AMÉRICA EN PEDAZOS
AMÉRICA EN PEDAZOS
Cartas Bizantinas - 1º noviembre 2003
Por Luis López Nieves (*)
El príncipe Constantino Paleólogo, embajador de Bizancio en Puerto Rico, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien actualmente reside en la capital bizantina.
Querida Eudocia:
Desde el día que tomé posesión de mi cargo en Puerto Rico, me llamó la atención un hecho muy peculiar de América Latina. Acabo de enviar un informe secreto a nuestro Ministro del Exterior. A continuación te incluyo un resumen.
Cuatro países de lo que aquí llaman el Cono Sur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay) pertenecen a MERCOSUR, un embrión de mercado común regional. Hasta ahora sus esfuerzos han sido vanos; sus dos países más ricos, Brasil y Argentina, viven una crisis perpetua.
En el norte y oeste de Suramérica existe la Comunidad Andina (Pacto Andino), que reúne a Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela en una asociación semejante a Mercosur. La mayoría de sus países está pasando por dramáticas transformaciones. La mitad de Colombia, por ejemplo, no está en manos de su presidente, sino de ejércitos populares (guerrillas). Bolivia acaba de derrocar a un presidente que llamaban El Gringo porque habla español con acento norteamericano y quería regalar las reservas de gas de su país a Estados Unidos. Y Venezuela, como sabe todo el mundo, está bajo un virulento ataque de Estados Unidos y Europa, parecido al que eventualmente derrocó a Salvador Allende en Chile. Por tanto, el Pacto Andino es un cadáver.
En Centroamérica existe el llamado Parlamento Centroamericano (Parlacen), que pretende ser una organización de unidad política, pero en realidad es una tontería sin peso internacional porque ninguno de sus países es independiente. El control que ejerce Estados Unidos sobre esa región es descarado. Así se vio cuando arrestó al presidente de Panamá y abiertamente derrocó al gobierno de Nicaragua. El Parlacen es más bien una tertulia inconsecuente, que pagan los pobres de América Central.
En el Caribe existe un pequeño mercado común llamado CARICOM que une a las islas antillanas con varias naciones de la cuenca del Caribe. Algunas de estas islas son tan pequeñas que se pueden cruzar a pie, de norte a sur, en quince minutos. No es una asociación con peso político ni económico.
México, uno de los gigantes de América Latina, pertenece al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Por tanto, parece que le ha dado la espalda al resto de Latinoamérica. En cierto modo considera que su futuro depende de algún tipo de alianza con los ricos países del norte, aunque mi observación es que México sólo ha recibido la humilde tarea de proveerle sirvientas y peones a sus vecinos norteños.
En un nivel mayor, intercontinental, los países de América Latina pertenecen a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que cada año reúne a los políticos de América Latina, España y Portugal. Comen comida típica, posan para fotos, hacen declaraciones bonitas sobre la justicia social, besan el anillo del Rey de España y se despiden hasta la próxima cumbre. Ésta es una reunión cosmética, que no cumple ninguna función para América Latina excepto recordarle sus orígenes coloniales.
También existe la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que pertenece la gran mayoría de los países del hemisferio, excepto Cuba, que fue expulsada por órdenes de Estados Unidos. Esta organización es lo que nosotros, los diplomáticos, llamamos un disfraz. Basta con decirte que tiene su sede en Wáshington, DC, cerca del Pentágono y la Casa Blanca. Esta organización no vela ni remotamente por los intereses de América Latina, sino todo lo contrario: Sirve de fachada para que Estados Unidos ejerza su dominio imperial. Recientemente Estados Unidos ha planteado la posibilidad de militarizar a la OEA para luchar dizque contra el narcotráfico, pero todos sabemos que la lucha es contra guerrilleros antiimperialistas, a quienes los EEUU llaman narcotraficantes, terroristas o narcoterroristas, las palabras de moda para demonizar al enemigo.
Por último, la mayoría de los países de América Latina pertenece a las Naciones Unidas. En este punto, hermana mía, no me tomé la molestia de explicarle al Ministro del Exterior cuál es la función de las Naciones Unidas. Él lo sabe. Todos los diplomáticos padecemos, a diario, los golpes de este instrumento de las grandes potencias del mundo, creado para servir sus intereses y justificar sus abusos.
