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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado

socialistas de chile


APUNTES PARA OTRA IZQUIERDA

<hr><h1><u>APUNTES PARA OTRA IZQUIERDA</u></h1>

Centro de Estudios Sociales Avance
www.centroavance.cl
 

Gregorio Angelcos y Carlos Díaz acaban de presentar su libro “Una democracia de oligarquías (apuntes para otra izquierda)”. A continuación presentamos el prólogo del libro escrito por Jorge Arrate.

La izquierda ha vivido un tiempo que parece arrancado de la poesía del fracaso propia de un tango de Discépolo. Los obreros deben  competir para que les extraigan la plusvalía, los gobiernos se disputan entre sí el privilegio de que sus países sean vaciados de riquezas básicas, los partidos de izquierda se postulan como buenos administradores capaces de aprovechar las virtudes, las reales y las falsas, del libre mercado. El cambio ha sido universal y mayúsculo. La izquierda, de manera no uniforme, ha ido asumiendo que su descontento con la forma cómo es el mundo debe traducirse en nuevos derroteros.
 

Efectivamente, el fantasma del denominado “fin de la historia” pena desde hace ya tiempo en la casa de los espíritus de la izquierda. En cierto sentido fue la propia izquierda, una parte de ella al menos, la que más acuciosamente exploró las grietas de la catástrofe antes que se produjera. El derrumbe del Muro en 1989,  que, se dice, marca el término efectivo de un siglo, la caída de telón de una época, el fin de la historia, aunque no fue previsto como tal, no era conceptualmente extraño a antiguos y a veces repetidos debates de la propia izquierda. Desde Luxemburgo y su amor a la libertad, la crítica de izquierda al modelo “oriental” del “partido-estado”, con propiedad estatal de los medios de producción y planificación centralizada, emergió en puntos y momentos diversos.
 

En primer lugar, desde la socialdemocracia, que en algunas partes alcanzó tanto éxito con su programa social que, llegado un cierto punto, no supo qué más hacer, incapaz de proponerse un cambio radical de sistema, e inició su estancamiento y, en el caso de algunos de sus componentes, la recalada en los mares interiores del liberalismo. Luego, desde la ortodoxia trotskista, de fuerte tensión antiburocrática, y desde la ortodoxia china, radicalmente basista en los tiempos de la Revolución Cultural. En Italia, en los años setenta, la discusión sobre el “socialismo real”, sobre sus méritos y virtudes, pero especialmente sobre su naturaleza ---¿qué era? ¿era socialismo? ¿o era acaso “capitalismo de estado”?---fue aguda e involucró no ya a los herejes, desviados de la ortodoxia soviética, sino también a los comunistas de inspiración gramsciana. En la misma época los yugoslavos reunían todos los años en el balneario croata de Cavtat a unos doscientos políticos e intelectuales de izquierda de todas las tendencias y de todos los continentes. Eran debates durísimos, plenos de espíritu crítico e imaginación. El Muro aún no había caído. Faltaban quince años para que se desmoronara.
 

En Chile, socialismos libertarios y socialismos marxistas se fundieron en la década de los treinta en el Partido Socialista, que hizo de la crítica al estalinismo y a la experiencia de dictadura del proletariado del este europeo una de sus banderas ideológicas durante la mayor parte de su historia, decenios  antes de la caída del Muro.
 

Traigo esto a colación no por el afán de redimir a la izquierda revalorizando las disidencias de ayer, sino para señalar que hay mucha reflexión acumulada sobre un proyecto de sociedad alternativo al capitalismo, y también alternativo al modelo comunista de Europa del Este y Asia, bastante tiempo antes de la lápida de Fukuyama y su “fin de la historia”. No es efectivo que la caída del Muro haya significado que la izquierda quedó sin proyecto: para parte importante de la izquierda, la mayoría de la que hoy subsiste, ese no fue nunca su proyecto, si bien el posicionamiento frente a la realidad del entonces llamado “campo socialista” iba desde el respeto, a veces oportunista, a veces sincero, hasta la condena.
 

En todo caso, el agotamiento de la propuesta socialdemócrata generó un cuadro en que los dos  protagonistas de la historia de la izquierda en el siglo XX, el movimiento comunista  y la socialdemocracia quedaron huérfanos de proyecto. El socialismo perdió referente real, imperfecto, desviado, incompleto, pero referente real al fin. Sólo una pequeña nación como Cuba se aprestó a resistir los embates del nuevo Leviatán: el mercado. El impacto ha sido grande y ha limitado la capacidad de la izquierda de elaborar, sobre algunas bases propias ya formuladas más otras nuevas, un proyecto diferente del comunismo soviético y que vaya más allá de los intentos importantes de humanización del capitalismo realizados por los socialdemócratas nórdicos,  zarandeados también por el maremoto neoliberal.
 

