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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado

salvador allende


¿QUIÉN ESCRIBE LA HISTORIA?

<hr><h1><u>¿QUIÉN ESCRIBE LA HISTORIA?</h1></u>

Por Roberto Ampuero
La Tercera - Fecha edición: 02-10-2005



Pocas semanas después de la caída del Muro de Berlín, en 1989, llegó hasta mi departamento de la capital de Alemania occidental, tenso y pálido, un amigo germano oriental con una caja de zapatos en su maleta. Vivía en Berlín Este, donde gozaba de un buen pasar, pero ahora temía que allanasen su casa y dieran con esa caja que, dijo, pertenecía a su padre ya fallecido, un comunista simpatizante de la república española y miembro de la resistencia antinazi. En la caja había medallas y condecoraciones de la RDA, país que desaparecía en esos meses, y del Ministerium für Staassicherheit, la temida Stasi, "espada y escudo del partido".

Con la caja entre mis manos comprendí que tenía sólo dos opciones. La primera era aceptar la versión del amigo y permitir que el vínculo cultivado durante años con él por sobre el Muro continuara como siempre, caso en que mi reconocimiento hacia su persona debía continuar inalterable. La segunda opción consistía en suponer lo contrario: que eran condecoraciones que la Stasi le había otorgado por sus servicios y que él, con el Estado comunista en las últimas, necesitaba ocultar. Esto implicaba una verdadera confesión y que había actuado adecuándose a las conveniencias, confundiendo sus convicciones de izquierda con la entrega a un aparato represivo disfrazado de izquierda.

Mitrokhin



Recordé esta escena al leer extractos de El Archivo Mitrokhin II, libro que afirma que la KGB le entregó secretamente dinero a Salvador Allende cuando era senador y Presidente de la República. No se trata de casos idénticos, pero sí en alguna medida cercanos. Así como por bastante tiempo me pregunté si debía romper con el amigo o comprender las circunstancias en que había vivido, hoy no sé si corresponde condenar a Allende a la luz de estos archivos, considerados auténticos por la CIA, el FBI y el MI6, o comprender la polarizada lógica de los años 60 y 70.

Pese a que el libro de Vasili Mitrokhin, ex archivista jefe del espionaje extranjero KGB, recientemente fallecido, y el historiador Christopher Andrew, causa sensación en Gran Bretaña, pocas novedades aporta en lo referente a Chile. El espía se pasó al espionaje británico en 1992 llevándose consigo millares de páginas de los archivos de la KGB. Tal vez la novedad esté en que, basados en documentos, los autores precisan que la KGB entregó alrededor de US$ 300.000 a Allende, el Partido Comunista y un diario entre 1969 y 1971. La suma es muy inferior a la que donaron instituciones de Estados Unidos y Europa para impedir el triunfo de Allende, desestabilizar la economía y financiar el paro de transportistas. Además, todos los partidos de esa época en que Chile era escenario de la Guerra Fría, que libraban globalmente la Unión Soviética y EE.UU., recibían fondos del extranjero, algo que, al igual que hoy, no estaba prohibido.

Dólares de la CIA y oro de Moscú



En las décadas del 50, 60 y 70 existían en Chile dos conceptos básicos para explicar el financiamiento de los principales actores de la política nacional: "Los dólares de la CIA" y "el oro de Moscú". Se hablaba menos, es cierto, de lo que fluía de Alemania e Italia para financiar a democratacristianos y conservadores.

Esa visión simplista buscaba caricaturizar a ciertos protagonistas políticos como agentes pagados por superpotencias. Entonces todo aliado, fuese temporal o de largo plazo, era bienvenido, pues primaba la lógica de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Por ello sectores del exilio buscaron también ayuda en Libia y Corea del Norte, el exilio renovado golpeó puertas en la Bucarest de Ceaucescu, y sectores de la derecha liberal buscaron respaldo en la España de Franco. Es más, entre 1970 y 1973 todo militante de izquierda hubiese considerado un honor ser reclutado por el espionaje soviético, germano oriental o cubano, y militantes de derecha habrían aceptado gustosos colaborar con la CIA o la inteligencia militar. Para todos era, además, legítimo conseguir apoyo en dinero, tecnología u hombres de los países con los cuales se identificaban. Negar hoy este grado febril de politización, que justificaba todo con tal de golpear al enemigo dentro de Chile, es hipócrita.

Mientras políticos derechistas de hoy colaboraban con la dictadura, muchos políticos exiliados en el socialismo real recibían sueldo y beneficios de regímenes para nada democráticos. La ideología lo justificaban todo.

La imagen de Allende



El libro no alterará, además, la imagen de Allende por tres razones. Primero, porque era conocido su estilo de vida "aburguesado", que destacan los archivos; segundo, porque es indudable que Allende fue el único inspirador de su trayectoria política y no un agente al servicio de fuerzas foráneas, y tercero, porque nadie que tenga como meta enriquecerse mediante la política se suicida en lugar de huir al exilio "dorado", donde lo esperan cuentas abultadas en bancos discretos.

La decisión final de Allende revela no sólo consecuencia, sino también que carecía de un paraíso donde lo aguardasen depósitos secretos, como ocurre a menudo con ex mandatarios y generales de nuestras repúblicas. Ahora que abundan nepotismo, corrupción y tráfico de influencias, políticos que privilegian su bienestar, el de familiares o amigos por sobre lo que postulan en público, el idealismo de Allende raya en lo quijotesco, en la ingenuidad de alguien que no intuyó que el poder es muchas veces un mero pretexto para disfrazar objetivos inconfesables.

