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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


AMÉRICA LATINA: LA PATRIA INCONCLUSA (I)

<hr><h2><U>AMÉRICA LATINA: LA PATRIA INCONCLUSA (I)</h2></U> (Conferencia brindada en el Paraninfo de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia, el 24 de septiembre de 2003, por Andrés Soliz Rada. (Periodista, abogado, ex legislador nacional -Diputado y Senador por Conciencia de Patria de 1989-2002. Columnista de PSI).

Nota de Mirando al Sur: Por razones de extensión publicaremos esta magnífica conferencia de Andrés Soliz Rada en tres partes. De ese modo, creemos, facilitaremos la lectura y la comprensión de un documento que consideramos fundamental para el mejor entendimiento de la doctrina nacional latinoamericana, que tiene en Soliz Rada a uno de sus más brillantes exponentes.

PRIMERA PARTE

Política y Derecho en los procesos de integración latinoamericanos

Considero oportuno iniciar esta disertación con un homenaje al historiador argentino Jorge Abelardo Ramos, autor, entre muchos libros, de “América Latina un País”, en el que, a diferencia de todo lo escrito hasta entonces, 1949, sostiene que la autodeterminación de los pueblos en América Latina es el derecho a unirse, como la única posibilidad de que el sub continente adquiriera personalidad y presencia importante en el agitado acontecer contemporáneo. Diecinueve años más tarde, vale decir en 1968, “América Latina un País” se transforma en la primera edición de la “Historia de la Nación Latinoamericana”, obra fundamental para entender nuestro atraso, pero también para pergeñar un futuro promisorio. Es verdad que antes de Ramos hubo diversos impulsores académicos de la unidad de América Latina, pero el escritor argentino fue el primero que transformó radicalmente el concepto leninista de la autodeterminación como el derecho a separarse, por el derecho a unirse, a fin de construir los Estados Unidos Latinoamericanos. La otra enorme contribución de Ramos consistió en unir dos figuras aparentemente enfrentadas en la historia de las ideas: Carlos Marx y Simón Bolívar. Es sabido que el autor de “El Capital” escribió en la Enciclopedia Americana la ficha bibliográfica del Libertador de cinco Naciones y que en ese texto Marx trata a Bolívar de manera injusta y despectiva. Ramos, en lugar de desorientarse por los adjetivos de Marx, explica que la grandiosa idea de la Patria Bolivariana necesita de la dialéctica, entendida, en la concepción de Engels, como herramienta para comprender y transformar la realidad, lo que, en el acontecer latinoamericano, quiere decir el instrumento de análisis que permita identificar y vencer los obstáculos que han impedido e impiden la articulación económica y política de nuestras provincias fragmentadas. Ramos, sin negar la importancia del pensamiento Occidental, enseñó, asimismo, la necesidad de que los latinoamericanos pensemos con cabeza propia, de manera que las inevitables influencias foráneas pasen por el filtro de nuestro cerebro crítico, desechando lo que nos separa y adoptando lo que nos fortalece y nos une. Por esta razón hizo suya esta divisa de Simón Rodríguez, el maestro del Libertador: “o creamos o erramos”, la cual repite en sus escritos de manera casi obsesiva.
Sobre la base de esas premisas, el historiador argentino afirma, siguiendo a Lenin, que la contradicción fundamental de nuestro tiempo, en los países sometidos, no es la que enfrenta al socialismo con el capitalismo, en lo externo, ni a la burguesía con el proletariado, en lo interno, sino a las naciones opresoras con las naciones oprimidas. No es que este planteamiento niegue la lucha de clases, sino que ella no tienen un papel separado de la contradicción fundamental, al existir clases sociales al servicio del imperialismo y clases sociales al servicio de la nación oprimida. Es importante destacar que los planteamientos de Ramos, conocidos como los de la Izquierda Nacional Latinoamericana, no se desmoronaron junto al muro de Berlín, en 1989, como ocurrió con otras propuestas revolucionarias, sino que mantuvieron y mantienen plena vigencia. En consecuencia, si el imperialismo, hoy oculto detrás de la palabra “globalización”, es el enemigo principal de la unidad latinoamericana, corresponde estructurar movimientos patrióticos, capaces de aglutinar al conjunto de la nación oprimida, con la sola exclusión de los agentes de la explotación extranjera. Como resulta fácil suponer, esta línea de pensamiento, enfrentó a Ramos con el “establishment”, así como con los dogmáticos repetidores de modelos políticos ajenos a nuestra realidad. Según Ramos, la conquista hispana no encontró en el nuevo continente una “nación” constituida, sino un conjunto de sociedades y grupos étnicos en diversos estadios de evolución, los que lentamente se van conociendo entre sí gracias al común denominador de la lengua castellana. El reconocimiento de este hecho no implica desconocer u olvidar los genocidios y abusos de los conquistadores, muchas veces encubiertos con el manto del catolicismo. La herencia religiosa de España es aún muy importante, aunque debilitada por las iglesias evangélicas de raíz sajona. En cambio, el idioma castellano sigue siendo el vínculo cultural más importante entre los latinoamericanos y entre estos y la península Ibérica. Como es fácil de prever, el pensamiento de Ramos no ha permanecido estático. Quienes nos declaramos sus seguidores en Bolivia observamos la restringida importancia que otorgó a nuestras raíces milenarias. De ahí que en Bolivia incorporamos a su pensamiento el rescate indomestizo de nuestra sociedad, que nos permite añadir a nuestro sistema de ideas los valores de nuestro ancestro andino, sin olvidar que, vía mestizaje, somos también herederos de los enormes aportes del viejo continente a la cultura universal.

