CHILE: LA DIPLOMACIA INCRÉDULA
Andrés Soliz Rada
La cancillería chilena ha resuelto enviar una delegación de parlamentarios a Europa y América Latina a fin de explicar la posición de su país en el diferendo limítrofe con Bolivia (La Razón, 6-1-04). ¿Argumentarán estos emisarios que Bolivia nunca tuvo acceso a las costas del Pacífico? Si toman esa decisión, ¿cómo explicarán la nota oficial entregada al gobierno de La Paz, el 13-8-1900, por el Ministro Plenipotenciario de La Moneda, Abraham Köning, que dice lo siguiente?:
Es un error muy esparcido... opinar que Bolivia tiene derecho de exigir un puerto en compensación de SU litoral... No hay tal cosa. Chile ha ocupado el litoral Y SE HA APODERADO DE EL con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena... Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones... Terminada la guerra, la nación vencedora impone sus condiciones y exige el pago de los gastos ocasionados. Bolivia fue vencida, no tenía con que pagar y entregó el litoral.
¿Mostrarán el tratado de paz y amistad del 20-X de 1904, en cuya parte inicial dice que Chile consolida la ocupación de territorios que figuran en el Tratado de Tregua de 1884? ¿Acaso tal ocupación no se refiere al litoral boliviano, anexado por las armas? ¿Recordarán la oferta chilena, de 1860, de comprar a Bolivia la zona de Mejillones? ¿Por qué Chile iba a comprar algo que era suyo? ¿Exhibirán la Constitución Política de su país, de 1833, que dice: La nación chilena se extiende en un vasto territorio limitado al norte por el desierto de Atacama. Si Atacama no era de Bolivia, ¿por qué Chile designó cónsules en Antofagasta, con filiales en Mejillones, Cobija, Tocopilla y Taltal? ¿No resulta absurdo designar cónsules en su propio territorio?
Si Bolivia no tuvo acceso al Pacífico, ¿cómo es que Chile y Bolivia suscribieron los tratados limítrofes de 1866 y 1874 sobre territorios costeros? ¿Y si les recuerdan que el presidente Ricardo Lagos acaba de decir a la TV estatal que Antofagasta era de Bolivia o que su país se apoderó sólo del diez por ciento del territorio que le arrebataron sus otros vecinos? (Palabras ratificadas por Germán Gamonal, en Ercilla,19-I-2004).
Si los parlamentarios viajeros afirman que la guerra se produjo porque Bolivia cobró un impuesto de 10 centavos por la exportación del quintal de salitre, en perjuicio de una compañía anglo-chilena, con lo que se habría incumplido el tratado de 1874, ¿no les replicarán que es inadmisible promover una invasión militar por ese hecho banal y enclaustrar a un país por 25 lustros? Si dicen que los acuerdos internacionales son eternos, ¿no recordarán que el pequeño Panamá modificó los tratados sobre su canal interoceánico firmado con EEUU, gracias al incontenible respaldo de la opinión pública mundial? ¿No es obvio que la demanda boliviana seguirá el mismo camino?
Estos y otros argumentos han sido confrontados en reuniones parlamentarias chileno-bolivianas (en varias de las cuales participó el autor de esta nota), a cuyo término, en los inevitables coloquios informales, los representantes transandinos admitían, de manera invariable, que los argumentos bolivianos eran moral, jurídica e históricamente incontestables. La controversia ha tomado ahora nuevos rumbos debido a que la izquierda chilena ha advertido que si quiere resistir al ALCA, repudiar al Tratado de Libre Comercio firmado con EEUU, solidarizarse con Chávez, ser parte de un MERCOSUR contestatario, en otras palabras resistir al Imperio, necesita identificarse con la causa marítima de Bolivia.
Así lo entendieron Vicente Huidobro y Gabriela Mistral y así lo entienden hoy centenares de intelectuales, religiosos, periodistas, poetas, políticos e historiadores abanderados por Pedro Godoy, Leonardo Jeffs, Manuel Cabieses, Cástulo Martínez y Augusto Alvarado. Ahora se ve, con más claridad, que el ideal de la Patria Grande sólo avanzará si se cierra la herida abierta por la guerra desatada por el imperio inglés, en 1879. El remezón ideológico y emocional está destruyendo el fino trabajo de colonización pedagógica (la frase es de Augusto Alvarado) con el que las clases dominantes alienaron la conciencia ciudadana. No cabe duda que la caída del muro oligárquico posibilitará el abrazo de dos pueblos hermanos.
