PINOCHET, EPITAFIO PARA UN TIRANO
Caricatura de "La Jornada"
Ediciones Cuarto Propio, Santiago, 2005 - De Pablo Azócar
Comentario: Aristóteles España
“Los militares afirman que en 1973, en Chile, lo que hubo fue una guerra; si fuese cierto, Pinochet sería un criminal de guerra. Pero hasta un niño sabe que aquello no es verdad, y Pinochet, por lo tanto, es lo que es: un criminal a secas”.
Así comienza este libro del escritor Pablo Azócar (San Fernando, Chile, 1959). El autor apela a la crónica para registrar la vida, pasión y declive del personaje que gobernó Chile con mano de hierro durante 17 años y que fue creando a partir de sus inicios en el gobierno, una suerte de cofradía con lo cual compartió el poder y la gloria durante todos los años de su “reinado”.
“Tito” como le decían sus familiares y amigos de infancia, era el retoño predilecto de su madre, doña Avelina, quien lo moldeó para la vida militar que inició a temprana edad.
Según el testimonio de su ex Ministra, Mónica Madariaga, “fue educado por su apoderado en la milicia, el general Alfredo Portales Mourgues, quien siempre le dijo: nunca seas el primero ni el último, sé siempre hombre del medio; el que pasa inadvertido es el único que llega a término en la empresa que acomete”.
El escritor Germán Marín, ex alumno suyo en la Escuela Militar lo describe “como un capitán que tenía dominio sobre sus subordinados, con su bigotillo de galán mexicano, cultivaba una relación distante, provocada, creo, por una suerte de sospecha raigal hacia todo bicho viviente”.
Este libro narra la influencia de su esposa en el momento en que debió decidir su apoyo al golpe de estado, y en la estructuración de su gabinete en varias ocasiones, siendo la más conocida el despido del Canciller Hernán Cubillos después de su frustrado viaje a Filipinas.
Como en los grandes libros sobre dictadores, “El señor Presidente”, del guatemalteco Miguel Angel Asturias; “Yo, El Supremo”, del paraguayo Augusto Roa Bastos, este texto contiene materiales sobre los cambios de ánimo u opinión sobre los sucesos políticos de su tiempo, los vaivenes ocurridos en su entorno con relación a formas de gobernar, la cocinería política detrás del trono, en este caso, el Palacio de la Moneda. Con relación a su postura en el orden mundial siempre sostuvo que “mi gobierno fue el mayor obstáculo existente en la tierra para la acción imperialista de la Unión Soviética”.
Acusado por oficiales de plagiar textos de otros autores, entre ellos, al Coronel Gregorio Rodríguez en 1950, incluyó en sus libros párrafos completos de historiadores y militares, sin citarlos.
“Epitafio para un Tirano” debe leerse, además, como el agudo retrato de un tiempo que fue, para extraer las mayores experiencias de vida en torno al poder y sirva a quienes son o serán protagonistas de su época en las más diversas áreas del conocimiento. El retrato de un gobernante no elegido por su pueblo y que hoy está en el ocaso de su vida, debe ser apreciado, además, por la valentía y lucidez de este escritor chileno que logra indagar en los laberintos de la mentalidad de una de las personalidades más complejas del siglo XX.
Pablo Azócar, es periodista titulado en la Universidad de Chile. Vivió en Europa, fue corresponsal y luego editor de la agencia italiana Interpress Service (IPS), trabajó para la revista “Hoy” y, más tarde, en APSI. Ha publicado las novelas “Natalia” (1990), con la que obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago; “El señor que aparece de espaldas” (1997); “Vivir no es nada nuevo” (1998), Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de ese mismo año.
1 comentario
Berta Leyton L. -
Mejor borra este mamarracho de sitio, que sólo engendra odio y división.