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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado

alberto methol ferré


LA AMAZONIA EN PELIGRO

<hr><h2><u>LA AMAZONIA EN PELIGRO</h2></u>

El presidente del Club Militar de Brasil, general Luiz Gonzaga Schroeder Lessa, considera que la Amazonia será en breve el principal foco de conflictos de su país y no descarta una invasión extranjera.



Por Mario Augusto Jakobskind y Jesús Antunes
Brecha de Uruguay
- Nº 1026 - 22 de julio de 2005

En una larga entrevista concedida al periódico de izquierda Brasil de Fato, el presidente del Club Militar desgrana una radiografía sobre la actuación del ejército de su país. El general Lessa considera que hoy la prioridad pasa por la región norte y no más por la zona sur como hasta hace poco tiempo. Admite que la Amazonia es codiciada internacionalmente y dice que la más reciente embestida fue realizada por Pascal Lamy (ex comisario de Comercio de la Unión Europea y recién electo director general de la Organización Mundial del Comercio), al afirmar que los bosques tropicales deberían constituirse en un “bien público mundial”.

El general Lessa fue jefe del Comando Militar de la Amazonia entre 1998 y 1999 y luego jefe del Comando Este. Integró los gabinetes del último presidente militar de Brasil, João Batista Figueiredo, y del presidente José Sarney.

La visita de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, a Brasil, ¿es parte del contexto por el cual la superpotencia codicia la Amazonia?

Todo es posible. La Amazonia sufre una presión internacional muy grande. Pero esas presiones se vienen modificando. Hace poco escuchamos la declaración de Pascal Lamy de que los bosques tropicales deberían ser “un bien público mundial”, proponiendo una administración global de esos bienes. Brasil es el mayor poseedor de bosques tropicales. Esas expresiones son muy del gusto de los europeos y estadounidenses cuando se refieren a la Amazonia. Es una forma de decir que la Amazonia no es de Brasil. Hoy la presión es más sutil y más fuerte.

Una comisión de militares del ejército brasileño visitó Vietnam con el objetivo de estudiar la resistencia popular al invasor estadounidense.

La delegación fue para observar la experiencia de ese país en la lucha contra un enemigo más fuerte. Es bueno notar que el ejército brasileño ya ha desarrollado, en especial para adaptar a las fuerzas armadas que actúan en la Amazonia, una doctrina que llamamos “doctrina de resistencia”. Ella reconoce que no tenemos efectivos militares para enfrentar a una potencia del Primer Mundo. Entonces precisamos montar una estructura que permita desestimular aventuras en Brasil. Desarrollamos en la Amazonia la doctrina de la resistencia, que es exactamente la participación popular, la participación de las fuerzas armadas actuando como fuerzas irregulares, no como guerrillas, pero haciendo sabotajes, terrorismo y todos los actos llamados irregulares para desgastar enormemente a ese probable enemigo. Es más o menos el mismo concepto que nos guió en la época de las guerras contra los holandeses. Ellos eran la primera potencia militar del mundo. Nos llevó 30 años expulsarlos, pero los expulsamos.

¿Cree posible una invasión estadounidense?

No creo. No existe ese clima. Nadie invade un país si no hay un contexto político que motive a la opinión pública mundial a creer que un país debe ser invadido.

¿Y el tema de las bases estadounidenses en Brasil?

Brasil nunca cederá su territorio para bases estadounidenses. Sólo cedimos parte del territorio brasileño para bases como parte del esfuerzo de guerra contra el nazifascismo. Y cuando terminó la Segunda Guerra Mundial hubo un empeño inmediato para recuperar esas áreas, no permitiendo que la situación se prolongase.

¿Cuál es la situación de los efectivos militares en la Amazonia?

Hace ya un tiempo que las fuerzas armadas y en especial el ejército comprendieron que la Amazonia es la prioridad del país. Tradicionalmente, por nuestra historia, tuvimos varios embates en el sur que heredamos del conflicto portugués-español. Heredamos esos conflictos en torno a Colonia del Sacramento, problemas de navegación en el Río de la Plata. La presión en el sur de Brasil siempre fue muy grande. Pero hace unos 15 o 20 años comenzó una tendencia hacia la inversión del polo. En el sur todo contribuye a la paz a partir de una plena integración económica y social. Cada vez tenemos más relaciones con nuestros vecinos.