bolpress
La cancillería chilena ha resuelto enviar una delegación de parlamentarios a Europa y América Latina a fin de explicar la posición de su país en el diferendo limítrofe con Bolivia (La Razón, 6-1-04). ¿Argumentarán estos emisarios que Bolivia nunca tuvo acceso a las costas del Pacífico? Si toman esa decisión, ¿cómo explicarán la nota oficial entregada al gobierno de La Paz, el 13-8-1900, por el Ministro Plenipotenciario de La Moneda, Abraham Köning, que dice lo siguiente?:
Es un error muy esparcido... opinar que Bolivia tiene derecho de exigir un puerto en compensación de SU litoral... No hay tal cosa. Chile ha ocupado el litoral Y SE HA APODERADO DE EL con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena... Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones... Terminada la guerra, la nación vencedora impone sus condiciones y exige el pago de los gastos ocasionados. Bolivia fue vencida, no tenía con que pagar y entregó el litoral.
¿Mostrarán el tratado de paz y amistad del 20-X de 1904, en cuya parte inicial dice que Chile consolida la ocupación de territorios que figuran en el Tratado de Tregua de 1884? ¿Acaso tal ocupación no se refiere al litoral boliviano, anexado por las armas? ¿Recordarán la oferta chilena, de 1860, de comprar a Bolivia la zona de Mejillones? ¿Por qué Chile iba a comprar algo que era suyo? ¿Exhibirán la Constitución Política de su país, de 1833, que dice: La nación chilena se extiende en un vasto territorio limitado al norte por el desierto de Atacama. Si Atacama no era de Bolivia, ¿por qué Chile designó cónsules en Antofagasta, con filiales en Mejillones, Cobija, Tocopilla y Taltal? ¿No resulta absurdo designar cónsules en su propio territorio?
Si Bolivia no tuvo acceso al Pacífico, ¿cómo es que Chile y Bolivia suscribieron los tratados limítrofes de 1866 y 1874 sobre territorios costeros? ¿Y si les recuerdan que el presidente Ricardo Lagos acaba de decir a la TV estatal que Antofagasta era de Bolivia o que su país se apoderó sólo del diez por ciento del territorio que le arrebataron sus otros vecinos? (Palabras ratificadas por Germán Gamonal, en Ercilla,19-I-2004).
Si los parlamentarios viajeros afirman que la guerra se produjo porque Bolivia cobró un impuesto de 10 centavos por la exportación del quintal de salitre, en perjuicio de una compañía anglo-chilena, con lo que se habría incumplido el tratado de 1874, ¿no les replicarán que es inadmisible promover una invasión militar por ese hecho banal y enclaustrar a un país por 25 lustros? Si dicen que los acuerdos internacionales son eternos, ¿no recordarán que el pequeño Panamá modificó los tratados sobre su canal interoceánico firmado con EEUU, gracias al incontenible respaldo de la opinión pública mundial? ¿No es obvio que la demanda boliviana seguirá el mismo camino?
Estos y otros argumentos han sido confrontados en reuniones parlamentarias chileno-bolivianas (en varias de las cuales participó el autor de esta nota), a cuyo término, en los inevitables coloquios informales, los representantes transandinos admitían, de manera invariable, que los argumentos bolivianos eran moral, jurídica e históricamente incontestables. La controversia ha tomado ahora nuevos rumbos debido a que la izquierda chilena ha advertido que si quiere resistir al ALCA, repudiar al Tratado de Libre Comercio firmado con EEUU, solidarizarse con Chávez, ser parte de un MERCOSUR contestatario, en otras palabras resistir al Imperio, necesita identificarse con la causa marítima de Bolivia.
Así lo entendieron Vicente Huidobro y Gabriela Mistral y así lo entienden hoy centenares de intelectuales, religiosos, periodistas, poetas, políticos e historiadores abanderados por Pedro Godoy, Leonardo Jeffs, Manuel Cabieses, Cástulo Martínez y Augusto Alvarado. Ahora se ve, con más claridad, que el ideal de la Patria Grande sólo avanzará si se cierra la herida abierta por la guerra desatada por el imperio inglés, en 1879. El remezón ideológico y emocional está destruyendo el fino trabajo de colonización pedagógica (la frase es de Augusto Alvarado) con el que las clases dominantes alienaron la conciencia ciudadana. No cabe duda que la caída del muro oligárquico posibilitará el abrazo de dos pueblos hermanos.
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