CRÓNICA DE UN BOCHORNO ANUNCIADO
Augusto Alvarado
Nota del autor: Hace un par de años un partido de tenis entre argentinos y chilenos originó bochornosos hechos de violencia. A raíz de esos acontecimientos escribí la nota que les ofrezco a continuación:
--------------------
Estaban los tres ciegos ante el elefante. Uno de ellos le palpó el rabo y dijo:
-Es una cuerda.
Otro ciego acarició una pata del elefante y opinó:
-Es una columna.
Y el tercer ciego apoyó la mano en el cuerpo del elefante y adivinó:
-Es una pared.
Así estamos: ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura del desvínculo nos prohíbe armar el rompecabezas.
Eduardo Galeano - Ser como ellos
Quienes quieran explicar los hechos de violencia ocurridos en el estadio del Parque O'Higgins (escenario del partido Argentina-Chile por la Copa Davis) sólo por sus manifestaciones más visibles, a saber, los errores (o no) del árbitro general; la provocación (o no) de Mariano Zabaleta; la manifiesta agresividad del público chileno hacia jugadores e hinchas argentinos; la poca seguridad que ofreció el ámbito del nuevo estadio (construido a revientacaballos especialmente para este partido); etc., seguramente encontrarán respuestas equivocadas, superficiales, que no irán al fondo del asunto y que, lo más probable, harán aún más difícil la comprensión de un tema que no es sólo de interés deportivo sino que tiene que ver con las relaciones globales entre chilenos y argentinos.
Dentro de este abanico de explicaciones superficiales, y en este caso absurdas y hasta jocosas (si fuera posible reírse ante tan grave situación), aparece la esgrimida por Enrique Morea, Presidente de la Federación Argentina de Tenis, repetida hasta el cansancio por los periodistas "especializados" ... en decir zonceras. Trátase de la temeraria afirmación que "las entradas eran muy baratas" ... "lo que permitió que accediera al estadio gente sin cultura tenística". Hablando en criollo, "negros hinchas del fútbol", "barrabravas" manipulados por la Federación Chilena de Tenis para intimidar a los argentinos. O sea, que quede claro, el tenis es para Amalia Lacroze de Fortabat y no para el "Perro" Santillán. No obstante, la TV nos mostró que el sector más violento se encontraba en las tribunas con sillas (donde el público con "cultura tenística" pagó 20 dólares por la entrada) y no en las galerías, donde los "bárbaros" sólo pagaron 6 dólares para presenciar el partido.
Guillermo Salatino, una especie de patriarca del periodismo "tenístico", en una bien intencionada columna de opinión en el diario "La Tercera" de Santiago (titulada "Derribemos las diferencias") afirma: "... que no nos extrañe cuando en Europa nos llamen sudacas, porque con este tipo de actos nos estamos ganando con creces el apelativo". ¡Justo cuando hace pocos días en Turquía, a raíz de un partido de fútbol por la Copa UEFA, murieron dos hinchas ingleses por golpes y cuchilladas propinados por los turcos! Salatino debe conocer, aunque más no sea porque viaja mucho, cuál es la situación de los marroquíes en España, los turcos en Alemania, etc. No nos dicen sudacas en Europa porque tiramos sillas en los partidos de tenis, Salatino. Nos dicen sudacas sencillamente porque nos desprecian, a todos los hispanoamericanos por igual.
Pero decía que la citada nota de Salatino era bien intencionada y ahora explicaré por qué. Sostiene al finalizar ... "No nos engañemos cuando nos decimos hermanos porque hay muchos elementos históricos que han creado una valla tan enorme como la cordillera de Los Andes y que las nuevas generaciones están llamadas a derribarla, con buenas armas, por supuesto". Salatino intenta, con buena voluntad, buscar la respuesta en la parte oculta del témpano, no se conforma con ver y describir sólo su parte visible. A partir de ahora nos dedicaremos también nosotros a hurgar en la parte invisible del témpano.
