INSULZA, EL COLÉRICO
Por José Steinsleger
La Jornada - 5 de Mayo de 2005
La historia mediata probará que José Miguel Insulza fue el "tapado" del Departamento de Estado para ocupar el cargo de titular del ministerio de colonias y semicolonias llamado Organización de Estados Americanos (OEA).
Pocos días antes del golpe de 1973, estando en una conferencia política en Argelia, el hoy nuevo secretario general de la OEA (quien entonces cargaba el maletín de Clodomiro Almeyda, canciller de Salvador Allende) prefirió quedarse en París mientras su jefe retornaba a la lucha. Finalmente, Almeyda fue encerrado en el penal de la isla Dawson.
Luego de su paso por la democracia cristiana y el Movimiento Popular de Acción Unitaria (MAPU), en París primero, en Roma después, Insulza se convirtió en socialista "renovado". Así llegó a México (1981), con la firme determinación de convertirse en una suerte de técnico de la "democracia". Hizo carrera y fuertes contactos con la mafia democratista europea. En 1988, con el pituto (chamba) asegurado, regresó a Chile en momentos en que los dirigentes de la "Concertación" decidían olvidarse de los mártires que abrieron el camino, bajando la cabeza ante las advertencias de Pinochet: "si tocan a uno de mis hombres, se acabó el estado de derecho".
De los cuatro temperamentos a los que los filósofos antiguos dieron nombre estable (colérico, flemático, melancólico, sanguíneo), parece que el de Insulza tiene fama de obedecer al primero, pues se excita fácil y fuertemente, sintiéndose impulsado a reaccionar al instante, lo que le conduce a nuevas excitaciones. En 1994 el Partido Socialista le reclamó haber aceptado el cargo de canciller sin consultar a la dirigencia. Insulza respondió que sólo le debía explicaciones al presidente.
En 1996 una periodista denunció la presencia del pinochetista Pedro Suckel en la embajada de Chile en México. Recordándole a la mamá, Insulza acusó a la periodista de ser "enemiga de la democracia" y acuñó una frase para el bronce: "No revisemos nuestras vidas. Los odios deben prescribirse" (ver caso en Proceso números 1028 y 1035, 14 de julio y 25 de agosto de 1996).
La funcionalidad de Insulza como gato del imperio quedó demostrada con creces cuando fue canciller del gobierno democristiano de Eduardo Frei Tagle. Estando Pinochet detenido por la justicia en Londres a pedido de España (octubre 1998-marzo 2000), el "socialista" habló del genocida como "ex jefe de Estado" y exigió su liberación "por razones humanitarias".
Simultáneamente, durante una conferencia de prensa en Santiago, un corresponsal alemán preguntó a Insulza si tal era "el precio del negocio". A los gritos, el canciller inquirió a su asesora de prensa: "¿quién es ese gallo?" Con la bilis hirviendo, abandonó la conferencia.
"En el momento en que se enteró de la detención de Pinochet ¿qué sensación prevaleció en usted, la satisfacción por la suerte corrida por el dictador, o la preocupación por el problema político que se le venía encima?" El aludido respondió: "La sensación de que éste era un lío negativo para el país" (entrevista con El País, 16/1/00).
Para salvar al tirano, abandonó la idea de plantear un arbitraje con España en el Tribunal Internacional de La Haya, en torno a la interpretación de la Convención Contra la Tortura, y exhumó un tratado genérico sobre controversias firmado por Chile y España en 1927, a fin de entablar una negociación política. Por sus diligencias, la familia de Pinochet le dio las gracias.
Ambicioso y mandón que sólo desea ser aplaudido y suplantar a los demás, el colérico es un tipo pagado de sí mismo y con alta estima de sus cualidades personales y sus éxitos. Otras cualidades negativas del colérico: testarudo, caprichoso y persuadido de que su misión es ocupar altos destinos, mas no de presidenciable a causa, precisamente, de su temperamento.
Fundamentalista del "consenso" y piedra angular del modelo de la "concertación" chilena, en sintonía con los Felipe González, Tony Blair, el economista Anthony Giddens o el sociólogo Alain Touraine, Insulza representa lo que el imperio necesitaba para su política intervencionista en el continente: un hombre "de izquierda". De "izquierda" y de signo mutable como el suyo: Géminis. Un personaje versátil que a menudo cambia de intereses, se adapta a cada situación con "pragmatismo", posee lengua caprichosa y carácter tan astuto como retorcido.
Se dice que Condoleezza Rice, secretaria de Estado, fue quien eligió a José Miguel Insulza al frente de la OEA. En realidad, la señora se limitó a leerle la cartilla de las prioridades de Estados Unidos, cosa que el flamante secretario general de la OEA repitió con puntos y comas: que la democracia en Cuba, que el populismo, que el terrorismo, etcétera.
Sin embargo, es posible que Luigi R. Einaudi, viejo zorro de la diplomacia yanqui y secretario interino de la OEA tras la renuncia del corrupto costarricense Miguel Angel Rodríguez (septiembre de 2004), nos cuente algún día cómo se fraguó la designación del chileno ante otros candidatos, impresentables en la hora actual de América Latina.
