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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


LOTA SOBRE LA TIERRA

<hr><h2><u>LOTA SOBRE LA TIERRA</h2></u>

(Un poema de fin de año)



Por Aristóteles España

Enero de 2005

Así se titula el último libro del poeta Reinaldo Lacámara, (Santiago, 1956) publicado por Ediciones Del Gallo. Se trata de un poema homenaje a los mineros de Lota, que fueron capaces de crear una cultura propia en medio de condiciones de trabajo deplorables e indignas. Este pueblo que hoy se recuerda como un espacio de esperanza y de luchas por la dignificación del trabajo, cuna de grandes movimientos sociales, permanece olvidado por cronistas y escritores chilenos. Sin embargo, es posible, verlo en páginas y revistas europeas como símbolo de la cultura del esfuerzo tan propia de los países subdesarrollados.

Reinaldo Lacámara, investiga en terreno, sueña en medio de las calles de ese campamento, comparte con los viejos mineros, trazando rutas invisibles a las cuales sólo llegan los verdaderos poetas.

José Santos González Vera, Nicomedes Guzmán, el mismo Pablo de Rocka, Francisco Coloane, y otros escritores trabajaron con la realidad, en el barro que emana de sus fauces, aunque ésta les escamoteara la vida y salieran sangrando de narices de los grandes episodios de la vida nacional. Las aventuras secretas de los conventillos, de las plazas de provincia, de pueblos olvidados, cobran vida cuando un autor se compromete con su historia y con sus sueños, ya sean éstos de futuro, o de hecatombes.

Dice el poeta: “El carbón vino del fondo de la tierra / fue una corriente insostenible / más tarde, quedó hecha estría geológica / se hizo vena del planeta”.

En este libro, en el fondo húmedo de sus versos, repletos de sal y sonidos de locomotoras, de paredes de agua, de sudor, de olvido, el escritor logra atrapar el tiempo, como en “Sewell” de Baltazar Castro; “Subterra”, de Baldomero Lillo; “Chuquicamata, imágenes en poesía”, de Héctor Lagos. Detener para la eternidad los instantes de esplendor de los mundos olvidados, ajenos al progreso y al conocimiento, donde sólo importó la explotación del hombre por el hombre para enriquecer a compañías extranjeras que finalmente terminaron por alejarse para siempre de estos lugares inhóspitos para su sed de riqueza.

Personajes como Luis Cunahuel, Pedro Ñeuquil, Juan Lámpara, cobran vida en medio de los rieles, de los piques, del cielo de Lota, de las noches llenas gases tóxicos, de las manos llenas de fuego y sangre.

El poeta se compromete con los mineros olvidados, con sus recuerdos, con un mundo que ya no existe pero que fue parte de los mejor de nuestras tradiciones culturales e históricas. Este largo poema épico quedará en la historia de nuestra poesía como un aporte al rescate de las luchas del mundo de los oprimidos en un tiempo como el actual donde los vates están ensimismados con la palabra pero no con la emoción.

Reinaldo Lacámara
fue parte del grupo fundador del Colectivo de Escritores Jóvenes de Chile en 1982. Autor de “Huellas urbanas” (1989); “Pasajes de otro año” (1997); Su poesía está editada en cassette y discos compactos bajo de el título de “Un giro, todo un mundo” (1992). En la actualidad integra el directorio y el comité ejecutivo de la Fundación Delia Del Carril, y es director de Arte de la Casa Michoacán de Los Guindos, en Santiago.

En la década del 70 estudió Ingeniería Electrónica en la Universidad Católica de Valparaíso.

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