Un maniqueo podría ponerse suspicaz por el hecho de que la aparición del libro de Mitrokhin, en Londres, coincida con el lanzamiento, en París, de Cuba Nostra, libro de Alain Ammar que se basa en declaraciones de dos ex agentes cubanos. En él Juan Vives y Daniel Alarcón Ramírez afirman que Allende no se habría suicidado, sino que habría sido ejecutado por el oficial cubano Patricio de la Guardia al ver que el Presidente planeaba pedir asilo político desde La Moneda. El libro presenta a Allende como hombre acobardado y nervioso, en una imagen que no coincide con la que revelan las fotos de sus últimos instantes, en las que lleva casco militar y subametralladora, dispuesto a resistir, ni tampoco con su última alocución al país, en la que deja entrever la muerte. De la Guardia fue condenado a 30 años de prisión en el juicio-farsa al general Arnaldo Ochoa, y hoy vive en residencia vigilada en La Habana.

Después del Archivo Mitrokhin II y de Cuba Nostra cabe plantearse la pregunta de quién escribe entonces la historia definitiva. Pareciera que hoy lo hacen los archivos de policías secretas. Según esta lógica, la versión final de la historia reciente de Alemania estaría en los archivos de la Stasi, la de Rusia en los de la KGB, y la de Cuba en los de la DGI. Por lógica, la versión definitiva de nuestra historia de la Guerra Fría yacería en las bóvedas secretas de la Stasi, la KGB, la DGI, la CIA o la Dina. Es angustiante que la historia final la escriban los servicios secretos, más aún cuando sabemos que éstos la manipulan a su antojo precisamente para justificar las acciones que ellos mismos narran.


EL PRESIDENTE ALLENDE MUERE MAÑANA

<HR><h2><u>EL PRESIDENTE ALLENDE MUERE MAÑANA</h2></u> Por Ignacio Vidaurrázaga*
Elclarin.cl - viernes, 09 de septiembre de 2005

(a Gastón Vidaurrázaga 1956-1986)

Es 10 de septiembre de 1973, Allende deberá poner en tensión máxima sus condiciones de político avezado. El reloj de la historia marcha acelerado. Si hubo quiebres con lo que esperaba, los tendrá que procesar muy rápidamente. El tiempo termino y estas horas ya pertenecen a la historia.
No es ingenuo respecto a su significación como líder de una época y proyecto. Por ello, supone, y con razón, que exponer su vida y libertad a los golpistas podría significar vejámenes a su dignidad, además de no asegurar de manera alguna su integridad, ni la de los suyos como quedaría demostrado.

Hoy, será un día tenso con múltiples reuniones y consultas. Muchos llamados telefónicos se cruzaran en distintas direcciones. Unos planeando el asalto, otros con la impotencia de saber que vendría y que todos los intentos serían en vano. Allende, sabe que debe decidir cuestiones trascendentales, diversos informes indican que al interior de las FFAA y carabineros hay consolidados movimientos golpistas. ¿Qué hacer? Piensa en Balmaceda, rodeado por una oligarquía que no lo dejaría proseguir. También, recuerda esa frase suya respecto a como saldría de La Moneda.¿Quiénes serán leales y quienes no, en esta, la hora última?

¿Qué sucederá con todos quienes creyeron en él? ¿ Cuánto retrocederá Chile en derechos y justicia social? ¿Qué tiempo deberá transcurrir para un proyecto que represente efectivamente a las grandes mayorías? ¿Tendrá posibilidad en el futuro?

Hace 32 años

El 11 original, fue un día gris. A punta de rockets y balas cambio Chile. Hoy, transcurridos 32 años, aún pena esa fecha como marca a fuego. La memoria a veces es lenta y contradictoria, pero siempre, borbotea imperceptiblemente.

Hoy Allende tendría 97 años. Resulta difícil imaginarlo como abuelo inútil, llevado por otros. Las generaciones que no lo conocieron personalmente, lo aprenden desde los registros que han quedado, lo escuchan arrastrando las eses en ese “compañeros”. El Salvador Allende de Patricio Guzmán, lo repondrá por estas semanas con fuerza como mito gigantesco en la memoria popular. Su apellido coreado por miles todos estos años. También, disputado en el incansable imaginar, sobre lo que haría y no “el compañero Allende” en el Chile de hoy.

Los trabajadores de ayer, hoy viven sobre-endeudados, buscan pega, sueñan con mejores expectativas, tienen débiles organizaciones, se duermen rendidos en las micros y a veces se comunican por celulares. Todo es más privado ahora. Chile cambio, el mundo cambio. Mientras, Allende resuena desde el pasado recordando confiar en las propias fuerzas y que siempre-siempre la política que sirve a los pueblos es un sueño despierto y colectivo...cuando es de verdad.

De Tomas Moro a La Moneda

Es 11 de septiembre de 1973. Todo se cruza en su cabeza mientras atraviesa a gran velocidad Eliodoro Yánez en una comitiva de Ladas 125 azules, vehículos quizás demasiado modestos para un mandatario. Hay una falsa normalidad en las calles de Santiago que él verá desde los vidrios polarizados, de su vehículo de respaldos altos. Este trayecto será el último en su condición de presidente. Una extraña sensación lo invade, piensa con nostalgia en todo lo que tenía por hacer. Haber trabajado tanto para dejar su mandato interrumpido. Ha comenzado a despedirse. Los transeúntes apenas reparan, que están viendo pasar a un hombre que se desplaza a la historia. Parece dormitar tras sus gruesos lentes de carey oscuro, su bigote cano y sus ojos de miope. Todos los recuerdos se agolpan. Esas extensas giras, todas esas humildes casas donde lo recibieron como si ya fuera presidente el 58 y el 64, esas fotos integradas a los álbumes familiares, que a veces más de alguien mostraría años más tarde. A lomo de caballo y caminando, en tren o en lo que fuera, cuando llego a toda la geografía hablando de justicia social y de transformaciones a ese Chile pobre y aún agrario, a ese Chile de injusticias, que volvió a soñar de su mano de caudillo.

