciones difícilmente encuentren la salida al laberinto de una crisis como la que se padece. Escribió “El Porvenir de América Española” (1910), “La Patria Grande” (1922), “El destino de un continente” (1923), entre otros títulos, todos ellos editados fuera del país. Recién en 1953, cuando habían transcurrido dos años de su muerte, el historiador y político Jorge Abelardo Ramos publica “El porvenir de América Latina” con un estudio previo que rescata por primera vez la figura y la trayectoria de este argentino de la Patria Grande.

“Somos lo que somos”

No sorprende que Manuel Ugarte fuera un activo neutralista en las dos guerras mundiales que las grandes potencias, Europa y EEUU, libraron en el siglo XX con la complicidad de las clases gobernantes y de los círculos ilustrados de las capitales del continente.

Al mismo tiempo, afirmaba en cada ocasión su condición de argentino, pero sobre todo de latinoamericano que debía recuperar su Patria Grande impedida de constituirse por el imperialismo. En otro período de su lucha encaró con firmeza la defensa de la industria nacional, ahogada por el librecambio. Lo hizo desde las páginas del diario “La Patria” que dirigió en 1915 y desde otras tribunas después. Defensor consecuente de los derechos sociales de los trabajadores, Ugarte había cometido todas las transgresiones que la oligarquía dominante no perdonaba. Concluyó con coherencia su vida política apoyando al Coronel Perón en 1945 y como embajador de su gobierno en México, Nicaragua y Cuba. En la noche del 1° al 2 de diciembre de 1951 falleció en Niza, sin saberse si el suicidio o un desafortunado accidente puso fin a los días de este gran argentino que supo afirmar (1912): “Soy un hombre sereno y amigo de la paz … pero ante la agresión sistemática, ante la intriga permanente, ante la amenaza manifiesta, todos los atavismos se sublevan en mi corazón y digo que si un día llegara a pesar sobre nosotros una dominación directa, si naufragaran nuestras esperanzas, si nuestra bandera estuviera a punto de ser sustituida por otra, me lanzaría a las calles a predicar la guerra santa brutal y sin cuartel, como la hicieron nuestros antepasados en las primeras épocas de América, porque en ninguna forma ni bajo ningún pretexto podemos aceptar la hipótesis de quedar en nuestros propios lares en calidad de raza sometida ¡Somos indios, somos españoles, somos latinos, somos negros, pero somos lo que somos y no queremos ser otra cosa!”.

(*) Publicado en la Revista Compartir – Diciembre 2001

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