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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


PABLO DE ROKHA: ENTRE DOS FUEGOS

<hr><h2><u>PABLO DE ROKHA: ENTRE DOS FUEGOS</h2></u> Por Alejandro Lavquén

Punto Final
– Edición 578 – Octubre de 2004

Hace 110 años, el 17 de octubre de 1894, nació en Licantén Carlos Díaz Loyola, que pasaría a la posteridad con el seudónimo Pablo de Rokha. Hijo de Ignacio Díaz y Laura Loyola, cursó sus primeros estudios en la Escuela Pública N° 3, de Talca, e ingresó luego al Seminario Conciliar de esa ciudad, del que posteriormente sería expulsado por hereje y leer libros prohibidos. También estudió las carreras de derecho e ingeniería en la Universidad de Chile, pero no las terminó para dedicarse a la poesía.

Instalado en Santiago, publicó sus primeros poemas en revistas y se relacionó con el mundo literario y estudiantil, acercándose a las ideas anarquistas. En 1916 conoció a Luisa Anabalón Sanderson (Winétt de Rokha), con la que se casó, dando origen a una numerosa familia de artistas de reconocida trayectoria, destacándose José y Lukó de Rokha, pintores, y el poeta Carlos de Rokha.

Hombre campechano, aguerrido intelectual y padre de familia, incansable luchador social, es uno de los grandes poetas de la lengua castellana. De Rokha sin embargo es un poeta de dulce y agraz. Tierno y furibundo. Agreste y de vasta cultura, siempre atento a los acontecimientos sociales de Chile y el mundo. Dionisíaco, bíblico, ateo, épico, coloquial, marxista en la filosofía y en la acción. Muchas veces intransigente, pero siempre abierto al debate de las ideas.

Se caracterizó por ser un personaje controvertido y eficaz polemista. Legendarias son las disputas que mantuvo con Vicente Huidobro y Pablo Neruda. Sus libros fueron autoeditados y vendidos por él mismo a través del país. Su obra fue constantemente marginada por la crítica oficial y recién en 1965 fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura, que merecía desde muchos años antes. También escribió ensayos y numerosos artículos de opinión en los diarios La Razón, La Mañana, La Opinión, La Nación y en revista Multitud, la que funda en 1939 y aparece con algunas intermitencias hasta 1963, bajo el lema de: “revista del pueblo y la alta cultura”. Durante su permanencia en Concepción, en 1925, fundó la revista Dínamo.

Fue candidato a diputado y miembro del Partido Comunista, aunque posteriormente dejó la militancia por discrepancias con sectores de ese partido (algunos hablan de expulsión), lo que en ningún caso significó que dejara de lado su ideología. Al contrario, la mantuvo hasta su muerte. Fue director de la revista Principios y de Casa América. También presidente del Sindicato Profesional de Escritores, que fundó junto a Vicente Huidobro y otros escritores. La crisis en su relación con el PC alcanzaría su punto cúlmine en los años cincuenta, cuando publica Neruda y Yo

LAS PENURIAS ECONÓMICAS


Su vida estuvo marcada por las estrecheces económicas y la preocupación por buscar el sustento diario para su numerosa familia. Además de escribir, editar y vender sus propios libros, ejerció otros trabajos: corredor de propiedades, comerciante de frutas y vendedor de productos agrícolas. Durante muchos años fue vendedor de cuadros, recorriendo el país con su mercancía. También ejerció la docencia como profesor de estética e historia del arte en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde perdió por un voto su postulación a decano. De Rokha y su familia vivieron en varias ciudades en distintos períodos. Siempre arrendando casas con amplios patios: esto les permitía tener su propio huerto y gallinero para satisfacer sus necesidades de alimentación cuando llegaban las “vacas flacas”. Dice el poeta, en parte de su autobiografía: “Montamos los hogares del vagabundaje con sentido de eternidad y ambición de estabilizarnos, pues yo fabrico muebles, instalo los gallineros con dos patos, un gallo, tres gallinas, dos pavos y el perro de la casa”.

