ESPAÑA EN AMÉRICA
Por Luis López Nieves Cartas Bizantinas Octubre 2003
El príncipe Constantino Paleólogo, embajador de Bizancio en Puerto Rico, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien actualmente reside en la capital bizantina.
Querida Eudocia:
He aprendido muchas cosas sobre América Latina desde que nuestro gobierno me nombró embajador en Puerto Rico. Hoy quisiera hablarte sobre los españoles.
Como sabes, fueron ellos quienes descubrieron y luego conquistaron el hemisferio americano. Lo hicieron con furia genuina. Hay regiones completas, como el Caribe en que hoy vivo, en que no sobrevivió un indígena. Los que perduran, en países como México y Perú, lo hacen de un modo miserable. Cuando visito otras naciones latinoamericanas en mis funciones oficiales, siempre me reúno con descendientes de europeos, que son quienes controlan toda la riqueza y los gobiernos de este continente. Es muy raro ver a un indígena que tenga una posición importante en un gobierno o en una empresa.
Una vez exterminados los indios del Caribe, la rapacidad española no se detuvo. Ante la apremiante necesidad de mano de obra para trabajar la tierra y las minas, raptaron de sus hogares a millones de africanos. Los vendieron como reses en el mercado, al mejor postor. No tengo que describirte, querida hermana, el trato que recibieron de parte de sus dueños.
Y esa fue la historia de la América Española durante sus primeros tres siglos: brutalizadas colonias que existían para enriquecer a la metrópoli.
Al comenzar el siglo XIX, Napoleón invadió España. Los españoles, con muchísima razón, se rebelaron heroicamente y lucharon por la libertad. Finalmente expulsaron a Napoleón y recobraron la tan anhelada independencia, que las colonias hispanoamericanas también habían proclamado.
Pero comienza entonces una de esas grandes paradojas de la historia. Tan pronto recobra su valiosa independencia, lo primero que hace España es decirle a sus colonias de América que no tienen derecho a la libertad. Como resultado, empiezan las guerras de independencia, en las que una tras otra las nuevas repúblicas derrotan a la irracional madre patria. España sólo pudo retener las islas de Cuba y Puerto Rico, desde donde te escribo.
En el 1898, casi cien años después de estas guerras, los norteamericanos deciden aprovechar el atraso militar e industrial de España. Le declaran la guerra y muy fácilmente le arrebatan las colonias de Cuba y Puerto Rico, lo único que le quedaba en América. Ésta, hermana mía, es una síntesis de la presencia española en América. Lo que ahora me comentan los hispanoamericanos es que, después de tantos siglos de atropellos, de pronto algunos funcionarios de la España actual, sin que nadie entienda por qué, han pretendido erigirse en árbitros de las acciones de los latinoamericanos.
Un juez español, que acá muchos tildan de loco delirante porque se cree Juez del Mundo, primero quiso meter preso a un ex dictador de Chile. Desde Madrid quería juzgarlo por crímenes cometidos en la ex colonia española de Chile. Luego este mismo juez quiso encerrar a decenas de militares de la ex colonia española de Argentina. Todos acá concuerdan con que estos sangrientos militares deberían estar presos. Pero nadie entiende por qué este asunto le incumbe a un juez español. ¿Este entrometido, qué pito toca?, me comentan entre risas.
En fin, hermana mía, como representante del Gobierno de Bizancio me limito a escuchar y no opino en público. Pero te admito que, en privado, me pregunto si el Gobierno de España se habrá enterado de que ya no tiene colonias en América Latina. Otras veces me pregunto si es que ya han metido en la cárcel a todos los franquistas que durante décadas privaron a los propios españoles de la libertad.
Recibe un fuerte abrazo de tu hermano
Constantino
El príncipe Constantino Paleólogo, embajador de Bizancio en Puerto Rico, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien actualmente reside en la capital bizantina.
Querida Eudocia:
He aprendido muchas cosas sobre América Latina desde que nuestro gobierno me nombró embajador en Puerto Rico. Hoy quisiera hablarte sobre los españoles.