Las "historias oficiales" de los países de Hispanoamérica son las historias del desvínculo. Si la Academia Chilena de la Historia entregara Premios Oscar el General San Martín no estaría nominado ni como mejor actor de reparto. La explicación de moros y cristianos es que "con San Martín o sin él Chile igual hubiera sido libre". Salvo excepciones (Joaquín Edwards Bello, entre otros) los historiadores y divulgadores realzan la presencia de intrigantes y espías antiamericanos (Lord Cochrane, por ejemplo) en detrimento del Ejército de Los Andes. Esta historia oficial ha sido digerida por miles de maestros, padres de familia, instructores militares, que han transmitido por décadas y décadas la versión de un Chile autosuficiente, altanero, jamás vencido en el campo de batalla. La síntesis: los ingleses de América del Sur.
Y así a lo largo de toda la vida independiente. En la Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana (del Mariscal Santa Cruz); en la Guerra del Pacífico (1879); en la Guerra de Malvinas (1982) donde el gobierno militar de Pinochet con la abierta complicidad de la prensa, el sistema de partidos y hasta la sociedad civil (con muy pocas excepciones) simpatizó abiertamente con los ingleses. ¿Debemos asombrarnos, entonces, cuando los hinchas chilenos de fútbol gritan "argentinos maricones" cada vez que se le presenta la oportunidad? ¿O que se levanten banderas inglesas en los mismos escenarios? ¿O que pisoteen una bandera argentina como vimos el último viernes en el Parque O'Higgins?
No estamos de acuerdo con Salatino en que sea responsabilidad de las nuevas generaciones conseguir una relación de hermandad entre chilenos y argentinos. Es una tarea de hoy. Es responsabilidad de los gobernantes, de los formadores de opinión, de los maestros, de los padres. Tiene que ver con enfrentar unidos un mundo que cada día nos segrega más en nombre de la religión del neoliberalismo y su nuevo instrumento: la globalización. Por nuestra parte, como integrantes de la izquierda nacional latinoamericana, hace varias décadas que estamos empeñados en vincular la gesta de San Martín, O'Higgins y Bolívar con los desafíos del presente: la independencia nacional y el socialismo latinoamericano.
Por eso nos ha dolido en el alma lo que ha ocurrido el último viernes en el Parque O'Higgins. Porque estamos con José Hernández: "Los hermanos sean unidos / porque esa es la ley primera / Tengan unión verdadera / en cualquier tiempo que sea / Porque si entre ellos pelean / los devoran los de ajuera".
Nota del autor: Hace un par de años un partido de tenis entre argentinos y chilenos originó bochornosos hechos de violencia. A raíz de esos acontecimientos escribí la nota que les ofrezco a continuación:
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Estaban los tres ciegos ante el elefante. Uno de ellos le palpó el rabo y dijo:
-Es una cuerda.
Otro ciego acarició una pata del elefante y opinó:
-Es una columna.
Y el tercer ciego apoyó la mano en el cuerpo del elefante y adivinó:
-Es una pared.
Así estamos: ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura del desvínculo nos prohíbe armar el rompecabezas.
Eduardo Galeano - Ser como ellos
Quienes quieran explicar los hechos de violencia ocurridos en el estadio del Parque O'Higgins (escenario del partido Argentina-Chile por la Copa Davis) sólo por sus manifestaciones más visibles, a saber, los errores (o no) del árbitro general; la provocación (o no) de Mariano Zabaleta; la manifiesta agresividad del público chileno hacia jugadores e hinchas argentinos; la poca seguridad que ofreció el ámbito del nuevo estadio (construido a revientacaballos especialmente para este partido); etc., seguramente encontrarán respuestas equivocadas, superficiales, que no irán al fondo del asunto y que, lo más probable, harán aún más difícil la comprensión de un tema que no es sólo de interés deportivo sino que tiene que ver con las relaciones globales entre chilenos y argentinos.
Dentro de este abanico de explicaciones superficiales, y en este caso absurdas y hasta jocosas (si fuera posible reírse ante tan grave situación), aparece la esgrimida por Enrique Morea, Presidente de la Federación Argentina de Tenis, repetida hasta el cansancio por los periodistas "especializados" ... en decir zonceras. Trátase de la temeraria afirmación que "las entradas eran muy baratas" ... "lo que permitió que accediera al estadio gente sin cultura tenística". Hablando en criollo, "negros hinchas del fútbol", "barrabravas" manipulados por la Federación Chilena de Tenis para intimidar a los argentinos. O sea, que quede claro, el tenis es para Amalia Lacroze de Fortabat y no para el "Perro" Santillán. No obstante, la TV nos mostró que el sector más violento se encontraba en las tribunas con sillas (donde el público con "cultura tenística" pagó 20 dólares por la entrada) y no en las galerías, donde los "bárbaros" sólo pagaron 6 dólares para presenciar el partido.
