LAS EXPLORACIONES DEL PADRE DE AGOSTINI
LAS EXPLORACIONES DEL PADRE DE AGOSTINI
EXPLORACIÓN AÉREA DE LA REGIÓN ÚLTIMA ESPERANZA
Tecpetrol - 2000
Entre las tantas iniciativas tendientes al conocimiento de la Cordillera, es necesario sin duda recordar también el vuelo sobre una parte de ella, cumplido por De Agostini en 1937. Hombre abierto y atento a toda novedad, el misionero ya había sabido valerse magníficamente de la técnica fotográfica para documentar sus propios logros, y supo utilizar siempre toda nueva posibilidad ofrecida por el progreso. Fue, pues, espontáneo en él tratar de poder emplear también los medios aéreos para tener una visión aún más clara de la cadena montañosa. El vuelo de 1937 forma siempre parte de aquellos emprendidos por los pioneros de la aviación, por cuanto, no obstante los progresos de la industria, las particulares condiciones climáticas de la Patagonia tornaban arduo, de cualquier modo, el normal vuelo en avión. Dice al respecto De Agostini: "La navegación aérea en este sector austral de los Andes es una de las más difíciles del mundo... las ráfagas de viento... son terriblemente poderosas y vertiginosas, y producen en su carrera pozos de aire y fuertes remolinos que pueden hacer descender de golpe al aparato centenares de metros".
El primer vuelo sobre tierras magallánicas había sido realizado por el francés Omar Page no muchos años antes. El 23 de agosto de 1914 se lanzó al cielo de Punta Arenas frente los ojos maravillados de poderosos y humildes. Pocos días más tarde el mismo Page sobrevolaba el Cabo de Hornos. En 1916 los chilenos Fuentes y Castro, con un Bleriot de 80 HP, efectuaron la primera travesía del Estrecho de Magallanes, en 23 minutos. Inmediatamente después del conflicto mundial nació el Aero Club de Punta Arenas, y el 21 de mayo de 1921, el SVA de 220 caballos del club, comandado por Mario Pozzatti, efectuaba el primer vuelo postal de la América Austral, transportando una valija con cartas de Punta Arenas a Río Gallegos. El segundo vuelo fue cumplido de Punta Arenas a Ushuaia en 1928 por el alemán >Gunther Plüschow, con el hidroavión "Cóndor de Plata".
Este piloto debe ser considerado un pionero, precursor de una nueva era: sus vuelos con propósitos de exploración aportaron una riquísima documentación acerca de toda la región. Plüschow logró sobrevolar también el terrible Monte Sarmiento y, de regreso, pasó sobre el fiordo De Agostini. De este pasaje dejó una impresión escrita: "¡Oh, monseñor De Agostini! ¡Tú que tanto has trabajado por descubrir las bellezas de la Tierra del Fuego. Ahora experimento la emoción inmensa que sentiste tú al descubrir este magnifico fiordo, que justamente lleva tu nombre!" Después de esta necesariamente breve historia de los pioneros de la aeronáutica en las tierras magallánicas, volvamos a De Agostini y a su vuelo sobre el Balmaceda y el Paine, que le permitió reunir una enorme documentación fotográfica, la que continuó siendo, durante muchos años indispensable y única para el conocimiento de esas regiones. Compañero en la empresa y piloto del monoplano "Saturno" era uno de los animadores del Aero Club de Punta Arenas, Franco Bianco, hijo de piamonteses, que llegó a ser famoso por haber cumplido el raid Punta Arenas - Santiago - Mendoza - Buenos Aires - Punta Arenas: 6700 kilómetros viajando solo.
Para emprender el vuelo De Agostini se dirigió a Puerto Natales, donde esperó un par de días que el tiempo mejorara. Al tercer día, el 13 de abril, aclaró. "A las 10 envío un fonograma a Bianco: 'Tiempo óptimo - Cordillera al descubierto'. Respuesta inmediata: 'Voy al campo y parto'." Esa tarde iniciaba el vuelo."Dos carabineros chilenos vigilan el aparato... Cuando subo a la carlinga, uno de ellos me pregunta por qué no me coloco el paracaídas. Pienso entre mí que el único paracaídas que llevo siempre conmigo es una reliquia de San Juan Bosco, a quien invoco en las dificultades y peligros". El avión despega. "Es la primera vez que sobrevuelo la inmensa Cordillera Patagónica, que desde tantos años es meta predilecta de mis estudios y de mis investigaciones. En pocos minutos el avión, con rápida subida, está a gran altura".El liviano aparato ha llegado a los 2000 metros, y penetra en el estrecho valle entre el Balmaceda y el Cerro Prat. " ... Cuando de pronto siento que el aparato desciende y cae verticalmente en el vacío, como si hubiese perdido las alas a una velocidad impresionante, cincuenta, cien metros? Franco me aseguró después que debían ser doscientos metros. No me he todavía recuperado de la sorpresa de aquel salto acrobático, cuando ahora una fuerza invisible nos lanza velozmente hacia lo alto en tremenda subida. El "Saturno" tiembla y oscila, se hunde y se eleva como si estuviese a merced de una gigantesca marejada... Franco domina con maestría y seguridad el aparato, y a mis temerosas preguntas responde que, apenas salidos de esa garganta, entraremos en una zona de mayor calma".
Apenas hay tiempo de tomar la máquina fotográfica y ya el avión está sobre el Paine, "que absorbe nuestras mirada con la belleza y majestad de innumerables pirámides, torres y penachos, que lo hacen aparecer como una gigantesca catedral gótica... Con una subida a todo motor, Franco lleva el aparato a 3200 metros". Desde allí arriba el horizonte se abre sobre ángulos conocidos y desconocidos, despertando el entusiasmo del misionero.
"Por todas partes hielo y nieves eternas, cadenas de montañas de las cuales los mapas no dan noticia alguna, dejando solamente un espacio en blanco con la inscripción 'inexploradas'.. Ahora nuestros ojos son irresistiblemente atraídos por una inmensa avenida de hielo que la Cordillera, horrendamente revuelta, regurgita".
El vuelo prosigue sobre el Lago Argentino. Los dos pasan junto a las cimas del Monte Mayo y se dirigen un poco más al norte, hasta entrar en el Hielo Continental. "Más a septentrión se extiende la inmensa avenida de hielo del Glaciar Upsala, bordeada por ambos costados por montañas que blanquean por la nieve, entre las cuales se destaca, altísima y dominadora, la imponente torre del Fitz Roy. Hemos entrado en el reino misterioso de las blancas soledades, donde el viento y las tempestades imperan como soberanos, pero hoy todo es luz y silencio profundo, herido tan solo por el rugir del motor. Permanezco absorto ante el fascinante espectáculo y saboreo anticipadamente la alegría de develar los últimos secretos de estos hielos eternos."
Después de cuatro horas de vuelo, el "Saturno" retorna a la base con De Agostini consciente de haber dado la última pincelada al ya completo cuadro de sus exploraciones.
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