Blogia
MIRANDO AL SUR - augusto alvarado

inmigrantes africanos


JUAN PABLO RIVEROS

<hr><h1><u>JUAN PABLO RIVEROS</h1></u> Juan Pablo Riveros nació en Punta Arenas, Chile, en 1945. De profesión economista, Magister en Estudios Internacionales, candidato a Doctor en Economía, vive de la docencia universitaria. Ha publicado tres libros de poesía: "Nimia, Poemas en prosa" (1980), "De la Tierra Sin Fuegos" (1986) y "Libro del Frío" (2000).

Del "LIBRO DEL FRÍO" (Selección)



ANTÁRTICA I

Al crepúsculo de la última edad de hielo
quise ir lejos de los límites,
y reunir la quietud,
lo pacífico
en la soledad de un tiempo inexpugnable.

Eso era.

Cogido por vientos contrarios,
necesité asilos
por ocasionales y precarios que ellos fuesen.
No era el polo,
el recorrido era lo importante.
Pues había ahí un frío, una huella,
una nieve tan inaccesible,
que esta pura gota de blancura
es un fragmento de aurora,
un trozo de oro azul
que cada día se desprende
de tu propia Antártica,
de tu continente,
de tu propia banquiza interior.

Hubo, entonces,
en un extremo de la tierra,
un punto matemático en el centro de un mar vacío
y, en el otro,
Yo,
en medio de vendavales sin fin
y donde cada punto cardinal
se aniquilaba en un abismo.

Y hubo frío,
el frío más frío de la tierra.
Y una noche,
y una soledad hubo,
que nadie
ni nada
pudo darle fin.

Así, lejos de la Distracción,
sucumbí al imperio del viento y de la noche,
a la soberanía implacable del frío.
Y dependiendo sólo de mis leyes,
destruí todo puente con el mundo,
todo gesto, toda nave.

Se trataba, en verdad, de la respiración,
de la circulación planetaria del aire.

Meteorológicamente hablando,
al interior de la Antártica
latía un vacío silencioso,
y la celeste águila de la nieve
muda.

EXPLORACIONES

Fue la escasez de focas,
esas que brillando en la cumbre
de rocas riquísimas,
lustran el oleaje del océano.

Fue
la necesidad humana de traspasar los muros,
las banquizas del espanto,
esa tonelada cerval de agua indómita.

Pero fue más el ansia,
el negocio de las pieles.
No para cubrir el hambre
ni para colmar el vacío
mundial de los cuerpos,
sino para ocultar la soledad,
la orfandad de las heladas metrópolis.
Para satisfacer la gana,
fue la Gana internacional,
ese non plus ultra de la sociedad contemporánea,
esa insaciable codicia de la soledad social.
Y no para ser más ricos, Philoxenos,
sino para aumentar sus posesiones
y crear más y más necesidades.

Por ello
alimentaron de perros la noche polar
y penetraron la Blancura,
ese puro trozo de vida.

(Después, mucho después,
llegarían los sabios,
la aventura mayor).

INTEMPERIE

¿Y, ahora,
dónde me guarezco
de mí?

POEMA DEL COSMOS (Selección) - Inédito



LA DANZA DE SHIVA

A F. Capra

El universo, maestro Scardanelli,
una telaraña dinámica de íntimos sucesos vinculados.

Como tus ojos,
tus manos, el color de tus cabellos,
o el ave que vuela quieta bajo el cielo azul,
ninguna parte o propiedad de esta telaraña es esencial.

No hay ninguna ley fundamental, maestro,
ni una sola.
Todo es Li, dice Ch’en Shun, el patrón de las cosas,
el principio por el que todo está hecho para acoplarse.


Sólo importa la pirámide total, el conjunto,
la gracia del todo, la armonía entre las partes.
La congruencia de las interrelaciones es la que
le otorga sentido a toda la estructura de los seres.

Y este persistente vaivén de las olas
y mi respiración en este crepúsculo frente al mar,
esta arena, estas rocas, el agua,
la gaviota que tropieza gravemente en el aire,
así
en toda la telaraña del cosmos
miríadas de partículas en vibración
se crean y se aniquilan
sordamente.

Entonces,
como un grano de arena en la playa del universo,
como una ínfima estrella en el espacio cósmico,
como una chispa menor en todos los fuegos,
o una pirámide dentro de otra pirámide.
Como una perla del cielo de Indra
refleja todas las perlas del collar;
como en la Torre de Indra
hay cientos de miles de torres
que preservan su existencia personal,
somos sólo una nota, un compás,
parte de una gigantesca danza universal,
fragmentos de una cósmica danza de energía.

Oigo el ritmo
y siento el sonido de una lluvia de rayos cósmicos,
el bullicio de partículas de alta energía que colisionan
y bombardean constantemente la atmósfera terrestre.
Entonces, cascadas de energía caen
desde el espacio exterior
creando y destruyendo partículas en rítmicas pulsaciones.

Y no sólo la materia, maestro,
también el vacío participa de la danza del universo,
pero no es ese vacío occidental como una sencilla nada
sino el vacío que contiene todas las formas del mundo de las partículas,
esas meras manifestaciones transitorias del vacío fundamental.

Es la danza de Shiva,
el señor de la danza de los hindúes.

En el espacio cósmico
cada partícula,
cada uno canta perpetuamente en la Gran Canción.