La historia, ese libro grandote que acoge a bandidos y a héroes, ya le reserva significativas páginas. Primera experiencia, Chile único, el liderazgo entre los no alineados, el cobre y las 40 medidas, el socialismo con sabor a tinto y empanadas, el movimiento cultural en torno al “proceso”, como dirá arrastrando las eses, desde esa tremenda oratoria cultivada en tantas campañas con la X de allende-vencerá rayada a lo largo de Chile.

Una larga madrugada

Ha dormido poco, no importa, ya llegara el tiempo para descansar. Colaboradores cercanos se reunirán en la casa de Tomás Moro. Salvador Allende evaluara la situación en un circulo de probadas confianzas. Las noticias comenzaran a intranquilizarlo. Hoy, cuando sean las 21:00 p.m., el intendente de Linares informara de movimientos de tropas desde Linares, mientras la Escuadra habrá zarpado desde Valparaíso en el marco de la Operación Unitas. ¿Todos serán espejismos? ¿Mentiras bien urdidas, maniobras de inteligencia, parte de un plan fríamente calculado? Llama a los generales y almirantes responsables y todo esta normal ¿O así, será la normalidad de este día?

Los miembros del GAP estarán acuartelados, habrá guardias esta noche. La Tencha ha retornado de México y ha tenido un breve encuentro familiar con todas sus hijas ¿Será el último?

Pinochet no está ubicable esta madrugada, pero temprano esta mañana, como a la misma hora que usted leerá estas líneas, le aseguró al presidente que todo estaba absolutamente normal, lo mismo dirán los otros.

Crecimos con Allende

Cuando intrigados en 1964 mirábamos esas exis gigantescas y mágicas, de la cual salía un apellido: Allende y además un: Venceremos y el Vote. Eran los tiempos del FRAP en la prehistoria de la UP. Cuando los murales eran resultado del compromiso y no se pagaban a metro de muralla pintada.

Cuando las campañas- esas al menos- eran con muy escasos recursos, y había puerta a puerta, sin temor a las grandes concentraciones. Y nadie contrataba jóvenes desganados en las esquinas, ni llenaba plazas de carteles-bisagras. Y las 40 medidas eran el resumen del programa para todos y cada medida se pintaba en la Escuela Experimental Artística de La Reina.

Como no recordar, cuando Allende escandalizo al Senado que presidía, acompañando desde el norte chileno a los compañeros sobrevivientes del Che, recién caído en Bolivia, para luego viajar con ellos a Cuba.

O verlo llegar en el mercedes benz gris del Senado, a la sede del PS de calle San Martín. Con su chaqueta castellana, la espalda recta y el pecho enhiesto, mientras saludaba con el sombrero a los compañeros de la juventud, que ya lo miraban con respeto... y una distancia crítica...recordarlo en la sala Arauco de viejas butacas rojas saludando al compañero Chicharrita, con el seseo característico.

El 11 era el día

Temprano arribara a La Moneda. Con uno de sus escoltas confirmara que su fusil AKA 47 se encuentra en él deposito del palacio presidencial. Al llegar, las tanquetas de carabineros rodearan palacio y estará izada la bandera chilena con el escudo, emblema presidencial que horas más tarde arderá, como arderá Chile a partir de ese día.

Las noticias estarán confirmadas. Este 11 de septiembre será el día definitivo. Sonaran marchas militares en una cadena de radios. El golpe militar ha comenzado por el reemplazo de los jefes militares leales. Hay que prepararse para la historia. Los mensajes en radio Magallanes, serán improvisados, serenos, visionarios frente al holocausto que se acerca. Mensajes que repetidos 32 años después, todavía recuerdan la tarea de un Chile más justo.

Comienzan los bandos militares. Rendición incondicional. Parece que no conocen con quien tratan estos milicos de mierda. Allí permanecerá con sus leales amigos como cantara muy pronto, Silvio Rodríguez. Médicos, Gaps y periodistas. Además, de algunos detectives y unas pocas mujeres. Los aviones H.H. comprados para la defensa de Chile, bombardean el palacio presidencial, mientras por tierra se movilizan fuerzas de blindados e infantería, Valparaíso estará tomado. Los rockets derrumbaran e incendiaran por dentro el edificio que Toesca proyectara. Será la imagen que recorrerá el mundo, comenzara la desigual batalla. Miguel Enríquez intentara comunicarse: hay que sacar al presidente. Todo es tarde. En barrios, campos y ciudades hombres y mujeres, contienen su rabia, lloran de impotencia, en tanto otros preparan lo imposible: resistir. Este proceso que sorprendió al mundo termina aquí. Comenzará un tiempo que no estaba escrito. La ficción no alcanzara para describir el terror que viene. Los cambios fundacionales de la sociedad chilena serán impuestos a sangre y fuego. Los derechos de los trabajadores, el sueño de un pueblo, ahogado en balas, miedo y torturas.

Allende esta tranquilo, se dispara desde La Moneda y otros puntos. Comienzan los incendios. Rendición no abra, así lo tendrá que consignar la historia. Su muerte, será el legado de este proyecto, que seguramente no midió las fuerzas ni sus correlaciones, pero, que en esa larga marcha constituirá un significativo avance para los más.