Pero en el norte no. Existe una orientación del Estado Mayor del ejército de disminuir los efectivos
militares en Rio de Janeiro y trasladarlos hacia la Amazonia. El comando ya está en San Gabriel de Cachoeira y las unidades ya están en proceso de traslado. Se trata de unos 3 mil hombres con una característica muy especial: ese personal mira ahora hacia el noroeste y el oeste, o sea hacia Colombia y una parte hacia Venezuela, pero mucho más hacia Colombia. La fuerza aérea está creando más bases en la Amazonia y la marina viene aumentando sus efectivos en la Amazonia oriental con sede en Manaos. O sea, las tres fuerzas saben que los problemas futuros de Brasil están en la Amazonia.

¿Y la Triple Frontera? Parece que existe cierto interés de Estados Unidos en el Acuífero Guaraní.

A partir del 11 de setiembre se dijo que la Triple Frontera podría estar recibiendo a terroristas
palestinos. Todas las investigaciones conducidas por Brasil no prueban eso. Se trata de una presión que sin duda proviene de Estados Unidos, pero nuestra diplomacia siempre la ha rechazado.

Brasil posee el 20 por ciento del agua dulce del mundo, la inmensa mayoría en la Amazonia. El agua es un bien escaso en el mundo. Creo que vamos a tener guerras por el agua en el futuro. Y Brasil necesita tener fuerza y diplomacia suficientes para resistir las presiones. Hay datos de la OIT de que en 30 años la mitad de la población mundial no tendrá sus necesidades mínimas de agua satisfechas. ¡Cuatro mil millones de personas sin agua y Brasil con mucha agua! Esa bomba va a estallar en las manos de los jóvenes. El Acuífero Guaraní es el mayor del mundo, llega desde Paraná y Santa Catarina hasta Uruguay, aunque la mayor parte está en Brasil. Se dice que tiene agua suficiente para 200 años. ¿Vamos a tener fuerza para impedir que esa agua nos sea quitada sin nuestro consentimiento? En 20 o 25 años el agua va a ser más importante que el petróleo.

Con relación al petróleo y el gas, ¿qué piensa de las licitaciones fijadas para octubre por la Agencia Nacional de Petróleo? ¿Hay tiempo para impedirlas?

Tiempo hay, pero falta voluntad política para hacerlo. Haría falta un clamor popular para impedirlas. Algunos sectores se oponen a esas licitaciones, pero por desgracia no es ésa la política del gobierno actual. Veo la política del gobierno como un suicidio a mediano plazo. Porque nuestro petróleo es escaso. Tenemos muy poco peso en el mercado mundial de petróleo, no llegamos al 1 por ciento, por lo tanto lo que tenemos es vital para nosotros. Tenemos reservas probadas para unos 20 años si continuamos con el nivel de consumo actual, pero si el producto bruto interior crece y no hay nuevos descubrimientos, ¿qué sucederá? Todo el mundo sabe que el petróleo está en su fase de agotamiento, se consume más petróleo del que se descubre. Entonces, debe ser reservado para un fin más noble. Brasil no es autosuficiente, tiene poco petróleo, tenemos poca influencia a nivel mundial en cuanto a las reservas, ¿por qué permitir entonces que empresas extranjeras exploten nuestro petróleo? Y lo peor: que lo exporten. Explotarlo para el consumo interno lo admito. Pero para exportarlo... Por eso digo que es una política suicida. Lo que digo del petróleo sirve también para el gas. Tenemos grandes reservas de gas, estamos descubriendo grandes reservas de gas en el mar territorial de Brasil. Ahora, permitir con la séptima licitación que ese gas sea explotado por compañías extranjeras, y exportado, es un absurdo. Es no vivir en el mundo globalizado de hoy, y no percibir lo que está sucediendo en el mundo.


MATERIAS PRIMAS POR ANÁLISIS NOTICIOSOS

<hr><h2><u>MATERIAS PRIMAS POR ANÁLISIS NOTICIOSOS </h2></u> Por Andrés Soliz Rada

Una de las características de la relación entre los centros de poder mundial y las periferias es el intercambio de materias primas por análisis noticiosos. En tanto los países coloniales y semi coloniales proveen a las metrópolis de petróleo, estaño, oro y plata, ahora con el valor agregado de la maquila y algunas ensambladoras, las agencias de noticias de los países más industrializados se encargan de convencernos de las “bondades” del saqueo. Siempre se tratará de refutar este planteamiento por la vía de casuismo y de las excepciones, pero sin tocar su esencia.

