ERRORES, HORRORES: EL GOLPE DE ESTADO Y LOS DERECHOS HUMANOS
por Jorge Arrate (*)
El Mostrador - 15 de Diciembre de 2004
Los acontecimientos ocurridos a partir de la publicación del informe Valech han significado un positivo avance para los objetivos de verdad y justicia en materia de derechos humanos. La iniciativa, destinada a investigar e informar públicamente sobre los casos de prisión política y tortura ocurridos bajo la dictadura de Pinochet, es un logro del gobierno y del Presidente Lagos. Para las organizaciones de derechos humanos -las grandes protagonistas de una lucha sin interrupciones ni vacilaciones por la verdad y la justicia- ha sido un nuevo triunfo de sus planteamientos.
Como se sabe, las reacciones han sido diversas. El Ejército ha reconocido responsabilidades institucionales y ha señalado, acertadamente, la vía judicial como la apta para establecer y sancionar las individuales. El General Cheyre ha asumido una posición digna y ha puesto en juego su prestigio y liderazgo.
Diversa ha sido la reacción de otras ramas de las Fuerzas Armadas, de los civiles comprometidos gravemente con las violaciones a los derechos humanos y de la Corte Suprema. En algunos de estos discursos resurge una intencionada interpretación que tiende a justificar las violaciones pretextando la situación de agudo enfrentamiento social que precedió al golpe. El paso siguiente es predecible: la izquierda -Allende, sus partidos, sus partidarios- son también responsables del golpe militar y de los inicuos acontecimientos que lo siguieron. En consecuencia -continúa el argumento- "todos somos culpables".
Se trata de un burdo acto de prestidigitación. Como el propio General Cheyre ha señalado, nada puede justificar los crímenes de lesa humanidad cometidos sistemáticamente y durante largo tiempo por la dictadura.
Como señalé hace catorce años en el debate público que siguió al informe Rettig, el allendismo y particularmente los socialistas cometimos errores, pero jamás horrores. Y, como acaba de reiterarlo el Presidente del Partido Socialista Gonzalo Martner, la responsabilidad exclusiva y directa del golpe militar de 1973 es de quienes lo propiciaron violentamente desde antes que Allende asumiera la presidencia: la derecha chilena y el intervencionismo norteamericano.
El Presidente Allende buscó con denuedo evitar el enfrentamiento y el golpe y se aprestaba a anunciar, el día de su muerte, la convocatoria a un plebiscito democrático para resolver sobre los destinos del país y evitar el derramamiento de sangre.
Se trata de dos planos diversos que deben distinguirse, salvo que se quiera embrollar la conciencia colectiva. Uno es el plano de las responsabilidades políticas de cada uno, otro el del respeto a los derechos humanos fundamentales. En el gobierno de Allende, éstos nunca fueron violados. Esa es la realidad indesmentible.
El aprecio por la actitud asumida por el General Cheyre no debe significar concesiones benevolentes ni penosas expresiones de edulcorada comprensión avaladas por la asunción de culpas que no existen.
No nos dejemos confundir. Efectivamente, todos cometimos errores políticos. Pero los horrores los cometió a plena conciencia la dictadura de Pinochet.
(*) Jorge Arrate fue Presidente del Partido Socialista y actualmente es Presidente del Directorio de la Corporación Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS).
El Mostrador - 15 de Diciembre de 2004
Los acontecimientos ocurridos a partir de la publicación del informe Valech han significado un positivo avance para los objetivos de verdad y justicia en materia de derechos humanos. La iniciativa, destinada a investigar e informar públicamente sobre los casos de prisión política y tortura ocurridos bajo la dictadura de Pinochet, es un logro del gobierno y del Presidente Lagos. Para las organizaciones de derechos humanos -las grandes protagonistas de una lucha sin interrupciones ni vacilaciones por la verdad y la justicia- ha sido un nuevo triunfo de sus planteamientos.
Como se sabe, las reacciones han sido diversas. El Ejército ha reconocido responsabilidades institucionales y ha señalado, acertadamente, la vía judicial como la apta para establecer y sancionar las individuales. El General Cheyre ha asumido una posición digna y ha puesto en juego su prestigio y liderazgo.
Diversa ha sido la reacción de otras ramas de las Fuerzas Armadas, de los civiles comprometidos gravemente con las violaciones a los derechos humanos y de la Corte Suprema. En algunos de estos discursos resurge una intencionada interpretación que tiende a justificar las violaciones pretextando la situación de agudo enfrentamiento social que precedió al golpe. El paso siguiente es predecible: la izquierda -Allende, sus partidos, sus partidarios- son también responsables del golpe militar y de los inicuos acontecimientos que lo siguieron. En consecuencia -continúa el argumento- "todos somos culpables".
Se trata de un burdo acto de prestidigitación. Como el propio General Cheyre ha señalado, nada puede justificar los crímenes de lesa humanidad cometidos sistemáticamente y durante largo tiempo por la dictadura.
Como señalé hace catorce años en el debate público que siguió al informe Rettig, el allendismo y particularmente los socialistas cometimos errores, pero jamás horrores. Y, como acaba de reiterarlo el Presidente del Partido Socialista Gonzalo Martner, la responsabilidad exclusiva y directa del golpe militar de 1973 es de quienes lo propiciaron violentamente desde antes que Allende asumiera la presidencia: la derecha chilena y el intervencionismo norteamericano.
El Presidente Allende buscó con denuedo evitar el enfrentamiento y el golpe y se aprestaba a anunciar, el día de su muerte, la convocatoria a un plebiscito democrático para resolver sobre los destinos del país y evitar el derramamiento de sangre.
Se trata de dos planos diversos que deben distinguirse, salvo que se quiera embrollar la conciencia colectiva. Uno es el plano de las responsabilidades políticas de cada uno, otro el del respeto a los derechos humanos fundamentales. En el gobierno de Allende, éstos nunca fueron violados. Esa es la realidad indesmentible.
El aprecio por la actitud asumida por el General Cheyre no debe significar concesiones benevolentes ni penosas expresiones de edulcorada comprensión avaladas por la asunción de culpas que no existen.
No nos dejemos confundir. Efectivamente, todos cometimos errores políticos. Pero los horrores los cometió a plena conciencia la dictadura de Pinochet.
(*) Jorge Arrate fue Presidente del Partido Socialista y actualmente es Presidente del Directorio de la Corporación Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS).
1 comentario
Gustavo -
Un saludo.