BOLIVIA
EL PAÍS SIN CLASE DIRIGENTE
Por: Andrés Soliz Rada
En las semi colonias, como Bolivia, a diferencia de las naciones industrializadas, las clases sociales no se desarrollan principalmente por contradicciones internas, sino en oposición o apoyo a los imperialismos que distorsionan su economía. En este sentido, las oligarquías no tienen un proyecto nacional, ya que sólo aspiran a recoger las migajas de las transnacionales, a las que se unen para debilitar al Estado nacional. Sin embargo, en países vecinos los empresarios nativos no siempre son enemigos del Estado.Cabe recordar que las petroleras integran la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (FEPSC), que tiene peso político decisivo en la región. La Confederación de Empresarios, con sede en La Paz, avala la aberración, se ufana de haber impulsado la liquidación del ente petrolero estatal y nunca tuvo la honestidad de condenar la monumental corrupción de Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL).
Se pensó que los empresarios de origen indígena (en el país se los llama cholos) serían la vanguardia nacional, al no estar directamente vinculados al capital foráneo. El industrial cervecero, Max Fernández, impulsó la Unión Cívica Solidaridad (UCS), que obtuvo importantes espacios políticos, usados por “el jefe” para evadir impuestos con todos los gobiernos de turno a los que apoyaba con similar entusiasmo.
En 1988, el comunicador social, Carlos Palenque, fundó Conciencia de Patria (CONDEPA), con el fanático respaldo del cholaje indo mestizo. Su núcleo intelectual elaboró el “Modelo Endógeno de Potenciamiento Nacional”, varios de cuyos planteamientos fueron asimilados por la revolución venezolana y han sido recogidos, sin mencionar su procedencia, por el Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales.
CONDEPA desapareció el 2002, por la muerte prematura de su fundador, por no haber construido una dirección política sólida, por los fraccionamientos internos y por la campaña despiadada de casi todos los medios de comunicación del sistema, apoyada por la Corte Nacional Electoral y los partidos tradicionales. Sin embargo, CONDEPA abrió el camino a organizaciones quechua-aymaras, como el Movimiento Indígena Pachacutec (MIP), cuyos planteamientos etnicistas, lo hicieron inviable. Los partidos que se reclaman de la clase obrera, al sostener que la contradicción fundamental en Bolivia opera entre proletariado y burguesía y no entre el imperialismo y la nación oprimida, carecen de convocatoria.
En América Latina, los grandes movimientos nacionales, como el peronismo argentino, el MNR boliviano y el aprismo peruano, fueron forjados, a veces con participación militar, por intelectuales de las capas medias. El MNR, con Víctor Paz Estensoro a cabeza, claudicó desde el inicio de la revolución de 1952, al no completar la nacionalización de las minas con hornos de fundición, proceso industrial que continuó realizándose en fundiciones inglesas de propiedad de Patiño, el más importante de los “Barones” del estaño. Paz Estensoro terminó respaldando la liquidación de YPFB llevada a cabo por GSL.
La otra rama del MNR, acaudillada por Hernán Siles Zuazo, fue cercada, después de la reapertura democrática de 1978, por la social democracia, encarnada por el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), de Jaime Paz Zamora, y por el Partido Comunista (PC), línea Moscú. Los jóvenes idealistas del MIR, admiradores del Che Guevara, participaron en vergonzosos actos de corrupción, como en los llamados “narco vínculos”, y traicionaron a sus ideales, para terminar de abanderados, en meses pasados, de la ratificación del tratado de inmunidad para las tropas norteamericanas.
El MAS, que al igual que CONDEPA tiene una base social indo mestiza, no ha transparentado sus relaciones con las ONGs, lo que puede empantanarlo. Tampoco ha renunciado a prácticas corruptas heredadas del pasado. En anteriores días, su candidato renunciante a Senador por Santa Cruz, general ® Vito Ramírez, denunció que en el MAS existe “depravación política”, ya que fue presionado para firmar papeles en blanco a fin de garantizar su lealtad. El MAS tiene enemigos externos muy peligrosos, pero ninguno tan temible como el pragmatismo interno, al que debe derrotar a fin de constituirse en dirección política de la nación oprimida.