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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado

andrés soliz rada


BOLIVIA

<h1><hr><u>BOLIVIA<h1></u>

CUANDO LOS PUEBLOS RESUCITAN

Por Andrés Soliz Rada

En nota titulada “La Agonía Nacional”, publicada en “La Epoca”, del 4-12-05,  decíamos que Bolivia estaba en camino de desintegrarse por haber perdido su “ajayu” (palabra aymara que significa alma). Añadíamos que, para revertir la situación, el triunfo de Evo Morales, en las elecciones del 18 de diciembre último, era insuficiente, ya que, si se deseaba detener la debacle y reabrir el camino de la esperanza, esa victoria tenía que ser contundente, a fin de convertir al Movimiento al Socialismo (MAS), de mero frente electoral en Movimiento Patriótico capaz de aglutinar al conjunto de  la nación oprimida. Y el milagro se produjo. Evo obtuvo el 54 % de los sufragios, lo que le proporciona la legitimidad que necesita para revertir las políticas neoliberales, que llevaron al país al borde de la desintegración. Se confirmó, una vez más, que los pueblos saben encontrar las respuestas que necesitan para preservar su existencia.

Sin embargo, sería grave error creer que la recuperación de la autoestima, de la dignidad, de la soberanía y de los recursos naturales serán tareas fáciles. Todo lo contrario. Voceros del Partido de Aznar, en España, ya mostraron las uñas, al afirmar, sin prueba alguna, que Evo ganó los comicios con los petrodólares de Venezuela. ¿Desde cuando los recursos de un país latinoamericano son superiores a los del Imperio y de las transnacionales?

En lo interno, la oligarquía nativa se aglutinará alrededor del Senado de la República, donde, gracias a un absurdo sistema electoral, los derrotados tienen un senador más que los partidarios de Evo, lo que los llevaría a sabotear todos los proyectos de ley, por la vía de falta de quórum en la Cámara Alta. Ante esta situación, dirigentes del MAS advirtieron que los movimientos sociales impedirán  el sabotaje oligárquico. Los grandes medios de comunicación social están en manos neoliberales. Así ocurre con un matutino nacional, cuyo director es parte del Movimiento Bolivia Libre (MBL), responsable, junto a Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL), de la desaparición del ente petrolero estatal.

Los neoliberales controlan también importantes gobiernos departamentales, desde donde tratarán de impedir que el Estado recupere el control de los hidrocarburos en toda la cadena productiva y convoque a una Asamblea Constituyente, que debe colocar los cimientos de un país menos excluyente, con autonomías departamentales, en el marco de la unidad nacional, que impulse la industrialización del país y lo inserte en proyectos de contenido latinoamericano, como la empresas petroleras de la América del Sur, propuesta por el Presidente de Venezuela.

Sin embargo, los problemas vendrán también de una izquierda “termocéfala”, que ha comenzado a otorgar plazos de cien días a Evo para resolver problemas estructurales, como la desocupación, e incrementos salariales al margen de la realidad. Hoy, más que nunca, los movimientos sociales deben enfrentar los grandes desafíos de Bolivia junto a Evo y no contra él. La vigencia de una tregua social para enfrentar al Imperio y encarar con éxito las tremendas dificultades que se avecinan es indispensable.

También pueden surgir corrientes, dentro del MAS, que pongan en jaque al propio MAS. En ese listado se hallan los militantes de partidos conservadores que ingresaron a sus filas, con la finalidad de mantener sus privilegios y los de las clases sociales a las que representan. Ellos predicarán “prudencia” para que nada cambie, lo que erosionaría las esperanzas y la credibilidad de Evo Morales. Pero también dentro del MAS se hallan grupos fundamentalistas, aunque de escasa importancia, que predican un indigenismo a ultranza, lo que impedirá que el instrumento político del cambio se consolide en todos los distritos del país. Las tareas que los bolivianos tenemos por delante son gigantescas y difíciles. Sin embargo, al haber recuperado nuestro “ajayu”, permite observar el horizonte con una mirada de esperanza.


