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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


URUGUAY

<hr><h2><u>URUGUAY</h2></u>

LA SOBERANÍA Y LOS INTERESES SUDAMERICANOS



Por Luis Godoy Gómez

La Prensa Austral – Punta Arenas – 29 de diciembre de 2004

Entre los hispanoamericanos abundan los discursos sobre la hermandad. Sin embargo, el desconocimiento mutuo abisma. ¿Cuánto sabemos de las respectivas historias de los pueblos hermanos? Y desde largo tiempo se habla sobre el imperativo de conocernos mejor. Esto, a propósito del proceso de cambios que experimenta la República Oriental del Uruguay.

El país vivió un prolongado período de dictadura militar, sobrellevando una deuda externa que sobrepasó los cinco mil millones de dólares, con sus sindicatos y partidos políticos perseguidos, desaparecimientos de personas, torturas y cesantía.

Los valores democráticos, así como el desarrollo cívico y un sindicalismo de tradición unitaria, el Frente Amplio y los partidos tradicionales, han coexistido y reinstalaron la democracia. La elección de octubre pasado, que ungió presidente de la república al Dr. Tabaré Vásquez, del Frente Amplio, pone punto final a la hegemonía del poder alternativo entre los partidos Colorado y Blanco.

Los uruguayos disponen de un método digno de ser imitado: el recurso del voto popular directo y por plebiscito o referéndum de iniciativa popular. El plebiscito contra la privatización del agua obliga a la empresa española concesionaria a abandonar el país. La experiencia privatizadora del líquido, que significó un desastre sanitario, le cuesta al país más de cien millones dólares. No tenemos tiempo de comparar con lo que sucedió aquí, en Sacor y Esmag...

Los hermanos uruguayos nos indican el camino democrático y combatiente por sus intereses nacionales. La figura del general José Gervasio Artigas, el héroe venerado, orienta los destinos del país de la Banda Oriental. En la constitución quedó estatuido que el agua pertenece al dominio público, y no puede ser objeto de privatización. No hay pretextos engañosos ni entreguistas. Si agregamos a lo dicho la firma del Acta fundacional de la Unión Sudamericana de Naciones, podemos fortificar las esperanzas de desarrollo independiente e integrado de diez naciones sudamericanas. Simbólicamente, el Acta se suscribió en Ayacucho, Perú, donde hace ciento ochenta años los ejércitos independentistas abatieron los estandartes de la monarquía peninsular.

Antes que los centros mundiales de poder continúen soñando con la ampliación de sus mercados, y Bush nos crea todavía su “patio trasero”, los firmantes del Acta les notifican de su decisión soberana. Su cristalización puede cambiar el mapa político del planeta que nos cobija. Y para bien.

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