En el marco de la globalización neoliberal, el retroceso de la libertad de información es gigantesco. Basta comparar la libertad de información que existió en la guerra de Vietnam, en la que centenares de periodistas, fotógrafos y cineastas dejaron para la historia películas, revistas, periódicos, fotografías y libros imperecederos, muchos de ellos basados en documentales recogidos en los campos de batalla. Ese trabajo, heroico y sacrificado, sensibilizó al propio pueblo norteamericano, el que, en gigantescas manifestaciones, exigió el retiro de los invasores.

Pero el imperio aprendió la lección, ya que la cobertura noticiosa de las invasiones a Irak y Afganistán fue anulada por los romanos de nuestro tiempo. Los medios de comunicación, incluyendo los europeos, tuvieron que repetir las noticias procesadas por la norteamericana CNN, bajo directivas del Pentágono. El sufrimiento de las víctimas de los bombardeos y de las masacres, que tacto impactó en Vietnam, se redujo a lucecitas relampagueantes en las pantallas televisivas, en tanto una voz en “off” decía que se estaba bombardeando Bagdad o Kabul. Si otra voz en “off” decía que se exhibía una película sobre la guerra de las galaxias nadie notaba la diferencia.

El intento más serio de terminar con esa descomunal información en la región es TeleSur, una suerte de CNN latinoamericana, que no dependerá de ningún Pentágono, capaz de difundir la otra cara de la opinión y de la noticia. En ella no se dirá, por ejemplo, que cientos de miles de iraquíes, incluyendo mujeres y niños indefensos, fueron aniquilados para liberarlos de la dictadura de Sadam Hussein, quien, además, tenía armas de destrucción masiva, ocultas en las fábulas de las “mil y una noches”. No se dirá que el Tío Sam es el abanderado de los derechos humanos, en tanto se filtran fotografías de torturas aberrantes en Irak, Guantánamo o Afganistán. No se dirá que EEUU, Francia o Inglaterra combaten al narcotráfico, mientras protegen y fomentan sus paraísos financieros en las Bahamas, en las Islas Caimán o en la Isla Mauricio. No se dirá que Washington preserva la ecología, pero que se niega a firmar el Tratado de Kyoto, o que practica el libre comercio, mientras desarrolla el proteccionismo más desenfrenado en materia agrícola o siderúrgica. No se manifestará, en fin, que George Bush lucha contra el abuso y la prepotencia, cuando el Imperio presiona a nuestros gobiernos para suscribir tratados de inmunidad para sus asesinos y violadores.

En ese contexto, es conmovedor que una enmienda del Senado estadounidense hubiera resuelto combatir a TeleSur, mediante emisiones especiales a Venezuela, a fin de que los venezolanos tengan “noticias exactas”. Tales emisiones se encargarán de difundir el “perjuicio” que significaría para la Patria de Martí, de Artigas y de Bolívar contar con FFAA latinoamericanas que pongan fin al colonialismo inglés en las Malvinas, al Francés u Holanda en las Guyanas o al norteamericano en Puerto Rico. Lo grave que sería para Wall Street que tengamos nuestro Banco Latinoamericano de Desarrollo, independiente del FMI, del Banco Mundial, del BID y de la CAF, tutelados por EEUU.

Sería inaudito que se permitiera articular a nuestras empresas estatales de petróleó, como planteó Hugo Chávez, para contener la despiadada succión de las petroleras europeas y norteamericanas. Que avancemos, en fin, en la creación de los Estados Unidos Socialistas de América Latina y del Caribe, abriendo nuevos rumbos al destino de la humanidad. Los psicólogos del imperio saben que el esclavo que ha tomado conciencia de su esclavitud ha comenzado a ser libre. Y en eso tienen razón, ya que TeleSur desarrollará la conciencia liberadora de nuestros pueblos.