BOLIVIA: EL BOCADO DE "EL MUTÚN"

<HR><h1><u>BOLIVIA: EL BOCADO DE "EL MUTÚN"</h1></u>

Por: Andrés Soliz Rada

El bolo alimenticio de varias transnacionales, integrado por la fabulosa serranía de “El Mutún”, al este del departamento de Santa Cruz, en plena frontera con Brasil, que contiene 40.000 millones de toneladas de mineral de hierro y 10.000 millones de toneladas de manganeso, ya estaba en sus gargantas. No se lo pudieron tragar porque la presión ciudadana logró recuperarlo del fondo de su garganta,

La licitación, que debía favorecer a las empresas brasileñas Sidersul y Vale do Río Doce Akes SA., estaba totalmente digitada. El grupo “Tumbar”, de la familia “Monasterios”, de Santa Cruz, vinculado al multimillonario brasileño, Eike Batista, ya  había logrado un permiso para avanzar en la explotación de la serranía. Ahora tenía comprometido el respaldo de cuatro de los siete integrantes del comité de adjudicación del proyecto.

Lo insólito del caso, es que se pretendía que la explotación de 1.5 millones anuales de toneladas de hierro, para la fabricación de arrabio, se la hiciera con carbón vegetal, lo que implicaba la tala de 45 hectáreas diarias de bosque amazónico,  que alcanzaría a 165 mil hectáreas anuales y 657 mil hectáreas en los 40 años de duración del proyecto.

Los depredadores afirmaban que su propuesta era la más ventajosa, al ofrecer fuentes de trabajo a 5000 motosierristas que, sin medida ni clemencia, derribarían árboles para convertirlos en combustible de la acería. Sin embargo, es más insólito todavía que a sólo 20 kilómetros del cerro cruce el gasoducto de Santa Cruz s San Pablo, lo que facilita el uso del gas natural como reductor del hierro, a fin de producir hierro esponja o palanquillas, cuyas utilidades son muy superiores a la sola comercialización del arrabio,

El secreto del enigma reside en que el arrabio debía servir como insumo a las acerías que Brasil tiene en la serranía de "El Urucum", hermana siamesa  de "El Mutún", donde se producen derivados del mineral de hierro con diesel y termoelectricidad. De esta manera, la parte boliviana del yacimiento, en lugar de ser competitiva del Brasil, se convertía en su subsidiaria.

Al detenerse la licitación, se pudo conocer que la empresa Shandong Luneng, de China, ofrece invertir, en lugar de los 500 millones de dólares de los brasileños, 5.000 millones de dólares, que abarca la construcción de un moderno ferrocarril que atraviese el territorio boliviano hasta Tacna Perú, para, desde allí, exportar, a través del Océano Pacífico, productos elaborados para los crecientes mercados asiáticos.

La importancia de la oferta es de tal magnitud que Bolivia, por primera vez en su historia, tendría un ferrocarril que articule el oriente y el occidente de su territorio. Hasta el día de hoy, el país tiene una red oriental de ferrocarriles, conectada a Argentina y Brasil, y una red occidental, que le sirve para exportar minerales por puertos chilenos. Las redes oriental y occidental continúan separadas.

Muchos creen que la licitación de “El Mutún”, en condiciones tan negativas para la ecología de Bolivia, era una contravención al protocolo de Kyoto, suscritos por Bolivia, en preservación de la capa de ozono. El atentado, a punto de consumarse, se detuvo por el abrumador triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales, en las elecciones presidenciales del 18 de diciembre pasado.

Morales, frente a quienes pretendían presentarlo como "enemigo" del desarrollo de Santa Cruz por coadyuvar a que la licitación se postergue, aseguró que ella se llevará adelante dentro de dos meses, pero se da por descontado que, en forma previa, se cambiará el Código de Minería,  elaborado por el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, a la medida de sus intereses privados, y se prohibirá el uso del carbón vegetal en la reducción del hierro.

Tampoco es casual, finalmente, que empresarios brasileños, asociados a grupos oligárquicos de Santa Cruz, se hubieran adjudicado 600.000 hectáreas de bosques cercanos a "El Mutún", a fin de perpetrar el ecologicidio aquí denunciado.