El punto que quisiera plantear es que esta ausencia de proyecto creíble deriva no tanto y no sólo del derrumbe del Muro y del agotamiento socialdemócrata, sino del rol que progresivamente fue adquiriendo el mercado en la vida de las sociedades modernas, con el consiguiente desplazamiento del ciudadano por el consumidor y de la solidaridad por el individualismo. 
 

De esta manera, el debate actual pareciera constituirse entre dos opciones: una, la que cabalga el mercado no regulado ---yo diría libertino--- como gran fuerza motora del desarrollo capitalista. La otra, aquella que critica los evidentes excesos del capitalismo ---entre otros su vaciamiento ético y las enormes desigualdades que consagra--- y que postula atemperarlas. Ambas opciones, que tienden a encontrarse cuando se aproximan al espacio político denominado “centro”, no ponen en cuestión las bases estructurantes del actual sistema hegemónico.
 

Surge así, en el universo de la política, un mundo de ambidextros. Está conformado por una derecha que desarrolla una cierta sensibilidad social ante las miserias extremas, materiales y morales que el sistema genera y un “progresismo” que se bate, con más o menos éxito, por contradecir los efectos naturales del mercado pero sin ponerlo decisivamente en su lugar. Por esta vía la administración del Estado y la gestión de sus asuntos siguen siendo, aún con su pérdida progresiva de facultades, espacio de disputa pero también de complicidades que permiten a la derecha recubrirse de un ropaje más avanzado y al “progresismo” erigirse en un gerente competitivo de la economía desregulada.
 

Se quiere que este sea el espacio de la política, excluyendo a quienes no se circunscriben a él, por utopistas, milenaristas, maximalistas o promotores de imposibles, o cualquier otra calificación con intención peyorativa. En la consagración de ese espacio el control de los medios de comunicación juega un rol primordial: la construcción de una opinión pública con opciones circunscritas es una necesidad vital para su mantención.
 

En el caso de Chile el fenómeno adquiere un carácter extremo y por eso mismo insoportable. En nuestro país, mucho antes de la caída del Muro y cuando recién se insinuaba la decadencia socialdemócrata, la izquierda sufrió el golpe más duro de su historia: el 11 de septiembre de 1973. Treinta años después surge una vez más la necesidad de una reidentificación y la vía apropiada es la formulación de un nuevo proyecto que ensanche el espacio del debate y las opciones.
 

Un proyecto de izquierda es necesario para abrir un territorio donde pareciera haberse acallado ---atención, los medios una vez más---y eliminado la crítica a fondo al capitalismo. Se requiere también para salir al paso a una derecha que, en su beneficio, declara superada la separación entre izquierda y derecha y a lo más admite diferencias entre un centro-derecha y un centro-izquierda que, se sostiene, debieran “alternarse” en el poder. El discurso de la “alternancia” es uno de los artilugios más vistosos del espacio circunscrito que he mencionado. Porque, ¿puede hablarse de alternancia en un país donde  el poder económico y comunicacional está tan soberbiamente desequilibrado a favor de la derecha? ¿Habrá también “alternancia” en la dirección de los grandes conglomerados financieros? ¿O en la dirección de “El Mercurio”; o de los canales privados de televisión, habrá también “alternancia”?
 

La izquierda chilena intenta diversamente, desde múltiples distintos lugares, reconstruir un proyecto. Resurge el viejo debate sobre el socialismo y la democracia al que Eugenio González y Salvador Allende, entre otros, contribuyeron grandemente. En la década de los setenta, en Chile y en el exilio, la izquierda chilena retomó esa discusión quedó estremecida y, luego, dividida. Hoy de nuevo textos recientes y no suficientemente difundidos y analizados vuelven a proponer el debate democracia-socialismo con una intención reconstructora. Menciono a lo menos tres: los aportes de Manuel Antonio Garretón, entre otros “Perspectivas del socialismo en el siglo XXI”, publicado en el 2000; el trabajo de Tomás Moulian publicado el mismo año bajo el irónico título de “La Quinta Vía”; y las reflexiones políticas cargadas de densidad teórica que ofrece Gonzalo Martner en su libro “El socialismo y los tiempos de la historia” publicado el 2003.
 

En este libro Gregorio Angelcos y Carlos Díaz dan un nuevo paso en su larga y fructífera colaboración intelectual, para expresar desde su perspectiva el malestar que invade a las mujeres y hombres de izquierda al constatar el vacío de propuestas y, no sólo eso, muchas veces la resignación frente a ese vacío. Se inscriben con fuerza en esa tarea reconstructora que señalo.
 