EL LIBRO DE MICHELLE

<hr><h2><u>EL LIBRO DE MICHELLE</h2></u>

(“Michelle”, Ediciones Catalonia, Santiago, 2005)



Por Aristóteles España

Este libro reportaje narrado en distintas voces por las periodistas Elizabeth Subercaseaux y Malú Sierra, ambas de reconocida trayectoria en nuestro país y el extranjero, dan cuenta de un personaje femenino, cuya particularidad principal radica en que apareció de la noche a la mañana convertida de pronto en un ícono que rompió los moldes de la cultura machista imperante en la clase política chilena desde la fundación de la república. Michelle Bachelet es entrevistada con rigor y visión de futuro. Las periodistas dan a conocer su perfil humano poco conocido a nivel nacional e internacional sin los estereotipos que abundan en este tipo de géneros literarios (biografías, testimonios, crónicas, alabanzas a personajes del mundo de la cultura, la política, la televisión) que compiten desde hace décadas con la ficción.

Una doctora de niños, experta en epidemiología, proveniente de una cultura de izquierda desde su adolescencia, hija de un general de la aviación, torturado por sus pares, acusado de traición a la patria y muerto en la cárcel por los esbirros de la dictadura militar. Esta mujer que llegó a ser Ministra de Salud y Defensa en el tercer gobierno de la Concertación se ganó un espacio en la historia del país recorriendo hospitales, juntas de vecinos, pasando revista a las tropas de las FFAA arriba de tanques y aviones y que logró reivindicar el rol de la mujer en un momento de la historia en que los cargos públicos, privados, legislativos, están en manos de personeros que llevan en sus puestos durante décadas sin abrir espacios legítimos a las generaciones de recambio. La irrupción de Michelle en este escenario cambió la fisonomía del país en todos sus ámbitos, ya sea para sus adherentes o adversarios.

El libro no contiene peroratas ideológicas ni políticas, tampoco da recetas de cómo se deben comportar las mujeres en los escenarios públicos. Simplemente cuenta su infancia de clase media, rodeada de amigos que luchaban por un mundo mejor en la década del 70, su afición por la guitarra y las canciones de moda, los días aciagos del golpe de estado, la prisión junto a su madre Angela Jeria en Villa Grimaldi, los duros instantes del padre muerto sin tener donde enterrarlo porque su institución, la masonería, y todos aquellos que fueron sus amigos simplemente se borraron del mapa. Luego el exilio en Australia, Alemania, sus estudios de medicina en este último país, su militancia en la Juventud Socialista, sus amores y desamores como toda persona que es capaz de enfrentar los avatares de la vida cotidiana que no es color de rosa como caricaturizan los diarios de la derecha chilena con las fotos en colores de sus modelos y parlamentarias.

Una de los capítulos más emotivos es su estadía en Villa Grimaldi, la visita intempestiva del General Manuel Contreras y el recuerdo de sus compañeras de celda, Lucrecia Brito, Patricia Guzmán, María de los Angeles Salinas Farfán, Mónica Villanueva, que tenía 16 años, una dentista cuyo nombre se le escapa, María Eugenia Ruiz Tagle y la primera mujer de Alvaro Covácevich. Se ayudaban mutuamente después de las sesiones de interrogatorios. Michelle atendía a las gravemente heridas. Algunas de ellas le contaron que los días de año nuevo fueron violadas por militares borrachos. Ambas estaban embarazadas de siete y ocho meses. Todas tenían miedo. Cuando se abría la puerta de la celda tenían terror. Ese el mérito de este libro. Que logra transmitir emociones, sentimientos. Nadie puede quedar indiferente. No es un texto de propaganda como los que abundan en períodos como el actual. Es un texto para comprender desde un ángulo escritural diferente la vida de cientos de mujeres olvidadas que soportaron las mismas pesadillas de esta doctora en niños que tiene una cabaña en un lago y que puede ser la primera Presidenta en este remoto país así como Gabriela Mistral fue la primera mujer latinoamericana en obtener el Premio Nóbel de Literatura años antes que sus pares en Chile le otorgaran el Premio Nacional.

El texto tiene fotografías de distintas etapas de su vida, la reproducción del manuscrito que el General Bachelet envió a su esposa desde la cárcel pública de Santiago el 22 de febrero de 1974, días antes de su muerte. Y a lo lejos, en medio de la lectura de este libro se escucha el ruido del avión que las condujo junto a su madre al exilio, su paso (en el avión) por Isla de Pascua, las islas Fiji, y la llegada a Sydney donde su hermano Betingo y Patti, su esposa, los esperaban en el aeropuerto. Los abrazos, el saludo del gobierno, del parlamento. Eran las primeras exiliadas chilenas en Australia. El resto, ya es historia.