Consecuencias de la balcanización

Ramos sostiene que España no exportó su feudalismo a Indoamérica (esta expresión fue acuñada por Víctor Raúl Haya de la Torre), sino un capitalismo mercantil, fundado en la esclavitud y en el trabajo servil. La falta de una burguesía latinoamericana, capaz de acaudillar los procesos de independencia de España, y las fuerzas centrífugas encarnadas en oligarquías retrógradas, que heredaron los privilegios de los encomenderos, así como la succión descontrolada de los recursos naturales impidieron concretar el ideal bolivariano. Tengamos presente que, en los inicios del siglo XIX, la revolución burguesa también fue derrotada en España, lo que precipitó el estallido de los movimientos independentistas en “nuestra” América, como decía José Martí. Lo anterior explica el por qué la revolución latinoamericana tuvo un carácter inmaduro y fragmentario. El mexicano José Vasconcelos describió el hecho con estas palabras: “Nuestras naciones surgieron a la vida independiente como los restos de un naufragio ... cada nación iberoamericana, si se exceptúa a Brasil, aparece como un aborto antes que como un fruto. La madre enferma que era España no tuvo poder para arrojar de tierras y mares a los agentes ingleses que nos urgían a la discordia, y salimos a la vida obligados por el fórceps de la intriga extranjera antes que el pellejo adquiriera consistencia”. Norberto Galasso, discípulo de Ramos en la Argentina, describe esta situación con las siguientes palabras: “... el pensamiento unificador de Bolívar, San Martín, Artigas o Padilla fue derrotado por la ausencia de una burguesía nacional y por la presencia más bien de oligarquías centrípetas que balcanizaron a la América Latina, de acuerdo al interés de Estados Unidos e Inglaterra ... Lo que pudo ser la victoria de la Patria Grande se convirtió en las veinte derrotas de las patrias chicas”. Ramos acota lo siguiente: “De la disgregación nacieron las pequeñas patrias, estas miserables y arrogantes ‘naciones’, pavoneándose de sus ejércitos sin armas, sus aduanas de bajas tarifas, sus territorios desolados y sus monedas permanentemente devaluadas y las prolijas fronteras de los incontables ‘principados de Luxemburgo’, que colorean en el mapa gigante”. Galasso añade que “sólo hace falta el sentido común para advertir que el fabuloso desarrollo de los Estados Unidos de Norte América no se hubiese producido si en lugar de la nación poderosa que emergió de la guerra de secesión hubieran existido 13 republiquetas, sobre la base de los 13 estados que estuvieron presentes en la fundación de su república. Y mientras el norte progresaba y se expandía sin cesar, a costa de la nación latinoamericana inconstituida, el analfabetismo y la miseria hacían presa de sus provincias aisladas. Se apagaban esplendentes focos de cultura -como el de Charcas--, regiones ricas se convertían en zonas pobrísimas, grandes núcleos de población se transformaban en desiertos, las artesanías desaparecían ante la victoriosa entrada del artículo extranjero... los veinte nacionalismos impotentes expresaban la ausencia del único nacionalismo soberano posible: el nacionalismo latinoamericano”. Dice Ramos: “Los 30 años posteriores a nuestra independencia constituyen el espectáculo tragicómico de una nación despedazada, cuyos muñones y órganos imitan los gestos y movimientos de seres normalmente conformados. Aparecen escudos, símbolos, monedas, mapas, uniformes, estampillas, libros geográficos y textos de historia nacionales tan contrahechos como las geografías mutiladas”. Y concluye Galasso: “América Latina sufrió (a raíz de su balcanización), todos los métodos imaginables de la succión de plusvalía. Desde la estafa hasta las concesiones leoninas, pasando por los contratos tramposos, los préstamos condicionados, los sobornos, la intermediación de ‘respetable’ organismos internacionales, hasta la invasión de los marines y la moderna intervención de la CIA. A la penetración económica siguió la penetración cultural. La mano del imperialismo se introdujo en las redacciones de los grandes diarios, ingresó en las universidades, se filtró a través de las fundaciones seudo científicas y editoriales misteriosas, oprimió los cerebros de los ensayistas y congeló el corazón de los poetas. Generó una pléyade de brillantes escritores que dan la espalda a América Latina y sólo se ocupan de las ‘innovaciones’ europeas. Analistas políticos especialistas en chismes, que jamás hablan del imperialismo. La historia de la Patria Grande quedó destrozada en una veintena de historias chicas, relatadas en manuales incomprensibles. Así se formaron economistas coloniales en Harvard, escritores coloniales en París, gremialistas coloniales en la ORIT y soldados coloniales en las escuelas de Panamá. La mayoría de esos intelectuales no elaboraron, remedaron; no produjeron luces, distribuyeron sombras” (Citas del folleto “La Caracterización de Bolivia y la Contradicción Fundamental” de Andrés Soliz Rada. Ediciones “Octubre”. 1978. La Paz-Bolivia. Páginas 3, 4 y 5). Permítanme una brevísima digresión personal: Al final de su vida, Ramos aceptó el cargo de Embajador de la Argentina en México durante el gobierno de Menem, lo que originó nuestro distanciamiento político. Hoy en día seguimos pensando que fue un error aceptar la representación diplomática de un gobierno tan sumiso a EEUU y que liquidó las empresas estratégicas argentinas. Pese a ello, estimamos que la herencia de sus ideas pesa mucho más que sus errores de coyuntura.

