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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


RECOLONIZACIÓN IMPERIAL

<hr><h2><u>RECOLONIZACIÓN IMPERIAL</u></h2> Por José Steinsleger
La Jornada
(México D.F.), Mayo de 2004

MIENTRAS la humanidad asiste inerme al exterminio de los pueblos de Irak, Afganistán y Palestina, la invasión imperialista avanza a ritmo lento, pero sostenido en América Latina. Tres instrumentos de dominación: Plan Puebla-Panamá (PPP), Iniciativa Regional Andina (Plan Colombia), Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y tres instituciones militares que los complementan: Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), Junta Interamericana de Defensa (JID) y Comando Sur del Ejército de Estados Unidos (Miami).

Impulsado por las corporaciones económicas trasnacionales, el PPP responde al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) y los intereses del CAFTA (siglas en inglés del TLC centroamericano). Actualmente el TLC trata de acercarse al Mercado Común del Sur (Mercosur), jugando el papel de “caballo de Troya” ante los esfuerzos de integración de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. El TLC entre Chile y Estados Unidos apuntaría en igual dirección.

La democracia (en su forma liberal inclusive) se ha convertido en serio problema para el imperio: aparición de gobiernos renuentes a la aplicación del capitalismo salvaje, movimientos sociales que repudian la corrupción y el entreguismo de los políticos “pragmáticos”, paramilitarización y criminalización del conflicto social, intromisión del Departamento de Estado en asuntos nacionales y manipulación de las cadenas oligopólicas de información.

Hace dos años, el gobierno de Bush impuso en la Organización de los Estados Americanos (OEA) la llamada Carta Democrática, con el fin de legitimar a gobiernos que sólo fuesen electos en las urnas. Luego, ante la imposibilidad de arrojar del poder al presidente venezolano Hugo Chávez y la crisis de Haití, la Casa Blanca advirtió que tampoco le interesaba la susodicha carta, reservándose el derecho de calificar a los gobiernos de “amigos” o “enemigos”.

El régimen de Hipólito Mejía, presidente de República Dominicana, mostró en qué consiste la diferencia. En noviembre de 2002 firmó un acuerdo secreto (Programa Nuevo Horizonte), que establece la entrada de 10 mil soldados estadunidenses en el país caribeño.

El acuerdo, sin precedente desde la invasión militar de 1965, prevé disponer de una cabeza de playa que facilite la eventual invasión de las fuerzas de despliegue rápido (asentadas en la colonia de Puerto Rico) en Cuba, Colombia y Venezuela. Según la Washington Office on Latin America (WOLA), organismo no gubernamental de probada credibilidad, el personal dedicado a América Latina en los departamentos de Estado, del Tesoro, de Agricultura y de Comercio, es inferior al que dispone el Comando Sur.

En el mapa sudamericano, cuatro son las áreas geográficas en proceso de militarización: 1) Triple frontera (Argentina, Brasil, Paraguay), donde la existencia en Ciudad del Este de una fuerte comunidad económica paraguaya de ascendencia sirio-libanesa sirve de pretexto para asegurar que en la zona radican “células dormidas” del terrorismo integrista islámico; 2) Amazonia andina, limítrofe con Brasil, donde el Pentágono ha instalado bases militares en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia; 3) Colombia: donde la escalada bélica contra la insurgencia es monitoreada desde la base de Manta, en el Pacífico ecuatoriano; y 4) Chile, con fuertes compras de aviones, tanques, submarinos y navíos de guerra, armamentismo que ha despertado honda preocupación en los ejércitos de Perú y Bolivia.

En audiencia reciente ante una comisión del Congreso, el general James Hill, jefe del Comando Sur, mezcló deliberadamente fenómenos muy distintos y dijo que grupos radicales islámicos, narcoterroristas de Colombia y bandas urbanas en otros sitios de América Latina recurren a “... los mismos métodos ilícitos para hacer negocios”.

Hill solicitó la duplicación del tope de personal militar y de los llamados "contratistas privados” (mercenarios) en Colombia, posición coincidente con la del presidente Álvaro Uribe. En cuanto a Bolivia, declaró que grupos radicales habían “secuestrado” (sic) a los movimientos indígenas, socavando “... el proceso democrático en detrimento de los derechos individuales” (sic). Respecto a Argentina, señaló que la crisis macroeconómica de finales de 2001 llevó al cuestionamiento de las reformas neoliberales, lo cual se manifestó en el Consenso de Buenos Aires (octubre de 2003), firmado por los presidentes Kirchner y Lula, “...fuertes opositores a la guerra de Irak”.

Desde lo expresado el 12 de mayo de 1913 por el presidente Woodrow Wilson, nada parece haber cambiado en la filosofía imperialista de Estados Unidos. Inquieto por la situación interna de México, el autor de los “14 puntos para la felicidad humana” manifestó:

“I am going to teach the South American republics to elect good men:"

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