Guillermo Salatino, una especie de patriarca del periodismo "tenístico", en una bien intencionada columna de opinión en el diario "La Tercera" de Santiago (titulada "Derribemos las diferencias") afirma: "... que no nos extrañe cuando en Europa nos llamen sudacas, porque con este tipo de actos nos estamos ganando con creces el apelativo". ¡Justo cuando hace pocos días en Turquía, a raíz de un partido de fútbol por la Copa UEFA, murieron dos hinchas ingleses por golpes y cuchilladas propinados por los turcos! Salatino debe conocer, aunque más no sea porque viaja mucho, cuál es la situación de los marroquíes en España, los turcos en Alemania, etc. No nos dicen sudacas en Europa porque tiramos sillas en los partidos de tenis, Salatino. Nos dicen sudacas sencillamente porque nos desprecian, a todos los hispanoamericanos por igual.
Pero decía que la citada nota de Salatino era bien intencionada y ahora explicaré por qué. Sostiene al finalizar ... "No nos engañemos cuando nos decimos hermanos porque hay muchos elementos históricos que han creado una valla tan enorme como la cordillera de Los Andes y que las nuevas generaciones están llamadas a derribarla, con buenas armas, por supuesto". Salatino intenta, con buena voluntad, buscar la respuesta en la parte oculta del témpano, no se conforma con ver y describir sólo su parte visible. A partir de ahora nos dedicaremos también nosotros a hurgar en la parte invisible del témpano.
Las "historias oficiales" de los países de Hispanoamérica son las historias del desvínculo. Si la Academia Chilena de la Historia entregara Premios Oscar el General San Martín no estaría nominado ni como mejor actor de reparto. La explicación de moros y cristianos es que "con San Martín o sin él Chile igual hubiera sido libre". Salvo excepciones (Joaquín Edwards Bello, entre otros) los historiadores y divulgadores realzan la presencia de intrigantes y espías antiamericanos (Lord Cochrane, por ejemplo) en detrimento del Ejército de Los Andes. Esta historia oficial ha sido digerida por miles de maestros, padres de familia, instructores militares, que han transmitido por décadas y décadas la versión de un Chile autosuficiente, altanero, jamás vencido en el campo de batalla. La síntesis: los ingleses de América del Sur.
Y así a lo largo de toda la vida independiente. En la Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana (del Mariscal Santa Cruz); en la Guerra del Pacífico (1879); en la Guerra de Malvinas (1982) donde el gobierno militar de Pinochet con la abierta complicidad de la prensa, el sistema de partidos y hasta la sociedad civil (con muy pocas excepciones) simpatizó abiertamente con los ingleses. ¿Debemos asombrarnos, entonces, cuando los hinchas chilenos de fútbol gritan "argentinos maricones" cada vez que se le presenta la oportunidad? ¿O que se levanten banderas inglesas en los mismos escenarios? ¿O que pisoteen una bandera argentina como vimos el último viernes en el Parque O'Higgins?
No estamos de acuerdo con Salatino en que sea responsabilidad de las nuevas generaciones conseguir una relación de hermandad entre chilenos y argentinos. Es una tarea de hoy. Es responsabilidad de los gobernantes, de los formadores de opinión, de los maestros, de los padres. Tiene que ver con enfrentar unidos un mundo que cada día nos segrega más en nombre de la religión del neoliberalismo y su nuevo instrumento: la globalización. Por nuestra parte, como integrantes de la izquierda nacional latinoamericana, hace varias décadas que estamos empeñados en vincular la gesta de San Martín, O'Higgins y Bolívar con los desafíos del presente: la independencia nacional y el socialismo latinoamericano.
Por eso nos ha dolido en el alma lo que ha ocurrido el último viernes en el Parque O'Higgins. Porque estamos con José Hernández: "Los hermanos sean unidos / porque esa es la ley primera / Tengan unión verdadera / en cualquier tiempo que sea / Porque si entre ellos pelean / los devoran los de ajuera".
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