Queda poco tiempo. Salvador Allende se escurrirá y quedara finalmente sólo ante la historia en un salón del ala sur. Mañana con 65 años, de casco y utilizando un fusil se quitara la vida. La historia espera su gesto, no tiene otra posibilidad. No saldrá con las manos en alto para ser pisoteado de bruces en la calle Morandé. Ni amenazado por un tanque. No pedirá garantías, porque no cree en sus palabras y dijo una vez que el presidente de Chile... no se rinde mierda.

Culminan meses de espera, de acuartelamientos, de ingenuos preparativos. El tanquetazo del 29 era sólo un tímido ensayo. Ese último desfile del 4 de septiembre frente a ese escenario al costado de La Moneda, será la despedida con este padre, que miraba con ternura y preocupación a ese pueblo de miles, demandando poder popular cuando el fin ya estaba presente. En esos rostros estarán los que seguro serán perseguidos, ejecutados y torturados. Las mujeres que luego desaparecerán por siempre. Ese día la plaza de la Constitución, esas calles serán el escenario de esa última vez. Porque costara volver a reunirse como pueblo, seguro... costara.

Luego, todo será silencio. Sólo silencio.

Comenzará otra época mañana. Miles de personas perderán la vida, otros vivirán escondidos, mientras muchos partirán al exilio. Unos cuantos miles más serán encarcelados, torturados y vejados, varios millones vivirán el miedo. Otros celebraran alborozados y con el tiempo se sonrojaran al comprobar lo que no quisieron ver o escuchar. Porque transcurrido los años será muy difícil justificar tanto terror.

Soldados y bomberos sacaran por la puerta de Morandé 80, en una camilla militar los restos del presidente de Chile. Ira cubierto con un aguayo andino, para ser enterrado sin nombre en Viña del Mar. Luego poco a poco su figura emergerá. Desde sus aciertos y visiones, desde sus errores de hombre digno, desde sus cotidianeidades de hombre común, desde sus ingenuidades de un Chile donde esos militares podían respetar un proyecto popular, que creía tener las fuerzas para vencer todos los mecanismos ideados para frenarlo.

En muchos hogares mañana se prenderán velas, con el cuidado que no se vean desde la calle. Un hombre morirá mañana. Será el primero de muchos hombres y mujeres.

Hace 32 años se dio a la memoria. Hace 32 años se espera verdad y justicia. Hace 32 años que ese proyecto, busca volver a ser presente en las nuevas condiciones.

Es 11 de septiembre de 1973. Es 11 de septiembre de 2005
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*Ignacio Vidaurrázaga Manríquez, periodista
10 de septiembre 1973-2005


UN LIBRO DEL EXILIO

<hr><h2><u>UN LIBRO DEL EXILIO</h2></u> Por Aristóteles España

Líber Tamayo (San Bernardo, 1951) acaba de publicar su libro de poemas “Invernadero” (Ediciones Documentas, Santiago, 2005), donde se reencuentra con las imágenes de su exilio en Roma, el paso del tiempo, los atardeceres europeos llenos de nostalgia por la patria. Despedidas en los andenes, suicidios; interminables reuniones con fotos y afiches pegados en los muros, mientras los vidrios de las ventanas italianas se cubren de rocío, angustia, recuerdos de un tiempo que fue.

Este texto lleno de melancolía nos invita a reflexionar sobre los años de la dictadura y los seres humanos que fueron obligados a marcharse de su patria simplemente porque no compartían las ideas del gobierno de facto. Hay heridas en las palabras, sustantivos que caminan colgados por los aeropuertos, en casas de amigos por las noches, “donde nostálgicos artistas y poetas caminan escondidos entre líneas en la noche” de un país que los acoge pero que no es el suyo.

“Invernadero” nos propone una mirada poética hacia los túneles del tiempo. Pedazos de ternuras, de amores, vacíos que fueron quedando en el camino, reconstrucciones de espacios donde vivir dignamente y buscar salidas a las situaciones personales y colectivas de un país -el nuestro- cuyos gobernantes estaban empecinados en borrar la memoria histórica, haciendo desaparecer instituciones, cientos de dirigentes y militantes de bases sociales que fueron declarados enemigos por tener una visión distinta del mundo. La poesía, funciona en este caso, como un corpus desacralizador y al mismo tiempo como un sitio donde se instala la esperanza a defender a brazo partido su derecho a existir en este mundo.

Jorge Montealegre señala: “Los poemas de este Invernadero -en su mayoría breves- semejan cuartos cargados de ausencia, en un exilio sin territorio. Cuartos vacíos de ninguna parte. Los versos caen en cámara lenta para habitarlos. Perdidos en la soledad, vacilantes en su tensión”.

El poeta camina por las calles de Roma pensando en un futuro que no existe, cuenta las estrellas, se enamora de muchachas con las cuales comparte derroteros y vasos de vino en las noches heladas, se interroga sobre el por qué de la poesía con versos de René Char, Ernesto Cardenal, Vladimir Holan, acude a metáforas sobre el silencio o los números que le recuerdan su paso por la vida.

Hay referencias a la Fontana de Trevi, al parque de Luxemburgo, al Trastevere, casi siempre con un profundo halo metafísico, donde la soledad logra arrinconarlo mientras la ciudad duerme y en Chile se vive una vida distinta llena de soldados en las calles y el Toque de Queda cambia la vida de los habitantes.

Líber Tamayo logra de esta manera uno de los más importantes libros del exilio. Al igual que la novela “Morir en Berlín” de Carlos Cerda se respira en estas páginas un aire de tristeza por las vidas truncadas que fueron quedando solas en países lejanos y cómo lograron armar redes para sobrevivir en idiomas, cielos, canales distintos. Sus poemas son conmovedores, sobre todo cuando logra desdoblarse como un pájaro sin alas y caminar por calles llenas de piedra y olvido.