Angelcos y Díaz nos recuerdan que no hay que dejarse llevar por el conformismo. La falta de vigor de un pensamiento de izquierda en el Chile de hoy, que ponga en cuestión las “verdades” que da por establecida la hegemonía del pensamiento economicista y mercantilista, no es un destino ineluctable propio del período histórico que vivimos. Es, en buena parte, responsabilidad de nosotros mismos. Angelcos y Díaz nos lo recuerdan y de modo descarnado hacen una vivisección de la izquierda y la sociedad chilena y esbozan senderos de reconstrucción. Como Gramsci, de inteligencia pesimista y de voluntad optimista, los autores, dos auténticos socialistas de la mejor tradición libertaria, nos desafían ahora a repensarlo todo, a criticarlo todo.

En buena hora.


LOS SOCIALISTAS CHILENOS Y LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS

<HR><h1><u>LOS SOCIALISTAS CHILENOS Y LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS</h1></u> Carta enviado hoy a los organizadores de la III Cumbre de los Pueblos que se inicia hoy en Argentina. Saludos Esteban Silva

1 de noviembre de 2005.

Compañeras y compañeros
Comisión Organizadora
III Cumbre de los Pueblos

Reciban el saludo de los y las socialistas chilenos agrupados en el Regional Latinoamérica que reúne a todos los socialistas que vivimos en América del Sur.

Como militantes del Partido del Presidente Salvador Allende, luchamos y tenemos la convicción de que otro mundo y otra Latinoamérica son posibles.

Somos parte activa de las fuerzas sociales y políticas socialistas y progresistas que luchan por un mundo multilateral, basado en la paz, en la justicia internacional, en la redistribución mundial de la riqueza distinta al de la globalización neoliberal dominante.

La III Cumbre de los pueblos es un acto de confluencia, de acción de reflexión y esperanza. Se efectúa en un momento muy importante para Latinoamérica y el mundo. Tenemos que avanzar en la unidad e integración sudamericana.

Tenemos que construir grandes alianzas y concertaciones de todos los movimientos sociales y políticos que luchan por la reproducción de la vida y por generar alternativas de transformación de nuestras sociedades.

Nos sumamos también a la gran movilización que encabezaran los hermanos argentinos junto con muchos latinoamericanos para decirle al Señor Bush que Latinoamérica no quiere sus guerras imperiales y su agresión unilateral.

Porque luchamos por un comercio justo, por desarrollos auto sustentables, por la defensa del medio ambiente y nuestras riquezas naturales, para que éstas puedan ser puestas al servicio de los millones de habitantes de nuestro continente y de los países del sur decimos No a la política de la administración Bush. Sí a la integración y complementariedad de nuestros pueblos y naciones. Sí a la unidad Latinoamericana. Sí a la integración social, económica, comercial y energética, y a la confluencia de los países del sur en desarrollo.

Sí a un mundo multipolar, basado en el derecho internacional, basado en la efundación de la arquitectura de Naciones Unidas y el cambio profundo de los Organismos Financieros multilaterales.

Porqué creemos en la vida y en la fuerza democrática de las ideas socialistas del siglo XXI, nos sumamos y saludamos con entusiasmo la Cumbre de los Pueblos que hoy comienza en la República Argentina.

Alejandro Santander - Presidente

Esteban Silva - Secretario Político

Regional Latinoamérica Partido Socialista de Chile


CONFLICTO CHILE-PERÚ

<hr><h1><u>CONFLICTO CHILE-PERÚ</h1></u>

EL SOCIALISMO CHILENO Y EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO


"Uno tiene todo el derecho a preguntarse si con el suicidio de Allende en setiembre de 1973, también murieron los sueños del socialismo chileno".


Alberto Adrianzén M.
La República – Lima – Perú
4 de noviembre de 2005

Resulta gracioso que el canciller chileno Ignacio Walker afirme que no reconocerá la ley peruana sobre la línea de base del dominio marítimo. Es gracioso, digo, porque ningún peruano está obligado a reconocer las leyes chilenas. En tal sentido, sucede lo mismo con los ciudadanos de ese país: no están obligados a reconocer nuestras leyes. Así de simple. Si ello es así, es decir, un asunto tan obvio que no amerita siquiera una discusión seria, salvo que aceptemos una indebida injerencia externa, lo primero que a uno se le ocurre es decir que Chile está totalmente equivocado en su reclamo y postura. No solo porque la ley de bases no define directamente nuestro límite marítimo sino también porque no se ha producido aún un hecho internacional que lo obligue a responder.

Por ello es posible que la respuesta chilena sea una suerte de combinación que mezcla su tradicional prepotencia frente a este asunto con una muy reciente preocupación por el descenso de la candidata oficialista Michelle Bachelet en la carrera presidencial. Como se sabe, la candidata de la Concertación viene bajando en las encuestas como consecuencia de un ligero aumento del candidato de izquierda, Tomás Hirsch, que encabeza la coalición "Juntos Podemos Más". El asunto es tan obvio que los otros tres candidatos no oficialistas le han dicho al presidente Ricardo Lagos, luego de su reunión con la candidata Bachelet para discutir el reciente problema con el Perú, que no manipule este asunto en beneficio de su candidata.