BOLIVIA: LOS DERROTADOS

<hr><h1><u>BOLIVIA: LOS DERROTADOS </h1></u> Por Andrés Soliz Rada

Los separatistas de la oligarquía cruceña, uno de cuyos representantes es el presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), José Céspedes (“El Deber”, 18-06-05), son los principales derrotados en las elecciones presidenciales del 18 de diciembre pasado, en las que Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS), obtuvo un triunfo inobjetable. Estos disgregadores del territorio patrio se aprestaban a entregar a las petroleras norteamericanas y europeas el dominio total de las regiones arrancadas de la soberanía nacional, a fin de convertirlas en otros “kuwaits” del cono sur latinoamericano.

Céspedes y sus congéneres no imaginaron, ni en sus peores pesadillas, que uno de cada tres habitantes de Santa Cruz de la Sierra votaría por el MAS y que uno de los tres senadores de ese departamento responderá al primer indígena que llega a la Presidencia, con un discurso de unidad nacional, que aísla y derrota también a los voceros de un fundamentalismo indigenista, tan trasnochado como la edad de piedra. En las candidaturas perdidosas, los separatistas también fueron marginados.

La noche de las elecciones, alrededor de 40.000 personas se congregaron en las inmediaciones de la Casa de Campaña del MAS de Santa Cruz para festejar su victoria. La prepotencia de la Unión Juvenil Cruceñista, que repelió a palos a indígenas que trataban de ingresar a la Plaza de la ciudad oriental, será difícil que se repita. Uno de los economistas más prestigiosos del país, por su talento y honestidad, además de portador de dos apellidos tradicionales del oriente boliviano, Roger Ortiz Mercado, es el vocero del MAS en Santa Cruz, lo que equivale a decir también que es el vocero de la unidad nacional en ese departamento.

La derrota alcanza a los gerentes y subalternos de las transnacionales, que añoraban discutir los contratos petroleros con sumisos funcionarios distritales que acataran sus órdenes y no con un Estado nacional, que debe retomar el interrumpido camino de su construcción y fortalecimiento, con el apoyo de regímenes que, en mayor o menor grado, defienden la autonomía de sus pueblos, como Chávez, Lula, Vásquez y Kirchner. Los racistas de los nueve departamentos también han mordido el polvo de la derrota. Sus antepasados fundaron, en 1825, una república oligárquica de la que fue excluido el 90 por ciento de sus habitantes, lo que generó un colonialismo interno que el MAS debe terminar de erradicar.

Este triunfo tiene, como antecedentes, la rebelión de Tupak Katari de 1781; las insurrecciones de mojeños y chiriguanos en el oriente boliviano, la revolución paceña del 16 de julio de 1809, en cuya Junta Tuitiva participaron representantes indígenas; la revolución del 9 de abril de 1952, que consagró el voto universal; la fundación de Conciencia de Patria (CONDEPA), que, en 1989, logró que Remedios Loza sea la primera mujer indígena en ser diputada nacional y los triunfos de movimientos sociales que expulsaron a la norteamericana Bechtel que impuso la privatización del agua y consiguieron la fuga del corrupto Gonzalo Sánchez de Lozada.

La victoria de Evo Morales está, sin embargo, plagada de dificultades. La primera de ellas reside en contener a quienes tratarán de utilizar la elección de prefectos (gobernadores de cada departamento) para continuar enarbolando consignas separatistas. El Presidente electo ha aclarado que en la Asamblea Constituyente, a reunirse desde agosto próximo, se apoyarán a las autonomías en el marco de la unidad nacional. La simbiosis de ponchos y corbatas es la frase que utilizó al iniciar su campaña proselitista.

Las autonomías no están en discusión. Lo que se debatirá serán su contenido y sus alcances. Esta claro que las autonomías no incluyen a las relaciones exteriores, a las Fuerzas Armadas y la Policía, al régimen económico y financiero, a una base filosófica común en la educación, que coadyuve a la consolidación del ser nacional, y la planificación estratégica de la economía. Lo anterior significa estructurar un Estado nacional capaz de insertarse en los proyectos de integración de América Latina, sobre todo, en materia petrolera. Finalmente, Evo y el MAS requieren aislar a la ultra izquierda, pero para ello deben demostrar que no son una continuación del neoliberalismo, repudiado en las calles y en las urnas, sino una ruptura con la claudicación y el saqueo, con la inmoralidad y el cinismo.