En fin, querida Eudocia, sospecho que ya has adivinado la conclusión de este informe: América Latina es una nación despedazada, sin una sola institución que proteja sus intereses. ¡Ni una sola! Países asiáticos, africanos, musulmanes, europeos, entre otros, han creado organizaciones para proteger sus intereses comunes. Pero América Latina sólo tiene organismos regionales raquíticos. Las pocas veces que rebasa lo regional, lo hace bajo el ala del poder imperial que los atraca diariamente (Estados Unidos) o con los antiguos imperios (España y Portugal) que ya los brutalizó hasta dejarlos de rodillas y sin aire.
¿Qué le pasa a esta gente? Aunque es obvio que América Latina existe culturalmente (la presencia mundial de la cultura, la literatura y el arte latinoamericanos es real y potente), todavía estos pueblos no han sido capaces de unirse políticamente, a pesar de lo mucho que tienen en común. ¡Ni siquiera tienen competencias deportivas propias! Los juegos más importantes de la región se llaman Juegos Panamericanos. En éstos participa Estados Unidos, que naturalmente se lleva la mayoría de las medallas.
Desde mi perspectiva como observador objetivo, debería felicitar a mis colegas norteamericanos. Han sido muy hábiles a la hora de fomentar las peleas intestinas y la desunión de los latinoamericanos. La función principal de los diplomáticos es debilitar a los enemigos por medio de tretas y espionaje. (Por suerte, en este momento América Latina no es enemiga de nuestra amada patria bizantina.)
Los norteamericanos saben que cuando América Latina despierte y tome la decisión de formar una nación unida -la Unión Latinoamericana-, se convertirá en la nación más poderosa de todos los tiempos, porque los recursos naturales y humanos de este continente son casi infinitos. Los norteamericanos lo saben. Pero ¿quién se lo dirá a los latinoamericanos?
Te abraza tu hermano,
Constantino
(*) Cartas Bizantinas es una columna del narrador latinoamericano Luis López Nieves, Primer Premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña (Premio Nacional, año 2000).
Por Luis López Nieves (*)
El príncipe Constantino Paleólogo, embajador de Bizancio en Puerto Rico, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien actualmente reside en la capital bizantina.
Querida Eudocia:
Desde el día que tomé posesión de mi cargo en Puerto Rico, me llamó la atención un hecho muy peculiar de América Latina. Acabo de enviar un informe secreto a nuestro Ministro del Exterior. A continuación te incluyo un resumen.
Cuatro países de lo que aquí llaman el Cono Sur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay) pertenecen a MERCOSUR, un embrión de mercado común regional. Hasta ahora sus esfuerzos han sido vanos; sus dos países más ricos, Brasil y Argentina, viven una crisis perpetua.
En el norte y oeste de Suramérica existe la Comunidad Andina (Pacto Andino), que reúne a Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela en una asociación semejante a Mercosur. La mayoría de sus países está pasando por dramáticas transformaciones. La mitad de Colombia, por ejemplo, no está en manos de su presidente, sino de ejércitos populares (guerrillas). Bolivia acaba de derrocar a un presidente que llamaban El Gringo porque habla español con acento norteamericano y quería regalar las reservas de gas de su país a Estados Unidos. Y Venezuela, como sabe todo el mundo, está bajo un virulento ataque de Estados Unidos y Europa, parecido al que eventualmente derrocó a Salvador Allende en Chile. Por tanto, el Pacto Andino es un cadáver.
En Centroamérica existe el llamado Parlamento Centroamericano (Parlacen), que pretende ser una organización de unidad política, pero en realidad es una tontería sin peso internacional porque ninguno de sus países es independiente. El control que ejerce Estados Unidos sobre esa región es descarado. Así se vio cuando arrestó al presidente de Panamá y abiertamente derrocó al gobierno de Nicaragua. El Parlacen es más bien una tertulia inconsecuente, que pagan los pobres de América Central.
En el Caribe existe un pequeño mercado común llamado CARICOM que une a las islas antillanas con varias naciones de la cuenca del Caribe. Algunas de estas islas son tan pequeñas que se pueden cruzar a pie, de norte a sur, en quince minutos. No es una asociación con peso político ni económico.