Líber Tamayo estudió Cine en Roma y Televisión en la RAI de Florencia. Su poesía ha sido publicada en Europa, América Latina. Actualmente pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile. Reside en Santiago


MATERIAS PRIMAS POR ANÁLISIS NOTICIOSOS

<hr><h2><u>MATERIAS PRIMAS POR ANÁLISIS NOTICIOSOS </h2></u> Por Andrés Soliz Rada

Una de las características de la relación entre los centros de poder mundial y las periferias es el intercambio de materias primas por análisis noticiosos. En tanto los países coloniales y semi coloniales proveen a las metrópolis de petróleo, estaño, oro y plata, ahora con el valor agregado de la maquila y algunas ensambladoras, las agencias de noticias de los países más industrializados se encargan de convencernos de las “bondades” del saqueo. Siempre se tratará de refutar este planteamiento por la vía de casuismo y de las excepciones, pero sin tocar su esencia.

En el marco de la globalización neoliberal, el retroceso de la libertad de información es gigantesco. Basta comparar la libertad de información que existió en la guerra de Vietnam, en la que centenares de periodistas, fotógrafos y cineastas dejaron para la historia películas, revistas, periódicos, fotografías y libros imperecederos, muchos de ellos basados en documentales recogidos en los campos de batalla. Ese trabajo, heroico y sacrificado, sensibilizó al propio pueblo norteamericano, el que, en gigantescas manifestaciones, exigió el retiro de los invasores.

Pero el imperio aprendió la lección, ya que la cobertura noticiosa de las invasiones a Irak y Afganistán fue anulada por los romanos de nuestro tiempo. Los medios de comunicación, incluyendo los europeos, tuvieron que repetir las noticias procesadas por la norteamericana CNN, bajo directivas del Pentágono. El sufrimiento de las víctimas de los bombardeos y de las masacres, que tacto impactó en Vietnam, se redujo a lucecitas relampagueantes en las pantallas televisivas, en tanto una voz en “off” decía que se estaba bombardeando Bagdad o Kabul. Si otra voz en “off” decía que se exhibía una película sobre la guerra de las galaxias nadie notaba la diferencia.

El intento más serio de terminar con esa descomunal información en la región es TeleSur, una suerte de CNN latinoamericana, que no dependerá de ningún Pentágono, capaz de difundir la otra cara de la opinión y de la noticia. En ella no se dirá, por ejemplo, que cientos de miles de iraquíes, incluyendo mujeres y niños indefensos, fueron aniquilados para liberarlos de la dictadura de Sadam Hussein, quien, además, tenía armas de destrucción masiva, ocultas en las fábulas de las “mil y una noches”. No se dirá que el Tío Sam es el abanderado de los derechos humanos, en tanto se filtran fotografías de torturas aberrantes en Irak, Guantánamo o Afganistán. No se dirá que EEUU, Francia o Inglaterra combaten al narcotráfico, mientras protegen y fomentan sus paraísos financieros en las Bahamas, en las Islas Caimán o en la Isla Mauricio. No se dirá que Washington preserva la ecología, pero que se niega a firmar el Tratado de Kyoto, o que practica el libre comercio, mientras desarrolla el proteccionismo más desenfrenado en materia agrícola o siderúrgica. No se manifestará, en fin, que George Bush lucha contra el abuso y la prepotencia, cuando el Imperio presiona a nuestros gobiernos para suscribir tratados de inmunidad para sus asesinos y violadores.

En ese contexto, es conmovedor que una enmienda del Senado estadounidense hubiera resuelto combatir a TeleSur, mediante emisiones especiales a Venezuela, a fin de que los venezolanos tengan “noticias exactas”. Tales emisiones se encargarán de difundir el “perjuicio” que significaría para la Patria de Martí, de Artigas y de Bolívar contar con FFAA latinoamericanas que pongan fin al colonialismo inglés en las Malvinas, al Francés u Holanda en las Guyanas o al norteamericano en Puerto Rico. Lo grave que sería para Wall Street que tengamos nuestro Banco Latinoamericano de Desarrollo, independiente del FMI, del Banco Mundial, del BID y de la CAF, tutelados por EEUU.

Sería inaudito que se permitiera articular a nuestras empresas estatales de petróleó, como planteó Hugo Chávez, para contener la despiadada succión de las petroleras europeas y norteamericanas. Que avancemos, en fin, en la creación de los Estados Unidos Socialistas de América Latina y del Caribe, abriendo nuevos rumbos al destino de la humanidad. Los psicólogos del imperio saben que el esclavo que ha tomado conciencia de su esclavitud ha comenzado a ser libre. Y en eso tienen razón, ya que TeleSur desarrollará la conciencia liberadora de nuestros pueblos.


UN LIBRO DEL EXILIO

<hr><h2><u>UN LIBRO DEL EXILIO</h2></u> Por Aristóteles España

Líber Tamayo (San Bernardo, 1951) acaba de publicar su libro de poemas “Invernadero” (Ediciones Documentas, Santiago, 2005), donde se reencuentra con las imágenes de su exilio en Roma, el paso del tiempo, los atardeceres europeos llenos de nostalgia por la patria. Despedidas en los andenes, suicidios; interminables reuniones con fotos y afiches pegados en los muros, mientras los vidrios de las ventanas italianas se cubren de rocío, angustia, recuerdos de un tiempo que fue.

