ESTADOS UNIDOS DE SUDAMÉRICA ¡AHORA!
ESTADOS UNIDOS DE SUDAMÉRICA ¡AHORA!
por Pablo Huneeus
Argentina, Bolivia y Chile debieran ser un sólo país. Si Canadá y Estados Unidos van de costa a costa en una parte mucho más ancha del continente ¿por qué nosotros debemos estar divididos por conceptos arcaicos a manos de políticos retrógrados?
Porque el problema de si darle o no darle salida al mar a Bolivia, o de si era chilena o argentina la Patagonia que explorara mi bisabuelo gringo, es puramente mental. La geografía misma es un continuo natural que viene sin fronteras. Se pasa de un valle a otro, de una cadena montañosa a la siguiente o del desierto a la selva, sin que nada indique la conveniencia de levantar muros, sean estos de concreto o de prejuicios.
Cuando uno cabalga por uno de esos tantos pasos cordilleranos "de cuyo nombre no quiero acordarme" y llega sin trámite alguno donde gauchos super amigables, no se echa de menos el control fronterizo, la barrera. ¿De qué sirve? ¿Qué ganamos con que esta parte del paisaje sea pasto de la burocracia santiaguina y esta otra de la bonaerense? Donde no hay aduana ¿alguien la extraña? Mejor, hagan escuelas para los niños.
Mar es una palabra corta para algo taaan grande. En ruso, le dicen mooore, así como un mugido interminable del océano universal, donde apareció un día el fenómeno llamado vida. A la hora de navegación, un albacorero de Cavancha, por ejemplo, ya no ve tierra tras suyo y le faltan cuatro o cinco horas más para llegar a los caladeros. Nadie, absolutamente nadie a la vista, ni la radio se oye y no hemos siquiera empezado a asomarnos al Pacífico.
¿Quién dijo que eso tiene propietario? Quien se crea dueño del mar, doble el Cabo de Hornos y verá quién manda en el reino de Poseidón, si es que no lo barre de la cubierta de un papirote.
Julio César dijo en el entierro de Cicerón, el filósofo, que "ha ampliado los límites del espíritu, más que nuestras legiones los del Imperio."
Es lo que debemos hacer en esta parte del mundo: ampliar la mente hasta convertir la crisis actual en la piedra fundacional de los Estados Unidos de Sud América. Sus ventajas prácticas son enormes: no sólo podría el infrascrito vender más libros, y los productores tendrían todos más mercado, además nos ahorraríamos millones en milicaje, administración pública y petimetres del servicio exterior, embajadas, etc.
¿La capital? Por cierto "mi Buenos Aires querido", como dice el tango, una ciudad culta, hermosa y libre de las destructivas inmobiliarias santiaguinas y de la agobiante puna paceña. ¿Y qué mejor que tener a los políticos lejos? Capaz que ante tanta librería, aprendan a pensar.
Copyright © Pablo Huneeus
Argentina, Bolivia y Chile debieran ser un sólo país. Si Canadá y Estados Unidos van de costa a costa en una parte mucho más ancha del continente ¿por qué nosotros debemos estar divididos por conceptos arcaicos a manos de políticos retrógrados?
Porque el problema de si darle o no darle salida al mar a Bolivia, o de si era chilena o argentina la Patagonia que explorara mi bisabuelo gringo, es puramente mental. La geografía misma es un continuo natural que viene sin fronteras. Se pasa de un valle a otro, de una cadena montañosa a la siguiente o del desierto a la selva, sin que nada indique la conveniencia de levantar muros, sean estos de concreto o de prejuicios.
Cuando uno cabalga por uno de esos tantos pasos cordilleranos "de cuyo nombre no quiero acordarme" y llega sin trámite alguno donde gauchos super amigables, no se echa de menos el control fronterizo, la barrera. ¿De qué sirve? ¿Qué ganamos con que esta parte del paisaje sea pasto de la burocracia santiaguina y esta otra de la bonaerense? Donde no hay aduana ¿alguien la extraña? Mejor, hagan escuelas para los niños.
Mar es una palabra corta para algo taaan grande. En ruso, le dicen mooore, así como un mugido interminable del océano universal, donde apareció un día el fenómeno llamado vida. A la hora de navegación, un albacorero de Cavancha, por ejemplo, ya no ve tierra tras suyo y le faltan cuatro o cinco horas más para llegar a los caladeros. Nadie, absolutamente nadie a la vista, ni la radio se oye y no hemos siquiera empezado a asomarnos al Pacífico.
¿Quién dijo que eso tiene propietario? Quien se crea dueño del mar, doble el Cabo de Hornos y verá quién manda en el reino de Poseidón, si es que no lo barre de la cubierta de un papirote.
Julio César dijo en el entierro de Cicerón, el filósofo, que "ha ampliado los límites del espíritu, más que nuestras legiones los del Imperio."
Es lo que debemos hacer en esta parte del mundo: ampliar la mente hasta convertir la crisis actual en la piedra fundacional de los Estados Unidos de Sud América. Sus ventajas prácticas son enormes: no sólo podría el infrascrito vender más libros, y los productores tendrían todos más mercado, además nos ahorraríamos millones en milicaje, administración pública y petimetres del servicio exterior, embajadas, etc.
¿La capital? Por cierto "mi Buenos Aires querido", como dice el tango, una ciudad culta, hermosa y libre de las destructivas inmobiliarias santiaguinas y de la agobiante puna paceña. ¿Y qué mejor que tener a los políticos lejos? Capaz que ante tanta librería, aprendan a pensar.
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