Pero más allá de esta explicación lo que sí resulta también obvio y, por qué no decirlo, lamentable, es que el socialismo chileno apele y manipule los sentimientos más primitivos y reaccionarios de su pueblo para ganar esta elección. Ello demostraría que el socialismo chileno como discurso de cambio se está agotando; que sus diferencias con la derecha de ese país son tan mínimas que solo le queda disputarle lo peor de la tradición chilena: el chauvinismo y el prusianismo militarista. Dicho de otra manera: terminar nuevamente prisionero de sus antiguos verdugos: los militares y las elites económicas.

De ahí que uno comience a descubrir que la derrota del gobierno de la Unidad Popular (UP) y la muerte de Salvador Allende, como también la posterior y salvaje represión pinochetista, no solo fue una derrota política del socialismo sino también –y sobre todo– una derrota cultural que liquidó la vieja tradición progresista de ese país. Por eso no es extraño ver el cambio que se ha operado en algunos socialistas chilenos que de antiguos activistas de la solidaridad continental, como fue en décadas pasadas, hoy se han convertido en activos lobbistas de los grandes empresarios de ese país, en especial de Andrónico Luksic, financista, según algunos, de la campaña de los socialistas chilenos.

Porque sería bueno preguntarles a los socialistas chilenos qué opinan de las recientes declaraciones de la "analista política" Verónica Barrios, quien sostuvo en la televisión chilena que la devolución de Tacna, luego de la Guerra del Pacífico, representó, como ella dice, "un buen gesto" de su gobierno hacia el Perú. O que hasta ahora, a diferencia de los países civilizados, Chile se niegue a entregar los llamados "trofeos de guerra" conquistados en la Guerra del Pacífico.

 

Brasil, por ejemplo, le ha devuelto a Paraguay, como expresión de buena voluntad y también como una suerte de disculpa histórica por el daño ocasionado a ese pueblo, todos los "trofeos de guerra" conquistados en la guerra de la Triple Alianza en el siglo XIX. Igual ha sucedido con los países europeos que han hecho lo mismo como señal de una nueva y mejor convivencia entre ellos. Sin embargo, el comportamiento chileno es todo lo contrario. Hasta ahora, por solo citar un solo caso, se niegan primero a aceptar y luego a devolver los libros robados de nuestra Biblioteca Nacional.

Digo esto no para animar y menos levantar un espíritu chauvinista y revanchista frente a Chile. Ese es el camino más fácil y el más peligroso. Si no más bien para decir que el socialismo, sea cual fuere su vertiente, siempre imaginó un mundo distinto, solidario, pacífico y lejos, por tanto, de la barbarie militarista y prusiana que asoló Europa a principios del siglo pasado. Me imagino que algo similar les podrían decir los socialistas y los grupos progresistas bolivianos.

 

Cuando uno recuerda la enorme y gratuita solidaridad continental con Chile y con el socialismo de ese país, luego del golpe de estado de Pinochet, y analiza el comportamiento del nuevo socialismo chileno hoy, uno tiene todo el derecho a preguntarse si con el suicidio de Allende en setiembre de 1973, también murieron los sueños del socialismo chileno. No tanto el del gobierno de la Unidad Popular, controversial por cierto, sino más bien aquel socialismo que aspiraba a la unidad continental y a un mundo mejor, más civilizado y, por lo tanto, más humano. Posiblemente el socialismo por el cual Salvador Allende ofrendó su vida.


P.S DE CHILE EN LA ARGENTINA

<hr><h2><u>P.S DE CHILE EN LA ARGENTINA</h2></u>

COMANDO DE APOYO A CANDIDATURA DE MICHELLE BACHELET



Sr/a:

Lo invitamos a participar el martes 26 de julio a las 18 horas a un encuentro del PS de Chile en Argentina y el Comando de Apoyo a Michelle Bachelet. Este evento se realizará en Entre Ríos 488, primer piso, en la Ciudad de Buenos Aires.

La tabla del día es:

1. La organización del Comando de Apoyo a la candidatura presidencial de Michelle Bachelet en la Argentina.

2. Informe y ampliación de las comisiones: Relaciones Institucionales, Finanzas, Organización y Comunicaciones.

3. Las elecciones en Chile y la participación: Inscripción en los registros electorales (hasta septiembre) y en el proceso electoral (Diciembre).

4. Varios

Esperando contar con su participación, saluda atentamente.

Juan Carlos Berríos (Presidente)
José Salvador Cárcamo (Relaciones Públicas)
Juan Morello (Secretario Organizaciones Sociales)
Alicia Alvarado (Secretaria Organización Interna)

psdechileenargentina@yahoo.com.ar
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