Este texto lleno de melancolía nos invita a reflexionar sobre los años de la dictadura y los seres humanos que fueron obligados a marcharse de su patria simplemente porque no compartían las ideas del gobierno de facto. Hay heridas en las palabras, sustantivos que caminan colgados por los aeropuertos, en casas de amigos por las noches, “donde nostálgicos artistas y poetas caminan escondidos entre líneas en la noche” de un país que los acoge pero que no es el suyo.

“Invernadero” nos propone una mirada poética hacia los túneles del tiempo. Pedazos de ternuras, de amores, vacíos que fueron quedando en el camino, reconstrucciones de espacios donde vivir dignamente y buscar salidas a las situaciones personales y colectivas de un país -el nuestro- cuyos gobernantes estaban empecinados en borrar la memoria histórica, haciendo desaparecer instituciones, cientos de dirigentes y militantes de bases sociales que fueron declarados enemigos por tener una visión distinta del mundo. La poesía, funciona en este caso, como un corpus desacralizador y al mismo tiempo como un sitio donde se instala la esperanza a defender a brazo partido su derecho a existir en este mundo.

Jorge Montealegre señala: “Los poemas de este Invernadero -en su mayoría breves- semejan cuartos cargados de ausencia, en un exilio sin territorio. Cuartos vacíos de ninguna parte. Los versos caen en cámara lenta para habitarlos. Perdidos en la soledad, vacilantes en su tensión”.

El poeta camina por las calles de Roma pensando en un futuro que no existe, cuenta las estrellas, se enamora de muchachas con las cuales comparte derroteros y vasos de vino en las noches heladas, se interroga sobre el por qué de la poesía con versos de René Char, Ernesto Cardenal, Vladimir Holan, acude a metáforas sobre el silencio o los números que le recuerdan su paso por la vida.

Hay referencias a la Fontana de Trevi, al parque de Luxemburgo, al Trastevere, casi siempre con un profundo halo metafísico, donde la soledad logra arrinconarlo mientras la ciudad duerme y en Chile se vive una vida distinta llena de soldados en las calles y el Toque de Queda cambia la vida de los habitantes.

Líber Tamayo logra de esta manera uno de los más importantes libros del exilio. Al igual que la novela “Morir en Berlín” de Carlos Cerda se respira en estas páginas un aire de tristeza por las vidas truncadas que fueron quedando solas en países lejanos y cómo lograron armar redes para sobrevivir en idiomas, cielos, canales distintos. Sus poemas son conmovedores, sobre todo cuando logra desdoblarse como un pájaro sin alas y caminar por calles llenas de piedra y olvido.

Líber Tamayo estudió Cine en Roma y Televisión en la RAI de Florencia. Su poesía ha sido publicada en Europa, América Latina. Actualmente pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile. Reside en Santiago


UN LIBRO DEL EXILIO

<hr><h2><u>UN LIBRO DEL EXILIO</h2></u> Por Aristóteles España

Líber Tamayo (San Bernardo, 1951) acaba de publicar su libro de poemas “Invernadero” (Ediciones Documentas, Santiago, 2005), donde se reencuentra con las imágenes de su exilio en Roma, el paso del tiempo, los atardeceres europeos llenos de nostalgia por la patria. Despedidas en los andenes, suicidios; interminables reuniones con fotos y afiches pegados en los muros, mientras los vidrios de las ventanas italianas se cubren de rocío, angustia, recuerdos de un tiempo que fue.

Este texto lleno de melancolía nos invita a reflexionar sobre los años de la dictadura y los seres humanos que fueron obligados a marcharse de su patria simplemente porque no compartían las ideas del gobierno de facto. Hay heridas en las palabras, sustantivos que caminan colgados por los aeropuertos, en casas de amigos por las noches, “donde nostálgicos artistas y poetas caminan escondidos entre líneas en la noche” de un país que los acoge pero que no es el suyo.

“Invernadero” nos propone una mirada poética hacia los túneles del tiempo. Pedazos de ternuras, de amores, vacíos que fueron quedando en el camino, reconstrucciones de espacios donde vivir dignamente y buscar salidas a las situaciones personales y colectivas de un país -el nuestro- cuyos gobernantes estaban empecinados en borrar la memoria histórica, haciendo desaparecer instituciones, cientos de dirigentes y militantes de bases sociales que fueron declarados enemigos por tener una visión distinta del mundo. La poesía, funciona en este caso, como un corpus desacralizador y al mismo tiempo como un sitio donde se instala la esperanza a defender a brazo partido su derecho a existir en este mundo.

Jorge Montealegre señala: “Los poemas de este Invernadero -en su mayoría breves- semejan cuartos cargados de ausencia, en un exilio sin territorio. Cuartos vacíos de ninguna parte. Los versos caen en cámara lenta para habitarlos. Perdidos en la soledad, vacilantes en su tensión”.

El poeta camina por las calles de Roma pensando en un futuro que no existe, cuenta las estrellas, se enamora de muchachas con las cuales comparte derroteros y vasos de vino en las noches heladas, se interroga sobre el por qué de la poesía con versos de René Char, Ernesto Cardenal, Vladimir Holan, acude a metáforas sobre el silencio o los números que le recuerdan su paso por la vida.

Hay referencias a la Fontana de Trevi, al parque de Luxemburgo, al Trastevere, casi siempre con un profundo halo metafísico, donde la soledad logra arrinconarlo mientras la ciudad duerme y en Chile se vive una vida distinta llena de soldados en las calles y el Toque de Queda cambia la vida de los habitantes.

Líber Tamayo logra de esta manera uno de los más importantes libros del exilio. Al igual que la novela “Morir en Berlín” de Carlos Cerda se respira en estas páginas un aire de tristeza por las vidas truncadas que fueron quedando solas en países lejanos y cómo lograron armar redes para sobrevivir en idiomas, cielos, canales distintos. Sus poemas son conmovedores, sobre todo cuando logra desdoblarse como un pájaro sin alas y caminar por calles llenas de piedra y olvido.

