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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


BOLIVIA: AUTONOMÍAS Y TERRITORIOS

Por Andrés Soliz Rada

Marzo de 2005

El periodista Andrés Oppenheimer difundió desde Miami, el domingo 17 de febrero último, el programa denominado “2020”, en el que expertos en seguridad de EEUU hicieron una prospectiva de lo que será el mundo dentro de 15 años. Según sus datos, la primera potencia del mundo mantendrá su liderazgo, aunque seguida de cerca por China y la India, las que surgen como potencias emergentes. La Unión Europea aparece un tanto estancada por el envejecimiento de su población y poca flexibilidad con los emigrantes, a diferencia de lo que ocurriría en el país del norte. En América Latina, obviamente si continúa balcanizada, sólo Brasil estaría entre los grandes.

De manera antagónica, el analista Ovidio Roca ( Semanario Número 1, de Santa Cruz, del 18-II-05), dice que “en el mundo actual, inter ligado y globalizado, los contactos son directos, ahora el papel del Estado Nación es cada vez menos relevante, el siglo XXI es el tiempo de las regiones, de los polos regionales, ahora no se trata de negociar con Brasil, sino de hacerlo con San Pablo o Curitiba o mejor con una empresa de San Pablo o de Los Angeles o de Hong Kong”.

A diferencia de lo anterior, el suizo Jean Ziegler, en su libro “Los Nuevos Amos del Mundo”, explica que el nuevo orden imperial necesita destruir los Estados Nacionales del mundo periférico (cita lo casos de Somalia, Sierra Leona y Guinea Bissau), en tanto fortalece a las grandes potencias. De lo que se trata -añade- es de anular toda soberanía y capacidad normativa en los gobiernos periféricos.

No se trata de calificar a priori de negativa la posibilidad de negociar con empresas de San Pablo, Hong Kong o Los Andes si ellas están reguladas por estrategias de sus gobiernos nacionales. En este sentido, será muy difícil que la India y China, pese a su inmensa diversidad étnica y cultural, ocupen los lugares que prevén los analistas si sus gobiernos dejaran, sin planificación alguna, que la ciudad de Jodhpur, en la región de Rayastán, hiciera acuerdos bilaterales con la ciudad de Chengtu, capital de Sechuan, sin conocimiento de Beijín y Nueva Delhi. Es casi divertido imaginar que Amoco, Total, Petrobrás o Repsol actuaran sin planes trazados desde sus casas matrices.

En Bolivia, seria un error rechazar de antemano las exigencias autonómicas. Lo ingenuo es, sin embargo, creer que la renuncia a la planificación nos permitirá salir de la crisis que nos agobia. Tal planificación tiene que hacerse con el concurso de todas las regiones y con gobiernos departamentales democráticos que definan y ejecuten las prioridades regionales. Esto que es racional, puede volverse irracional sino existen límites debidamente consensuados.

Lo cierto es que a la demanda autonómica del Comité Cívico cruceño han seguido las demandas autonómicas de las provincias Cordillera, de Santa Cruz; Hernando Siles y Luís Calvo, de Chuquisaca; Gran Chaco y O’ Connor, de Tarija, las que, en virtud de su raíz guaraní, piden ser el décimo departamento de Bolivia. La Cámara de Diputados pretende que los pueblos originarios, así sean muy pequeños, como los Tobas o Mosetenes, tengan derecho a veto sobre la actividad petrolera (otra cosa diferente es reconocer y otorgar sus legítimos derechos). Lo propio ocurre con exigencias impositivas que emergieron en la localidad oriental de Yapacaní. Esto que puede ser un arma defensiva frente a las transnacionales, se transformará en obstáculo si se refunda la empresa estatal del petróleo.

Las demandas de autonomías quechuas o aimaras no explican dónde comienzan y terminan sus aspiraciones territoriales ni cómo se diferenciarán del resto de los bolivianos cuando constituyan sus propios parlamentos. ¿Será por el color de los ojos o de la piel? Si se recurre al idioma, ¿qué haremos con los bilingües y trilingües? En un congreso de cooperativistas mineros se habló de la posibilidad de pedir no concesiones sino territorios mineros, a fin de asegurarse la propiedad definitiva de los mismos. Muchos piden los derechos territoriales que tienen las colonias Mennonitas asentadas en el país. Solo las petroleras y el poder extranjero que las respaldan ven con agrado, como lo anticipara Jean Ziegler, esta atomización que las pondrá frente a interlocutores débiles y sin horizontes, lo que les facilitará imponer sus políticas de extorsión y saqueo.

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