EL PALACIO DE LA RISA
Al fondo, el estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego
Por Aristóteles España
aristotelesespana@esfera.cl
En la ciudad de Punta Arenas, región de Magallanes y Antártida de Chile, la Armada Nacional y el Gobierno devolvieron a las organizaciones de Derechos Humanos de esa zona en el día de ayer 11 de septiembre de 2005 el local denominado El Palacio de la Risa, inmueble donde alguna vez funcionó un hospital de las FFAA y que durante la dictadura fue un Centro de Torturas para hombres y mujeres que adherían al gobierno del Presidente Salvador Allende, sin distinción: jóvenes, mujeres, adultos, sindicalistas, académicos, fueron salvajemente torturados en ese local por personal de la Armada de Chile y del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
Los métodos allí utilizados están narrados en el libro El sur de la memoria que el suscrito publicó en 1992: parrilla eléctrica, el teléfono, azotes con tontos de goma, es decir, laques de fierro cubiertos de plástico y otras experiencias difíciles de narrar en esta crónica. A los prisioneros se les colgaba del techo del recinto para obligarlos a declarar inverosímiles historias, creadas en su mayoría por el fallecido General Manuel Torres de la Cruz, quien personalmente vigilaba los interrogatorios. Muchos prisioneros lo observaron cuando se les corrían las capuchas o las vendas y contemplaron como éste, junto a su Alto Mando gozaban del espectáculo.
Particular saña tuvieron con Alfonso Cárcamo, Francisco Alarcón, Sergio Lausic, Jeannette Antonin, Sergio Reyes, Nelson Reyes, Sergio Urrutia, Kika González de Zanzi, Sergio Cárdenas, Pablo Jeria, Carlos Zanzi, Hugo Miranda, estos cuatro últimos fallecidos recientemente y decenas de confinados en distintos recintos de detención, como consta en los informes de la Cruz Roja Internacional.
32 años después se intenta reparar el daño causado a las víctimas con exiguas pensiones, becas tardías, disculpas tantas veces postergadas. Pero algo es algo. Lo importante es que este lugar de horror, como Auswitch, Dachau, Treblinka, los centros nazis de tortura, sean ahora museos de la paz, para que no se borre la memoria histórica y las nuevas generaciones no cometan los errores de la clase política de la época y menos se dejen presionar por potencias extranjeras o grupos económicos como lo acaba de contar el ex Embajador norteamericano en Chile durante ese período, en el film de Patricio Guzmán.
Que las Agrupaciones de ex presos políticos de la zona llamadas Orlando Letelier y Salvador Allende sepan deponer sus diferencias y estén a la altura de lo que hoy nuestra patria requiere. Que El Palacio de la Risa albergue documentales, libros, revistas, testimonios orales, pinturas, esculturas, fotografías, que de cabida a los nuevos artistas del sur del mundo para que escriban una historia distinta donde los protagonistas sean jóvenes llenos de alegría y vigor para construir un país distinto. Que las autoridades educacionales inviten a delegaciones de todos los establecimientos a conocer ese lugar donde alguna vez reinó el dolor y la muerte y que se transforme desde hoy en un escenario lleno de vida, de canciones, solidaridad, encuentros. Que se organicen seminarios, eventos culturales donde los autores sean los ciudadanos de la Patagonia. Que se convoque a concursos artísticos para rendir homenaje a las víctimas, a los fusilados, a los desaparecidos de esa zona tan aislada, remota y gallarda.
Bienvenido el gesto de las nuevas autoridades de la Armada de Chile y el Gobierno. Estas medidas contribuyen a sanar de alguna medida los espíritus y a crear una corriente positiva en la sociedad para que nunca más se repitan estos hechos que tanto daño causaron a ese pueblo austral y a Chile entero.
3 comentarios
nelida oyarzun -
juana vera rodriguez -
barbara valdivieso -