Líber Tamayo estudió Cine en Roma y Televisión en la RAI de Florencia. Su poesía ha sido publicada en Europa, América Latina. Actualmente pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile. Reside en Santiago


SOÑANDO DESDE EL SUR

<hr><h2><u>SOÑANDO DESDE EL SUR</h2></u>
Guayasamín


Sería un error pensar que con el lanzamiento de la nueva emisora de televisión latinoamericana, Telesur, va a comenzar a existir nuestra cultura continental. Esa cultura ya existe, es una de las más ricas y vigorosas del mundo moderno y también una de las más dinámicas

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Por William Ospina
Sábado 30 julio 2005

No se trata sólo de que los restaurantes de comida mexicana o peruana, cubana o colombiana, abunden cada vez más en Estados Unidos o en Europa; de que los tangos argentinos, los pasillos ecuatorianos, los sones cubanos, los boleros caribeños, los vallenatos colombianos, la cumbia y el mambo y la salsa se hayan tomado los salones del mundo; de que la literatura de Juan Rulfo o de Carlos Fuentes, de García Márquez o de Vargas Llosa, de Neruda o de Jorge Luis Borges, esté entre las más leídas del planeta, sino que en todos los espacios de la creatividad popular: la música, la danza, el teatro, las artes plásticas, la narración oral, la fotografía, el cine, la América Latina, que yo prefiero llamar América Mestiza para no sesgar de un modo demasiado europeo nuestra definición, para que quepan en ella los pueblos indígenas y los pueblos de origen africano, es un continente lleno de vida, de pasión, de imaginación y de lenguajes originales.

Esa cultura ha crecido en medio de dificultades y de grandes choques históricos. De la fusión de las lenguas castellana y portuguesa con la sensibilidad de los pueblos nativos surgieron las literaturas mestizas y mulatas de García Márquez, de Jorge Amado, de Luis Palés Matos. De la fusión de los mitos cristianos con el culto a las divinidades de África nacieron el vudú y la santería cubana. Somos pueblos de sangres mezcladas, de religiones sincréticas, de culturas mixtas, de lenguas mestizas; y esa cósmica profusión de sangres, de símbolos, de músicas, de leyendas, de ritmos, está pasando de la incandescencia creadora a la conciencia de sí misma. Es un momento importantísimo de nuestra cultura, que no debemos mirar como un fenómeno exclusivamente político, aunque, por supuesto, la política es uno de sus componentes.

Durante demasiado tiempo la América Mestiza creció agobiada por el peso de la tradición colonial. Quisimos demasiado a Europa, veneramos demasiado sus artes y sus religiones, sus ciencias y sus filosofías. Eso tal vez era necesario, porque esos modelos de belleza, ese sentimiento de lo sagrado, esa sed de conocimiento y esa búsqueda del sentido también nos pertenecen. Pero la fuerza intimidatoria de tanto poder militar, de tanta elocuencia, de tanta elegancia, de tanta arrogancia, nos obligaron a postergar nuestro reconocimiento pleno: la búsqueda de esos otros ríos, los ríos profundos de que hablaba Arguedas, que nos dan nuestra originalidad en el contexto de las naciones marcadas por Europa.

Tenemos que mirarlo todo de nuevo. Mitos, sueños, leyendas, lenguas, músicas. Objetos a la vez artísticos y religiosos como la deslumbrante orfebrería de zenúes y quimbayas, de tayronas y nariños. La infinita capacidad de nuestros pueblos para tomar elementos de sus fuentes culturales y darles un viraje creador. Así el arpa dejó de ser lo que era en manos del rey David o del bardo Ossian, para modular la voz de ráfaga de las sabanas del Orinoco; así la guitarra enardecida de los andaluces se cargó de melancolía y de sencillez andina; así el acordeón de los alemanes se hizo narrativo y pícaro en manos de los virtuosos vallenatos.

Pero la aparición de este nuevo instrumento de la cultura latinoamericana, Telesur, sí representa la promesa de una nueva época en el desarrollo de nuestro espíritu continental. La promesa de un diálogo más fluido, de una más sistemática exploración de nuestras fuentes; la oportunidad de un relato continental rico en voces y en perspectivas; una inmersión en la historia olvidada de nuestros pueblos, esa mina de oro escondida, llena de argumentos y de caracteres, de rebeliones y de traiciones desmesuradas, de crímenes terribles y de heroísmos sublimes.

Es también la posibilidad de arrojar una mirada sensitiva y clarividente sobre la naturaleza del continente, y ante todo sobre este mundo equinoccial: el más grande tesoro que le queda a la humanidad, y que no podemos permitir que sea desperdiciado ni arrasado por la voracidad sin perspectiva del lucro ni por la el cálculo insensible de los mercados. Una nueva posibilidad para avanzar en el descubrimiento de nosotros mismos y en la construcción de un lenguaje compartido que nos permita dialogar con el mundo; establecer un nuevo intercambio con Asia, de donde acaso vino nuestra sabiduría; con Europa, de donde tal vez vino nuestro conocimiento; con África, de donde llegaron sin duda nuestro ritmo y nuestra alegría.

