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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


ARTURO JAURETCHE (1901-1974)

<hr><h2><u>ARTURO JAURETCHE (1901-1974)</h2></u>

SU GESTIÓN EN EL
BANCO PROVINCIA DE BUENOS AIRES


Por Alberto Guerberof
Causa Popular


E1 nombre de Arturo Jauretche (1901-1974) suena poco menos que desconocido a las nuevas generaciones. ¿Cuál es su vinculación con el Banco de la Provincia de Buenos Aires? Más aún: cuando el Banco es epicentro de una batalla en que se mide el interés de la Provincia y de la Nación con la angurria del capital financiero transnacional, ¿qué nos puede decir, todavía, Jauretche?

Empecemos por reseñar de quién estamos hablando. Arturo Jauretche fue autor de una docena de títulos de lectura indispensable: Los profetas del odio, El Plan Prebisch, Ejército y Política, El manual de zonceras argentinas, El medio pelo en la sociedad argentina, entre otros. Todos ellos debieran figurar en los planes de estudios de colegios y universidades.

Político, soldado y poeta

Pero Jauretche no fue para nada lo que convencionalmente se entiende por un escritor. Fue ante todo un político, desde joven enrolado en el radicalismo yrigoyenista, que contribuyó como pocos a cimentar la conciencia nacional en los oscuros días de la Década Infame. Cuando llegó a la conclusión de que el radicalismo, muerto Hipólito Yrigoyen en 1933, había sepultado junto con el caudillo las banderas que habían sido su razón de ser, Jauretche y un puñado de hombres de su generación fundaron FORJA y fueron precursores primero, e integrantes luego, del nuevo movimiento nacional que irrumpiría en 1945.

Ese año dio comienzo una década de revolución nacional. Una verdadera y profunda transformación, de signo totalmente contrario a la que se impuso a América Latina en los años ‘90. Nacionalismo económico, impulso a la industrialización, derechos sociales, política exterior autónoma, fueron los ejes de aquella nueva etapa histórica.

En otras palabras, FORJA vio realizar su programa por obra de ese nuevo fenómeno político que un joven coronel conducía con sagacidad y energía. Por las mismas razones, Jauretche ha sido considerado el nexo viviente entre el yrigoyenismo y el peronismo y el forjador de un nacionalismo democrático, popular y revolucionario. El pensador, el orador, el conversador incansable y punzante, fue también soldado y poeta. Participó como combatiente en las patriadas radicales del años ‘30, y cantó luego la gesta en un poema, porque al igual que el protagonista, Julián Barrientos, el autor “anduvo en ella”. El poema se llama El paso de los libres, y en su momento lo prologó Jorge Luis Borges, antes de consagrarse como el gran escritor anglo-europeo del Río de la Plata, y treinta años después lo hizo Jorge Abelardo Ramos, que rescató el texto del olvido.

Jauretche, presidente del Banco

Este hombre, que se sintió ingratamente marginado por el movimiento nacional que tanto había contribuido a plasmar, fue convocado por el gobernador Domingo Mercante en 1946 para presidir el Banco de la Provincia de Buenos Aires.

En octubre de ese año se hace cargo de sus funciones y emprende de inmediato la tarea de su reestructuración, y así el Banco, que funcionaba como institución mixta, pasó a ser banco estatal. Jauretche se empeñó con firmeza y entusiasmo en poner el banco provincial al servicio de una política de apoyo al pequeño y mediano productor rural en los marcos de una orientación nacional de industrialización y promoción del mercado interno.

Hasta esos momentos -recuerda el historiador Honorio Alberto Díaz- “la función crediticia en la Provincia se encontraba tergiversada. Los chacareros se veían obligados a recurrir a las casas de ramos generales para obtener préstamos. Dichos acreedores compraban después la producción a esos deudores comprometidos que, después, no tenían más remedio que volver a endeudarse”. Jauretche puso fin a ese mecanismo perverso.

Su gestión al frente del Banco le permitió conocer en su trama íntima la labor de funcionarios y empleados de la banca oficial. Así pudo escribir: “He vivido bastante para sorprenderme de nada. En mi adolescencia creía que la virtud se había refugiado fundamentalmente en las dos carreras que deben estar más lejos de las seducciones del dinero: la de las armas y el sacerdocio. Hace mucho que mis creencias juveniles fueron puestas a prueba, y puedo asegurar que es en los bancos oficiales, en sus funcionarios y empleados, donde he encontrado sus mejores testimonios”. Aunque en estos tiempos revueltos no faltan deshonrosas excepciones, la reivindicación que hace Jauretche de la labor bancaria estatal es por demás oportuna y se corresponde plenamente con el ideario nacional de quien contribuyó, en un momento peculiar de su historia, a la transformación del Banco de la Provincia de Buenos Aires en una de las más sólidas y prestigiosas instituciones financieras de América Latina.

Un motivo más para defender lo nuestro de la codicia de la banca mundial, disfrazada de globalización, y para recordar a un eminente argentino, hoy gran olvidado, que dio peculiar impulso al Banco que presidió y que fue, más allá de esa circunstancia, un patriota cabal en el pensamiento y en la acción.

1 comentario

GUILLERMO -

Lo mío es solo un breve comentario personal. Soy compañero de Alberto Guerberof en Causa Popular. Viví en el barrio de Palermo, Capital Federal, hasta que me mude al barrio de La Lucila, en la zona norte del Gran Buenos Aires hacia 1954. Mi padre hizo construir la casa gracias a un préstamo de Arturo Jauretche a ¡30 años de plazo! Esos eran directores de bancos que servían al pueblo y que no inventaban “corralitos” y “corralones”. Esos eran patriotas.