Aporte de Bolivia al pensamiento antiimperialista

Carlos Montenegro es la figura cumbre del nacionalismo revolucionario de Bolivia. Nadie duda que su “Nacionalismo y Coloniaje” sea el ensayo político más importante escrito en nuestro país en la primera mitad del Siglo XX. Muchos ignoran, en cambio, que otras dos obras del mismo autor: “Las Inversiones Extranjeras en América Latina” y “La Hora Cero del Capitalismo” aportan denuncias fundamentales sobre la opresión imperialista. El ideólogo demuestra en esas obras que, contrariamente a lo que se cree, las inversiones extranjeras en América Latina y en el resto del denominado “Tercer Mundo” no obedecen a móviles filantrópicos, caritativos o humanistas. Llegan, simplemente, porque saben que obtendrán mayores utilidades que en sus países de origen. Montenegro demuestra que en la vanguardia de acciones tan vergonzosas, como la invasión de EEUU a México, que, en 1835, le arrebatara Nueva México, Arizona, Texas y la baja California, se hallaban capitalistas norteamericanos que impulsaron esa acción de armas. Ni qué decir de las maniobras militares, económicas y políticas que culminaron con la segregación de la Provincia de Panamá del territorio colombiano, a fin de construir el canal interoceánico sin interferencias del gobierno de Bogotá. Montenegro desmiente que la Doctrina Monroe hubiera sido inspirada en el afán norteamericano de defender a Latinoamérica de las asechanzas europeas, ya que, en realidad, sirvió para que EEUU facilitara el cobro de deudas asumidas con Europa. En consecuencia, esa Doctrina convirtió a Washington en el cobrador compulsivo e implacable de esas deudas. En muchos casos, EEUU pagó esas obligaciones de manera anticipada, para, con el pretexto de recuperar su dinero, invadir y ocupar las aduanas y los territorios de Haití, Santo Domingo, Nicaragua o República Dominicana. Esa complicidad euro-norteamericano hace que Montenegro titule el capítulo relativo a la Doctrina Monroe en su libro sobre la inversiones extranjeras, “América Latina para los europeos”.
Si se piensa que la anexión de Puerto Rico, la enmienda Platt para Cuba o la intervención en Guatemala son hechos irrepetibles, se olvida que, en 1973, la CIA norteamericana derrocó a Salvador Allende y que en las últimas décadas el Departamento de Estado ha instalado cruentas dictaduras en América del Sur y en el Caribe y que, hoy mismo, a través del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ha resuelto mantener su dominación o, lo que es lo mismo, impedir la integración de nuestras patrias desmembradas. De lo expuesto se deduce que, según Montenegro, el nacionalismo y el antiimperialismo son conceptos sinónimos. Esta idea fue compartida por el cuatro veces ex presidente Víctor Paz Estenssoro, quien, según su biógrafo Guillermo Bedregal Gutiérrez, hoy Embajador en España, definió al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), antes de la Revolución del 9 de abril de 1952, como “instrumento de ejecución de los anhelos de todo el pueblo boliviano con la única excepción de los sirvientes del imperialismo” (Guillermo Bedregal: “Víctor Paz Estenssoro, el Político”. Fondo de Cultura Económica. México. 1999. Página 173). Ahora el MNR ha sido transformado por Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) en instrumento de ejecución de los anhelos del imperialismo en contra del pueblo boliviano.

1 comentario

Guille -

http://www.chick.com/es/reading/tracts/0520/0520_01.asp