BOLIVIA

<h1><hr><u>BOLIVIA</h1></u> SIGNIFICADO DE LAS ELECCIONES

Por Andrés Soliz Rada

En las elecciones del 18 de diciembre próximo, se juega la viabilidad de Bolivia. El triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales, puede significar, más allá de sus contradicciones y limitaciones, la recuperación progresiva de la soberanía nacional, casi anulada por los regímenes neoliberales de las dos últimas décadas. El analista argentino, Andrés Oppenheimer, conocido por sus posiciones neoliberales, acaba de afirmar, en el “Miami Herald”, al igual que su congénere Carlos Alberto Montaner, que el único país en el continente en riesgo de desaparecer es Bolivia.

El drama de esta república reside en tener una importante reserva de gas natural, adecuada a las necesidades del Cono Sur, donde las grandes petroleras como Repsol, Total, British Gas y Exxon, están fuertemente asentadas, sin que el Estado nacional, reducido a escombros por el neoliberalismo, antes de haber podido consolidarse, esté en condiciones de fiscalizarlas. La posibilidad de contener la balcanización del país no pasa sólo por el triunfo del MAS, sino porque ese triunfo sea contundente, a fin de tener la fuerza que necesita para detener a las tendencias separatistas alentadas por transnacionales, sobre todo en Tarija y Santa Cruz.

El domingo se elegirán no sólo al presidente y vicepresidente de la República, sino a Prefectos departamentales, varios de los cuales podrían alentar tendencias disgregadoras, con el apoyo de centros de poder mundial, organismos financieros y grandes consorcios económicos. Se necesita que el MAS deje de ser sólo una confusa y vacilante fuerza de resistencia al neoliberalismo, para convertirse en Movimiento Liberador, capaz de aglutinar a la nación oprimida, sin caer en fundamentalismos indigenistas que profesan varios de sus dirigentes.

El movimiento nacional requiere de capacidad de movilización en torno a la defensa de la autoestima, de la propiedad de los recursos humanos y naturales y de su industrialización interna, dentro de la visión bolivariana, hoy liderada por el Presidente Hugo Chávez. El MAS debe comprender que no está partiendo de cero. Por ello debe recoger las banderas del socialismo militar que en 1937 protagonizó la primera nacionalización del petróleo en América Latina; del Presidente Gualberto Villarroel, colgado, en 1946, de un farol de la Plaza Murillo, de La Paz, por enfrentar a la plutocracia del estaño y los latifundistas; de la traicionada Revolución Nacional de 1952; de la segunda nacionalización del petróleo de 1969, llevada a cabo por el general Alfredo Ovando; y del “Modelo Endógeno de Desarrollo, propuesto por “Conciencia de Patria”, en 1989. Sobre esa base, Evo Morales puede convertirse en el primer presidente indígena, con visión nacional, en un país de mayoría quechua-aymara.

El destino de Bolivia depende también del apoyo de los movimientos populares de América Latina, que no pueden observar con indiferencia, como hasta ahora, los intentos del imperio y sus agentes por despedazar al país. El MERCOSUR es la avanzada de la resistencia a las ingerencias imperiales, pero, infelizmente, poderosas transnacionales están incrustadas en los países que lo integran. Del resultado de la pugna entre los pueblos de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay frente a las petroleras de EEUU, Inglaterra, Francia y España dependerá también el proceso boliviano.

Petrobrás debería ayudar a la reorganización de la empresa petrolera estatal de Bolivia (YPFB), sin someterse a las presiones de sus socias: Repsol y la Shell. La ayuda venezolana debe servir para que YPFB forme parte de Petrosur, la propuesta más audaz del Presidente Chávez. Es un grave error creer que la derrota del movimiento popular boliviano beneficiará a los países vecinos. Todo lo contrario. La disgregación de Bolivia proseguirá con similares intentos en Paraguay, Uruguay, Perú y Ecuador, sin olvidar que el capital financiero busca arrancar la Patagonia de la soberanía argentina y la Amazonía del control brasileño.


BOLIVIA: “IMPERIALISMO” VENEZOLANO

<hr><h1><u>BOLIVIA: “IMPERIALISMO” VENEZOLANO</h1></u> Por Andrés Soliz Rada
La Paz – Bolivia

“Sólo los necios hablan de establecer relaciones perdurables, sin el empleo de la fuerza, entre la raza americana pura, tal como existe en los Estados Unidos, y la raza mestiza hispano india, tal como se encuentra en México y Centro América" .William Walker: “Autobiografía”.1855 (“Guía del Tercer Mundo”. Editorial Bodoni. México, 1979. Página 315).