LIBROS Y VIAJES


Durante el gobierno del presidente Juan Antonio Ríos realizó, junto a Winétt, un extenso viaje por el continente, visitando diecinueve países gracias a un nombramiento como embajador cultural. Pocos años antes de su muerte estuvo en China (invitado por el gobierno de Mao Tse Tung), en la Unión Soviética y en Francia. En todos los lugares que visitó fue recibido por las autoridades y personajes de la cultura, como en México, donde fue acogido por su amigo el pintor David Alfaro Siqueiros y el presidente Lázaro Cárdenas, con los cuales realizó una cabalgata por la ruta de Emiliano Zapata. En Estados Unidos realizó lecturas en bibliotecas y universidades y compartió con los trabajadores estadounidenses.

Su obra la componen cuarenta y seis volúmenes, entre libros de poesía, ensayos, folletos y antologías. En 1922 autoeditó su libro Los gemidos, obra esencial para comprender la literatura castellana del siglo XX. Y aunque el extenso poemario fue despreciado por la crítica de la época, se inscribe dentro de las mayores obras vanguardistas de nuestro continente. Algunas obras fundamentales en su larga bibliografía son: Versos de infancia (1916); Sátira (1918); Heroísmo sin alegría (1926); U (1927); Cosmogonía (1927); Satanás (1927); Suramérica (1927); Ecuación (1929); Escritura de Raimundo Contreras (1929); Jesucristo (1933); Moisés (1937); Gran temperatura (1937); Imprecación a la bestia fascista (1937); Carta magna del continente; Morfología del espanto (1942); Los cinco estilos del Pacífico (1947); Idioma del mundo (1948); Arenga sobre el arte (1949); Epopeya de las comidas y bebidas de Chile (1949); Fusiles de sangre (1950); Fuego negro (1953); Antología 1916-1953 (1954); Genio del pueblo (1960); Acero de invierno (1961); China roja; Estilo de masas (1965) y Mundo a mundo (1966). Póstumamente se publicaron la antología Mis grandes poemas (1969); El amigo piedra (Ed. Pehuén, 1990, autobiografía) y Obras inéditas (LOM, 1999).

LA ÉPICA SOCIAL DE AMERICA

Respecto a su propuesta literaria, De Rokha se jugó por lo que él denominó “la gran épica social de América”, en la cual el papel del creador, del artista, es transformarse en una especie de líder que muestra en metáforas la realidad social. Todo en una visión materialista-dialéctica de los procesos artísticos, cuestión fundamental en la argumentación estética rokhiana. Dicho de otro modo: el poeta no puede ser ajeno a su entorno social, debe sumergirse en la realidad del tiempo que le toca vivir e interactuar con ella. El poeta toma como base de su argumento el desarrollo de la leyenda, a la que define como “la intuición poética de los pueblos”, es decir, la “interpretación artística de la realidad” a fin de reemplazar la “interpretación científica de la realidad”, ya que se la impide (al pueblo) la clase explotadora. Es en el fondo la manera de superar por parte del pueblo la enajenación, sublimando la realidad: “De la leyenda emerge la epopeya antigua y yo construyo la épica social americana, como mítico social del realismo insurgente y combatiente de los inmensos pueblos americanos”.

Desde la muerte de su amada Winétt, en 1951, De Rokha vivió con una tristeza que jamás pudo superar. Luego vino la muerte prematura de Carlos, su hijo mayor, en 1962 y el suicidio de otro de sus hijos, Pablo, en 1968. Esa vida marcada por el infortunio terminó por agotarlo. El 10 de septiembre de 1968, cuando se acercaba a los 74 años de edad, se suicidó en su casa de calle Valladolid, en la comuna de La Reina, ejerciendo una acción consciente y voluntaria. En sus obras inéditas había dejado escrito: “Yo admiro mucho al suicida consciente, al hombre que pone fin a sus padecimientos a plena conciencia y por un acto de su voluntad soberana”.

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