La Jornada - 5 de Mayo de 2005
La historia mediata probará que José Miguel Insulza fue el "tapado" del Departamento de Estado para ocupar el cargo de titular del ministerio de colonias y semicolonias llamado Organización de Estados Americanos (OEA).
Pocos días antes del golpe de 1973, estando en una conferencia política en Argelia, el hoy nuevo secretario general de la OEA (quien entonces cargaba el maletín de Clodomiro Almeyda, canciller de Salvador Allende) prefirió quedarse en París mientras su jefe retornaba a la lucha. Finalmente, Almeyda fue encerrado en el penal de la isla Dawson.
Luego de su paso por la democracia cristiana y el Movimiento Popular de Acción Unitaria (MAPU), en París primero, en Roma después, Insulza se convirtió en socialista "renovado". Así llegó a México (1981), con la firme determinación de convertirse en una suerte de técnico de la "democracia". Hizo carrera y fuertes contactos con la mafia democratista europea. En 1988, con el pituto (chamba) asegurado, regresó a Chile en momentos en que los dirigentes de la "Concertación" decidían olvidarse de los mártires que abrieron el camino, bajando la cabeza ante las advertencias de Pinochet: "si tocan a uno de mis hombres, se acabó el estado de derecho".
De los cuatro temperamentos a los que los filósofos antiguos dieron nombre estable (colérico, flemático, melancólico, sanguíneo), parece que el de Insulza tiene fama de obedecer al primero, pues se excita fácil y fuertemente, sintiéndose impulsado a reaccionar al instante, lo que le conduce a nuevas excitaciones. En 1994 el Partido Socialista le reclamó haber aceptado el cargo de canciller sin consultar a la dirigencia. Insulza respondió que sólo le debía explicaciones al presidente.
En 1996 una periodista denunció la presencia del pinochetista Pedro Suckel en la embajada de Chile en México. Recordándole a la mamá, Insulza acusó a la periodista de ser "enemiga de la democracia" y acuñó una frase para el bronce: "No revisemos nuestras vidas. Los odios deben prescribirse" (ver caso en Proceso números 1028 y 1035, 14 de julio y 25 de agosto de 1996).
La funcionalidad de Insulza como gato del imperio quedó demostrada con creces cuando fue canciller del gobierno democristiano de Eduardo Frei Tagle. Estando Pinochet detenido por la justicia en Londres a pedido de España (octubre 1998-marzo 2000), el "socialista" habló del genocida como "ex jefe de Estado" y exigió su liberación "por razones humanitarias".
Simultáneamente, durante una conferencia de prensa en Santiago, un corresponsal alemán preguntó a Insulza si tal era "el precio del negocio". A los gritos, el canciller inquirió a su asesora de prensa: "¿quién es ese gallo?" Con la bilis hirviendo, abandonó la conferencia.
"En el momento en que se enteró de la detención de Pinochet ¿qué sensación prevaleció en usted, la satisfacción por la suerte corrida por el dictador, o la preocupación por el problema político que se le venía encima?" El aludido respondió: "La sensación de que éste era un lío negativo para el país" (entrevista con El País, 16/1/00).
Para salvar al tirano, abandonó la idea de plantear un arbitraje con España en el Tribunal Internacional de La Haya, en torno a la interpretación de la Convención Contra la Tortura, y exhumó un tratado genérico sobre controversias firmado por Chile y España en 1927, a fin de entablar una negociación política. Por sus diligencias, la familia de Pinochet le dio las gracias.
Ambicioso y mandón que sólo desea ser aplaudido y suplantar a los demás, el colérico es un tipo pagado de sí mismo y con alta estima de sus cualidades personales y sus éxitos. Otras cualidades negativas del colérico: testarudo, caprichoso y persuadido de que su misión es ocupar altos destinos, mas no de presidenciable a causa, precisamente, de su temperamento.
Fundamentalista del "consenso" y piedra angular del modelo de la "concertación" chilena, en sintonía con los Felipe González, Tony Blair, el economista Anthony Giddens o el sociólogo Alain Touraine, Insulza representa lo que el imperio necesitaba para su política intervencionista en el continente: un hombre "de izquierda". De "izquierda" y de signo mutable como el suyo: Géminis. Un personaje versátil que a menudo cambia de intereses, se adapta a cada situación con "pragmatismo", posee lengua caprichosa y carácter tan astuto como retorcido.
Se dice que Condoleezza Rice, secretaria de Estado, fue quien eligió a José Miguel Insulza al frente de la OEA. En realidad, la señora se limitó a leerle la cartilla de las prioridades de Estados Unidos, cosa que el flamante secretario general de la OEA repitió con puntos y comas: que la democracia en Cuba, que el populismo, que el terrorismo, etcétera.
Sin embargo, es posible que Luigi R. Einaudi, viejo zorro de la diplomacia yanqui y secretario interino de la OEA tras la renuncia del corrupto costarricense Miguel Angel Rodríguez (septiembre de 2004), nos cuente algún día cómo se fraguó la designación del chileno ante otros candidatos, impresentables en la hora actual de América Latina.
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