En las campañas electorales de todo el mundo existen exageraciones y falsedades. Sin embargo, es demasiado que Hernán Terrazas, representante de la candidatura presidencial de Jorge Quiroga, hubiera indicado a Juan Ramón Quintana, delegado de Evo Morales, que este último apoyaba al “Imperialismo Venezolano”, de Hugo Chávez, en respuesta a la crítica que recibió de coincidir con la política de EEUU.

La frase del filibustero norteamericano que inicia esta nota, quien, con apoyo de Washington, se proclamó, en 1856, presidente de Nicaragua, a fin de extender el esclavismo que estaba a punto de ser abolido en su país, se anticipó a la diferencia que establecieron los clásicos del marxismo, sobre todo a partir de Lenin, entre países opresores y oprimidos, caracterizada por la succión del excedente económico que, en mayor o menor grado, sufren las colonias y semicolonias por los imperios, no exenta de invasiones y mutilaciones territoriales.

Sobre el particular, Carlos Montenegro, en su libro “Las Inversiones Extranjeras en América Latina”
, desnuda la brutalidad con que EEUU se anexó la mitad de México, dividió a Colombia para crear la República de Panamá, los desembarcos de marines en Centro América, la prepotencia con que la CIA derrocó a Jacobo Arbenz, en Guatemala, o las matanzas de la United Fruit, en países "bananeros" insumisos al coloso norteamericano.

Lo anterior no sólo es historia. Es también presente. No han pasado muchos años desde el bombardeo a Panamá, las invasiones a Granada o la República Dominicana, las imposiciones de dictaduras inhumanas en la región o los genocidios en Irak o Afganistán, sin olvidar los innecesarios bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki, sus cárceles en Bagdad o Guantánamo o los actuales centros de tortura de la CIA en Europa oriental.

Venezuela, en cambio, es una más de las provincias balcanizadas de la Patria Grande. Sufrió todas las consecuencias de esa disgregación, desde la succión petrolera y la mono producción, recordada por Sergio Almaraz en su “Petróleo en Bolivia”. A fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX, sufrió el bombardeo de sus puertos, por barcos ingleses, alemanes e italianos, por el no pago de la deuda externa.

Todos los intentos de las semicolonias por detener la humillación han sido denostados por las metrópolis y sus agentes internos. Perón fue tildado de fascista, Villarroel de nazi, el MNR de comunista, al igual que el gobierno del general Alfredo Ovando y Marcelo Quiroga Santa Cruz, por nacionalizar el petróleo.

Con todos los defectos que se quiera encontrar al Presidente venezolano, Hugo Chávez es un referente de la liberación nacional en América Latina, sobre todo por pretender articular a las empresas estatales en América del Sur y Centroamérica. Lo anterior es intolerable para las transnacionales europeas y norteamericanas del oro negro.

En la política cotidiana, no siempre coinciden las visiones de Venezuela y Bolivia, menos si esta se halla gobernada por los continuadores de la política de Gonzalo Sánchez de Lozada. Desde luego que nos alegró que Chávez apoyara la causa marítima de Bolivia y no compartimos su apoyo a José Miguel Insulza para la Secretaría General de la OEA. Hubiéramos preferido que siga comprando soja boliviana y no la de EEUU. Quisiéramos que rompa el anillo energético que busca succionar el gas boliviano.

Sin embargo, una es la política concreta de Chávez que tiene que buscar las formas de detener los intentos de la CIA por derrocarlo y asesinarlo, y otra utilizar esos matices para calificar a su régimen de “imperialista”, como los que presiden los Bush, los Cheney o los Tony Blair.


BOLIVIA: LA AGONÍA NACIONAL

<hr><h1><u>BOLIVIA: LA AGONÍA NACIONAL</h1></u> Por Andrés Soliz Rada

Bolivia agoniza, pero no sólo por la voracidad de las petroleras, la maldad de los organismos financieros o la ambición de las oligarquías vecinas. Agoniza por su crisis espiritual, porque su “ajayu” (palabra aymara que significa alma) está casi desintegrada.