El nacimiento de Telesur es una gran promesa y un gran desafío. El desafío de demostrar que no somos un continente de consignas gastadas y de enfrentamientos mezquinos sino un mundo de imaginación y de lenguaje. El desafío de demostrar que somos capaces de crear nuevos paradigmas y de hacer del conocimiento y de la belleza, de la generosidad y de la sensibilidad la gran respuesta de los pueblos a la codicia de los poderosos y a la barbarie de los traficantes de la muerte. Una nueva época de nuestra cultura podría estar comenzando, pero para ello, como bien lo intuyen los impulsores de este proyecto continental, hay que superar la mayor limitación de los medios audiovisuales, la de ser cauces de una sola vía, que hablan para consumidores pasivos y nunca establecen canales de intercambio.

Lo que hace que la televisión sea tan poderosa para influenciar la conducta inmediata pero tan débil para dejar huellas pedagógicas profundas, es su fascinación por la publicidad y por el espectáculo
. Si las emisiones de una sola vía fueran poderosas pedagógicamente, todos los televidentes contemporáneos serían verdaderos eruditos: expertos en biología y en tecnología, en humanidades y en historia. La paradójica verdad es que a la televisión de hoy se le pueden dedicar estos versos de Borges sobre los espejos: "Todo sucede y nada se recuerda/ en esos gabinetes cristalinos". A diferencia de lo que recibe de los libros, que dejan una huella tan profunda, la humanidad recibe la avalancha de información que surten las pantallas, pero casi no recuerda nada. Es tan frágil la capacidad de la televisión para influenciar profundamente las conciencias, que si un gran producto de la sociedad industrial dejara de promoverse, en poco tiempo sus ventas caerían de un modo dramático. No hay publicista que ignore que el secreto de la publicidad es la frecuencia, no desaparecer de la percepción.

El proyecto de Telesur es informar, educar y entretener, y su camino más lúcido debería ser no separar demasiado esas cosas. Hay que intentar que la información eduque, que la educación entretenga, que el entretenimiento informe, y que esas funciones se cumplan a través de un diálogo original con los receptores.

Qué gran desafío para la imaginación, no contrariar sólo los esquemas mentales de la sociedad contemporánea sino su manera misma de actuar. No hacer televisión de consumo sino televisión de intercambio. No persistir en los hábitos de la sociedad de consumo, que nos eternizan a todos en la pasividad, sino luchar por una sociedad de imaginación y de creación. Esa aspiración no sólo justificaría este sueño, sino que pondría a prueba la originalidad de la América Mestiza.


UN LIBRO DEL EXILIO

<hr><h2><u>UN LIBRO DEL EXILIO</h2></u> Por Aristóteles España

Líber Tamayo (San Bernardo, 1951) acaba de publicar su libro de poemas “Invernadero” (Ediciones Documentas, Santiago, 2005), donde se reencuentra con las imágenes de su exilio en Roma, el paso del tiempo, los atardeceres europeos llenos de nostalgia por la patria. Despedidas en los andenes, suicidios; interminables reuniones con fotos y afiches pegados en los muros, mientras los vidrios de las ventanas italianas se cubren de rocío, angustia, recuerdos de un tiempo que fue.

Este texto lleno de melancolía nos invita a reflexionar sobre los años de la dictadura y los seres humanos que fueron obligados a marcharse de su patria simplemente porque no compartían las ideas del gobierno de facto. Hay heridas en las palabras, sustantivos que caminan colgados por los aeropuertos, en casas de amigos por las noches, “donde nostálgicos artistas y poetas caminan escondidos entre líneas en la noche” de un país que los acoge pero que no es el suyo.

“Invernadero” nos propone una mirada poética hacia los túneles del tiempo. Pedazos de ternuras, de amores, vacíos que fueron quedando en el camino, reconstrucciones de espacios donde vivir dignamente y buscar salidas a las situaciones personales y colectivas de un país -el nuestro- cuyos gobernantes estaban empecinados en borrar la memoria histórica, haciendo desaparecer instituciones, cientos de dirigentes y militantes de bases sociales que fueron declarados enemigos por tener una visión distinta del mundo. La poesía, funciona en este caso, como un corpus desacralizador y al mismo tiempo como un sitio donde se instala la esperanza a defender a brazo partido su derecho a existir en este mundo.

Jorge Montealegre señala: “Los poemas de este Invernadero -en su mayoría breves- semejan cuartos cargados de ausencia, en un exilio sin territorio. Cuartos vacíos de ninguna parte. Los versos caen en cámara lenta para habitarlos. Perdidos en la soledad, vacilantes en su tensión”.

El poeta camina por las calles de Roma pensando en un futuro que no existe, cuenta las estrellas, se enamora de muchachas con las cuales comparte derroteros y vasos de vino en las noches heladas, se interroga sobre el por qué de la poesía con versos de René Char, Ernesto Cardenal, Vladimir Holan, acude a metáforas sobre el silencio o los números que le recuerdan su paso por la vida.

Hay referencias a la Fontana de Trevi, al parque de Luxemburgo, al Trastevere, casi siempre con un profundo halo metafísico, donde la soledad logra arrinconarlo mientras la ciudad duerme y en Chile se vive una vida distinta llena de soldados en las calles y el Toque de Queda cambia la vida de los habitantes.

Líber Tamayo logra de esta manera uno de los más importantes libros del exilio. Al igual que la novela “Morir en Berlín” de Carlos Cerda se respira en estas páginas un aire de tristeza por las vidas truncadas que fueron quedando solas en países lejanos y cómo lograron armar redes para sobrevivir en idiomas, cielos, canales distintos. Sus poemas son conmovedores, sobre todo cuando logra desdoblarse como un pájaro sin alas y caminar por calles llenas de piedra y olvido.

Líber Tamayo estudió Cine en Roma y Televisión en la RAI de Florencia. Su poesía ha sido publicada en Europa, América Latina. Actualmente pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile. Reside en Santiago