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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


MINORÍAS CRIMINALES

<hr><h2><u>MINORÍAS CRIMINALES</h2></u> Por José Steinsleger

La Jornada
– 15 de diciembre de 2004

En poco más de un decenio, 10 presidentes latinoamericanos fueron derrocados en sendas rebeliones populares: Fernando Collor de Melo (Brasil, 1992), Carlos Andrés Pérez (Venezuela, 1993), Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad (Ecuador, 1997 y 2000). A finales de 2001 e inicio de 2002, la caída de Fernando de la Rúa y el designado por el Congreso, Adolfo Rodríguez Saá (más dos titulares de transición), hizo que Argentina conociese el vacío de poder. Durante el golpe contra Hugo Chávez, en abril de 2002, el empresario venezolano Pedro Carmona duró apenas 47 horas en el poder. El boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada cayó en octubre de 2003.

Bucaram, Mahuad y Pérez son fugitivos de la ley. De la Rúa fue investigado por violación de los derechos humanos. Sánchez de Lozada tiene abiertos dos procesos judiciales. Alan García (Perú) terminó su mandato, pero al ser requerido por la justicia huyó del país. En Paraguay, Raúl Cubas renunció tras el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña y se refugió en Brasil (marzo de 1999).

En sonados casos de corrupción han sido señalados ocho ex presidentes: Daniel Ortega (Nicaragua), Jaime Paz Zamora (Bolivia), Ernesto Samper (Colombia), Ernesto Pérez Balladares (Panamá), Hipólito Mejía (República Dominicana), Juan Carlos Wasmosy (Paraguay), Hugo Bánzer y Jorge Quiroga (Bolivia). Actualmente, media docena de ex jefes de Estado tienen cuentas pendientes con la justicia: Jaime Lusinchi (Venezuela); Carlos Menem (Argentina); Alberto Fujimori (Perú); Gustavo Noboa (Ecuador), Alfonso Portillo (Guatemala), y el vicepresidente ecuatoriano Alberto Dahik. Entre los investigados figuran tres más: José María Figueres (Costa Rica); Mireya Moscoso (Panamá) y Francisco Flores (El Salvador).

De los que se mantienen en ejercicio, cuatro gobernantes se balancean en la cuerda floja: Carlos Mesa (Bolivia), Alejandro Toledo (Perú), Lucio Gutiérrez (Ecuador) y Enrique Bolaños (Nicaragua). Abel Pacheco (Costa Rica) está siendo investigado por el Congreso. El haitiano Boniface Alexandre fue impuesto por invasión militar de Estados Unidos en 2004, así como el panameño Guillermo Endara a finales de 1989. Apenas tres de los que timonearon "la nave del Estado" cumplen condena leve, en arresto domiciliario: Miguel Angel Rodríguez y Rafael Angel Calderón (Costa Rica), y el nicaragüense Arnoldo Alemán.

Cabe recordar entonces al panameño Manuel Antonio Noriega, primer jefe de Estado en ser capturado por el Pentágono (1989), sentenciado en juicio amañado por la Casa Negra, y sepultado en una prisión de Florida.

A pesar de las abrumadoras pruebas en su contra, los ex mandatarios aseguran ser víctimas de misteriosas conspiraciones políticas. Conclusión: durante el pasado decenio neoliberal los países latinoamericanos han estado dirigidos por un grupo de gobernantes que parecen haber sido discípulos del banquero español Emilio Botín (sic), quien está siendo enjuiciado por la Audiencia Nacional de su país. Y todo esto sin sumar a los funcionarios cómplices, grupos económicos nacionales y extranjeros que los encumbraron y personajes sórdidos detrás del trono: Vladimiro Montesinos (Perú), Paulo César Farías (Brasil), Alfredo Yabrán (Argentina), Gustavo Cisneros (Venezuela), Lino Oviedo (Paraguay), y un largo etcétera que llenaría expedientes con millares de folios.

Algunos politólogos acéfalos han dicho que la democracia latinoamericana aún es "niña". Que "no hay regla sin excepción". Pero si la regla ha sido el "imperio de la ley" de un modelo de libertades que a escala exponencial cosechó hambre, desocupación, miseria, criminalidad y desesperación, bastaría "echar la regla" para ver cuán excepcionalmente putilla ha resultado la niña.

¡Y sólo tiene 15 años! ¿Qué destino nos aguarda cuando "la niña" alcance mayoría de edad y se despose con el ALCA, luego de acostarse con el Plan Puebla-Panamá, el Plan Colombia y los acuerdos bilaterales de "libre comercio"? ¿No será que en lugar de la pobreza, la tragedia de América Latina radica en el "salvajismo", la "barbarie" y los "usos y costumbres" de una legalidad diseñada para despojar a los pueblos de toda posibilidad de dignidad y supervivencia?

Fraudes y componendas, negociados, especulación financiera, privatizaciones y licitaciones fraudulentas, narcotráfico, subasta del patrimonio nacional, enriquecimiento ilícito,
acciones delictivas, peculados, nepotismo y lavado de dinero son los cargos contra quienes en cada una de las reuniones cumbres suscribieron compromisos con los pueblos sin cumplir alguno, sonriendo ante las cámaras
.

No es casual el odio feroz de la gran burguesía y los intelectuales de floja mollera contra Cuba, Venezuela y políticos conscientes de la crisis terminal de nuestras sociedades. Por esto, a sabiendas de que habrá factura para sus crímenes, los plutócratas del continente conspiran. Y ahí vienen, liderados por George W. Bush, dispuestos a todo.

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