Cuando miles de comerciantes exigen que continúe la venta de ropa usada de EEUU (prohibida en toda la región), lo que ocasiona el cierre de fábricas y talleres, se advierte que la crisis ha alcanzado a sectores populares.

Cuando las FFAA observan impasibles la entrega a EEUU de 28 mísiles defensivos (de corto y mediano alcance), donados por China Popular, para que sean desactivados y luego devueltos como chatarra, se comprueba que carecen de dignidad.

Cuando el candidato presidencial del MNR, Michiaki Nagatani, es aplaudido por asegurar que seguirá pagando a los mayores de 65 años un bono solidario (BONOSOL), cuyo monto (250 dólares al año) es el mismo para un paupérrimo campesino o para el plutócrata Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL), con lo que se dilapidan los recursos de la liquidación de las empresas estatales, se engaña al país al decirle qué saldrá de la miseria por el camino de la limosna. ¿Qué hubiera pasado si los europeos occidentales utilizaban los dineros del Plan Marshall para repartirlo entre sus ancianos?

Cuando llega a la sede de gobierno el Presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), José Céspedes, después de vociferar la consigna ¡Independencia!, ¡Independencia!, en una reunión pública de Santa Cruz, (“El Deber” 18-06-05), sin que nadie critique su actitud, se demuestra que el fatalismo disgregador ha adormecido a columnistas y comunicadores sociales. Cuando los disgregadores de Bolivia hacen firmar libros a favor del separatismo sin que existan respuestas por la unidad nacional, se comprueba que la capacidad defensiva de los bolivianos es inexistente.

Cuando muchos cooperativistas mineros se oponen a la reorganización de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), en alianza con las transnacionales, y sindicalistas de YPFB que impulsaron la liquidación de la estatal petrolera pretenden repetir sus tropelías, ahora que la empresa ha sido reflotada, sin que la sociedad los condene, debe aceptarse que el debilitamientos de la conciencia nacional ha llegado al movimiento obrero. COMIBOL y YPFB pueden ser reorganizadas sin las lacras de la corrupción que las corroyeron.

Calles y caminos son cotidianamente bloqueados, con frecuente financiamiento de ONGs, por motivos nimios. No existe preocupación por el país en su conjunto. Muchos creen que los problemas serán resueltos con una Asamblea Constituyente, a realizarse después de las elecciones presidenciales del 18 de diciembre. Están equivocados, porque en estas elecciones se elegirán prefectos departamentales, que antepondrán la región al país y obstaculizarán la reconstitución del Estado Nacional.

Casi la mitad de la población deposita su esperanza en Evo Morales, el primer indígena, con visión nacional, que ocuparía la presidencia de la República. Me sumo a esa ilusión, pero siempre y cuando su acompañante a la vicepresidencia, Álvaro García Linera, abandone su prédica de “nación aymara”, con derecho a territorio propio, a parlamentarios “originarios” y manejo autónomo de recursos naturales. Hasta ahora nadie ha trazado diferencias claras entre indígenas y mestizos o entre territorios de unos o de otros. Por el contrario, la base de la nación es indo mestiza. Pero en tanto el indigenismo a ultranza es sólo testimonial, detrás del separatismo regional están las transnacionales que pretenden controlar el gas de Tarija y Santa Cruz, para beneficio de sus filiales y socias asentadas en Chile, Argentina y Brasil.

Existe poco espacio para la esperanza. Aunque el “ajayu” de Tupak Katari, de los protomártires de la independencia y de patriotas como Busch, Villarroel, Almaraz, Quiroga Santa Cruz y Ortiz Mercado puede aún lograr que el MAS forme parte de un Movimiento Nacional más amplio y unitario, desprovisto de fundamentalismos indigenistas y capaz de salvar a Bolivia.

 


BOLIVIA

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OMISIÓN EN LA CUMBRE

Por Andrés Soliz Rada
La Paz – Bolivia

El documento de la tercera cumbre de los pueblos de América, suscrito el 4-XI-05 en Mar del Plata, Argentina, paralelo a la reunión de presidentes del continente, resume las respuestas a la opresión imperial. En ese sentido, rechaza al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la deuda externa, el terrorismo de Estado, la detención política de ciudadanos cubanos en EEUU y la protección de Bush al terrorista Posada Carriles, defiende los derechos humanos, la integración Latinoamérica, una mejor distribución de la riqueza y seguridad hemisférica frente al neoliberalismo genocida.