México, uno de los gigantes de América Latina, pertenece al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Por tanto, parece que le ha dado la espalda al resto de Latinoamérica. En cierto modo considera que su futuro depende de algún tipo de alianza con los ricos países del norte, aunque mi observación es que México sólo ha recibido la humilde tarea de proveerle sirvientas y peones a sus vecinos norteños.
En un nivel mayor, intercontinental, los países de América Latina pertenecen a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que cada año reúne a los políticos de América Latina, España y Portugal. Comen comida típica, posan para fotos, hacen declaraciones bonitas sobre la justicia social, besan el anillo del Rey de España y se despiden hasta la próxima cumbre. Ésta es una reunión cosmética, que no cumple ninguna función para América Latina excepto recordarle sus orígenes coloniales.
También existe la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que pertenece la gran mayoría de los países del hemisferio, excepto Cuba, que fue expulsada por órdenes de Estados Unidos. Esta organización es lo que nosotros, los diplomáticos, llamamos un disfraz. Basta con decirte que tiene su sede en Wáshington, DC, cerca del Pentágono y la Casa Blanca. Esta organización no vela ni remotamente por los intereses de América Latina, sino todo lo contrario: Sirve de fachada para que Estados Unidos ejerza su dominio imperial. Recientemente Estados Unidos ha planteado la posibilidad de militarizar a la OEA para luchar dizque contra el narcotráfico, pero todos sabemos que la lucha es contra guerrilleros antiimperialistas, a quienes los EEUU llaman narcotraficantes, terroristas o narcoterroristas, las palabras de moda para demonizar al enemigo.
Por último, la mayoría de los países de América Latina pertenece a las Naciones Unidas. En este punto, hermana mía, no me tomé la molestia de explicarle al Ministro del Exterior cuál es la función de las Naciones Unidas. Él lo sabe. Todos los diplomáticos padecemos, a diario, los golpes de este instrumento de las grandes potencias del mundo, creado para servir sus intereses y justificar sus abusos.
En fin, querida Eudocia, sospecho que ya has adivinado la conclusión de este informe: América Latina es una nación despedazada, sin una sola institución que proteja sus intereses. ¡Ni una sola! Países asiáticos, africanos, musulmanes, europeos, entre otros, han creado organizaciones para proteger sus intereses comunes. Pero América Latina sólo tiene organismos regionales raquíticos. Las pocas veces que rebasa lo regional, lo hace bajo el ala del poder imperial que los atraca diariamente (Estados Unidos) o con los antiguos imperios (España y Portugal) que ya los brutalizó hasta dejarlos de rodillas y sin aire.
¿Qué le pasa a esta gente? Aunque es obvio que América Latina existe culturalmente (la presencia mundial de la cultura, la literatura y el arte latinoamericanos es real y potente), todavía estos pueblos no han sido capaces de unirse políticamente, a pesar de lo mucho que tienen en común. ¡Ni siquiera tienen competencias deportivas propias! Los juegos más importantes de la región se llaman Juegos Panamericanos. En éstos participa Estados Unidos, que naturalmente se lleva la mayoría de las medallas.
Desde mi perspectiva como observador objetivo, debería felicitar a mis colegas norteamericanos. Han sido muy hábiles a la hora de fomentar las peleas intestinas y la desunión de los latinoamericanos. La función principal de los diplomáticos es debilitar a los enemigos por medio de tretas y espionaje. (Por suerte, en este momento América Latina no es enemiga de nuestra amada patria bizantina.)
Los norteamericanos saben que cuando América Latina despierte y tome la decisión de formar una nación unida -la Unión Latinoamericana-, se convertirá en la nación más poderosa de todos los tiempos, porque los recursos naturales y humanos de este continente son casi infinitos. Los norteamericanos lo saben. Pero ¿quién se lo dirá a los latinoamericanos?
Te abraza tu hermano,
Constantino
(*) Cartas Bizantinas es una columna del narrador latinoamericano Luis López Nieves, Primer Premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña (Premio Nacional, año 2000).
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María Antonia -
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