Como sabes, fueron ellos quienes descubrieron y luego conquistaron el hemisferio americano. Lo hicieron con furia genuina. Hay regiones completas, como el Caribe en que hoy vivo, en que no sobrevivió un indígena. Los que perduran, en países como México y Perú, lo hacen de un modo miserable. Cuando visito otras naciones latinoamericanas en mis funciones oficiales, siempre me reúno con descendientes de europeos, que son quienes controlan toda la riqueza y los gobiernos de este continente. Es muy raro ver a un indígena que tenga una posición importante en un gobierno o en una empresa.
Una vez exterminados los indios del Caribe, la rapacidad española no se detuvo. Ante la apremiante necesidad de mano de obra para trabajar la tierra y las minas, raptaron de sus hogares a millones de africanos. Los vendieron como reses en el mercado, al mejor postor. No tengo que describirte, querida hermana, el trato que recibieron de parte de sus dueños.
Y esa fue la historia de la América Española durante sus primeros tres siglos: brutalizadas colonias que existían para enriquecer a la metrópoli.
Al comenzar el siglo XIX, Napoleón invadió España. Los españoles, con muchísima razón, se rebelaron heroicamente y lucharon por la libertad. Finalmente expulsaron a Napoleón y recobraron la tan anhelada independencia, que las colonias hispanoamericanas también habían proclamado.
Pero comienza entonces una de esas grandes paradojas de la historia. Tan pronto recobra su valiosa independencia, lo primero que hace España es decirle a sus colonias de América que no tienen derecho a la libertad. Como resultado, empiezan las guerras de independencia, en las que una tras otra las nuevas repúblicas derrotan a la irracional madre patria. España sólo pudo retener las islas de Cuba y Puerto Rico, desde donde te escribo.
En el 1898, casi cien años después de estas guerras, los norteamericanos deciden aprovechar el atraso militar e industrial de España. Le declaran la guerra y muy fácilmente le arrebatan las colonias de Cuba y Puerto Rico, lo único que le quedaba en América. Ésta, hermana mía, es una síntesis de la presencia española en América. Lo que ahora me comentan los hispanoamericanos es que, después de tantos siglos de atropellos, de pronto algunos funcionarios de la España actual, sin que nadie entienda por qué, han pretendido erigirse en árbitros de las acciones de los latinoamericanos.
Un juez español, que acá muchos tildan de loco delirante porque se cree Juez del Mundo, primero quiso meter preso a un ex dictador de Chile. Desde Madrid quería juzgarlo por crímenes cometidos en la ex colonia española de Chile. Luego este mismo juez quiso encerrar a decenas de militares de la ex colonia española de Argentina. Todos acá concuerdan con que estos sangrientos militares deberían estar presos. Pero nadie entiende por qué este asunto le incumbe a un juez español. ¿Este entrometido, qué pito toca?, me comentan entre risas.
En fin, hermana mía, como representante del Gobierno de Bizancio me limito a escuchar y no opino en público. Pero te admito que, en privado, me pregunto si el Gobierno de España se habrá enterado de que ya no tiene colonias en América Latina. Otras veces me pregunto si es que ya han metido en la cárcel a todos los franquistas que durante décadas privaron a los propios españoles de la libertad.
Recibe un fuerte abrazo de tu hermano
Constantino
4 comentarios
Jaime -
Ustedes, no son ya ni siquiera excolonias de nadie. La historia, como proceso,va dejando atras con la intervención de los pueblos, el pasado, que queda para los libros. Ahora,no sean ustedes quienes quieran ver el residuo de la historia, en el presente.
Jaime -
Jaime -
No me parece mal, mentar la historia para conextualizar el presente, pero si se quiere establecer un nexo, causa-efecto, o consecuencia, eso ya es pura, como dicen los políticos; demagojia.
Expresado todo esto, de veras, con el mayos respeto a quien escribe esas líneas.
Jaime -