Como todo en la vida es perfectible, el analista Enrique Oliva, en “Rebanadas de la Realidad”, del 8-XI-05 (distribuido por Internet), indica que la declaración debió exigir también el retiro de enclaves coloniales en las Malvinas, en las Guayanas y en islas del Caribe, convertidas en paraísos financieros. Admite, sin embargo, que el tema Malvinas fue subsanado en el vigoroso discurso del Presidente Hugo Chávez, quien concluyó vitoreando a las Malvinas argentinas.

Desde nuestro punto de vista, el documento de Mar del Plata debió denunciar, además, los desembozados intentos de desmembrar a Bolivia, en beneficio de las petroleras. En momentos en que concluía el evento contestatario, el ex canciller boliviano, Juan Ignacio Siles del Valle, revelaba que Chile promovió una invasión armada en Bolivia, el 24 de junio de 2004. Ese día se produjo la renuncia del Jefe de Estado, Carlos Mesa, quien dejó el cargo al Presidente de la Corte Suprema. Eduardo Rodríguez Veltzé. La sugerencia fue presentada por José Miguel Insulza, delegado de Santiago ante la asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), razón por la que Bolivia, explicó Siles, no apoyó su designación como secretario general de ese organismo. (“El Diario”, de La Paz, 5-X-05).

Insulza, según Siles, explicó que no estaba pidiendo la intervención de “cascos azules”, de las Naciones Unidas, sino una incursión internacional, basada en el artículo 20 de la “Carta Democrática” de la OEA, que justifica esa acción en caso de riesgo para la democracia en la región. Añadió que, felizmente, ningún país respaldo esa moción. En la misma publicación, otro ex canciller boliviano, Javier Murillo de la Rocha, acusa a Insulza de actuar “como un vulgar invasor”.

El analista Juan Ramón Quintana recordó que Chile se ha convertido en el aliado estratégico de EEUU en la región, que gastó, en los últimos años, más de 8.000 millones de dólares en armamentos, con lo que rompió el equilibrio militar en la zona, que envió tropas a Haití, vendió armas a Ecuador y permitió que su territorio sea utilizado por Inglaterra en la guerra con Argentina (“La Prensa”, 7-XI-05). Las transnacionales asentadas en Chile necesitan las reservas bolivianas de gas y agua dulce y han logrado que importantes empresarios chilenos se asocien a oligarcas de Santa Cruz, en rubros importantes como la Banca y la agroindustria.

Los acosos a la integridad de Bolivia no tienen pausa. Esa oligarquía, que deseaba designar un gobernador para Santa Cruz, impuso, mediante la manipulación de los grandes medios de comunicación masiva, la elección de prefectos desvinculados del Estado nacional, a realizarse en próximas semanas. El presidente de sus industriales, Gabriel Dabdoub, demandó la inmediata venta de gas a Chile, en lugar de que esta materia prima sea utilizada como elemento de negociación de Bolivia para recuperar su salida marítima y en contra de lo decidido por un referéndum nacional.

Esa oligarquía acoge en su seno a las petroleras que urgen las ventas de gas a sus filiales asentadas en Argentina y Brasil, vetando la industrialización interna el gas. Ya circulan libros pidiendo la “independencia” de Santa Cruz. En forma previa, el Ministro de Defensa argentino, Jorge Pampuro, declaró que Bolivia ya está libanizada. El prófugo Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) pronosticó que Bolivia será invadida como Afganistán. Mark Falcoff, asesor de Dick Cheney, aseguró que Bolivia será “borrada del mapa”. Bush insiste en que el país firme el tratado de inmunidad para sus tropas, ya instaladas en Paraguay. Tantos antecedentes ameritaban una advertencia en la cumbre de los pueblos de América.


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Maradona y Evo Morales - Cumbre de los pueblos 

LIBROS PARA LA UNIDAD NACIONAL 

Por Andrés Soliz Rada

La Paz - Bolivia

El titular periodístico es inequívoco: “Buscan firmas por la independencia de Santa Cruz” (“La Prensa”, 29-X-05). La consigna de dividir a Bolivia proviene de sectores del “Comité Pro Santa Cruz”, aplicada por la Unión Juvenil Cruceñista (UCJ), conocida  por golpear a indígenas que reclaman acceso a la tierra. Si sectores de ese Comité canalizan los planes de las petroleras, de centros de poder mundial y de la oligarquía chilena, ¿por qué los habitantes de Santa Cruz, respaldaos por el cardenal Julio Terrazas, jefes militares y policiales, empresarios, trabajadores del campo y de las ciudades, profesores, estudiantes y amas de casa, no abren libros en defensa de la unidad nacional?

Es verdad que la letal alianza de petroleras,  usurpadores de tierras fiscales e importantes medios de comunicación busca la secesión de Santa Cruz. Pese a ello, no detendrá la avalancha de un pueblo orgulloso de ser boliviano. El nacer en algún lugar del planeta es una fatalidad. Sin embargo, el haber nacido y vivido en un país oprimido por los imperios, saqueado por las transnacionales y cercenado por oligarquías vecinas, con la complicidad de nuestros propios oligarcas, es un reto para no convertirnos en apátridas. Es cómodo pertenecer a potencias que explotan a países pobres. Es heroico, en cambio, en países como el nuestro, conservar la heredad que nos legaron nuestros mayores y que debemos dejar a nuestros hijos.

Luchar en Bolivia por la integridad nacional no es lo mismo que defender el andino centrismo, la sede de gobierno, el número de escaños parlamentarios para las regiones o los privilegios de los burócratas que gobiernan desde La Paz. Esas deformaciones fueron estructuradas por los oligarcas de la plata, los “barones” del estaño y por quienes condujeron a la revolución de 1952 a la claudicación y la derrota, y que dejaron en la miseria al conjunto del país. Ningún ciudadano humilde, de ninguna región del país, fue cómplice de ese fracaso ni acuñó la  mentalidad centralista de la gran minería, digitada por el capital foráneo. Todo esto debe cambiar, pero no para despedazar a Bolivia ni empujarla a contiendas fratricidas.

Santa Cruz tiene demasiada tradición patriótica para dejarse manipular por traficantes inescrupulosos. Lo señeros espíritus del federalista Andrés Ibáñez (nacido en Cochabamba), de Germán Busch, nuestro máximo héroe en la guerra del Chaco, de Enrique Finot, el canciller en la primera nacionalización del petróleo en América Latina, de Dionisio Foianini, el fundador de YPFB, y de Humberto Vásquez Machicado, el eximio historiador que condenó el Código “Davenport” del MNR guiarán esa epopeya unitaria.

Cabe sumar el recuerdo de Ñuflo Chávez Ortiz, que tanto luchó contra el pongueaje,  de Mario Gutiérrez, el sólido defensor de la causa marítima, de José Ortiz  Mercado, el forjador de la mejor estrategia para el desarrollo nacional que se escribió en Bolivia o de Gladys Moreno, cuya melodiosa voz buscó siempre unir al país.

Esos nombres tienen continuadores en el presente, como los de la parlamentaria Nora Soruco, de políticos como Roger Ortiz Mercado, Jerjes Justiniano, Tany Menacho y Carlos Hugo Molina, de escritores como Homero Carballo, de artistas como Piraí Vaca, de cineastas como Rodrigo Bellot o de periodistas como Fredy Morales. Por el contrario, candidatos presidenciales como Jorge Quiroga Ramírez deben explicar por qué propician  a candidatos que atentan a la unidad nacional, como Roberto Ruiz Vas Werner en Tarija, en tanto Samuel Doria Medina, debe preguntar a su candidato vicepresidencial, Carlos Dabdou, si continúa planteando la “nación camba”, disgregadora de Bolivia.

La lucha por la unidad nacional exige diferenciarse de fundamentalismo indigenista, como el que propició Alvaro García Linera, candidato vicepresidencial del MAS, de Evo Morales, quien, felizmente, ha cambiado de discurso, y que servía, como anillo al dedo a los separatistas del oriente. Para abrir los libros en defensa de la unidad nacional nadie tiene que pedir permiso a nadie. Todo ciudadano que ama a su Patria debe hacerlo por iniciativa propia, con quienes comparten su patriotismo. Hoy, como nunca, adquiere validez, esta trascendental reflexión de José de San Martín: “Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, menos el no defenderla”.