MORIR EN PRIMAVERA
MORIR EN PRIMAVERA
Por Aristóteles España
Con prólogo de Nelson Caucoto, el abogado chileno de DDHH, acaba de aparecer en Santiago el libro Morir en primavera de Rolando Méndez Brieres (Autoedición, 2005). Este texto, inscrito en el Género Testimonio, da cuenta de su detención en los primeros días de la dictadura militar chilena en 1973 y las vivencias en el regimiento Tacna, Estadio Chile (bautizado recientemente con el nombre del cantante y director de teatro Víctor Jara), Estadio Nacional, Penitenciaría de Santiago.
Además, relata el bombardeo al Palacio de La Moneda y el pánico que se apoderó en su país ante el despliegue de aviones de combate, tanques, miles de soldados que ingresaban a las poblaciones en busca de guerrilleros, armas, elementos de destrucción masiva, inexistentes.
Libros de esta naturaleza destruyen las versiones oficiales entregadas por los Altos Mandos de las FFAA, y por ex Ministros del General Pinochet, que niegan la existencia de torturas y que los detenidos desaparecidos murieron luchando contra el ejército.
El aporte central de esta obra -dice Caucoto- es unir memoria con poesía, otorgándole a las narraciones un valor mayor que engrandece el contenido histórico de un episodio vivencial, marcado a fuego en la existencia de nuestro país.
El mundo interior de este texto es aterrador. Hay sombras de los asesinos, culatazos de los crápulas a la hora del sueño, el insulto, la tortura con los ojos vendados y el olor intestino de la muerte que rodea a los campos de concentración. Lamentos bestiales consumiendo la esperanza. El frío nos entumía. Orines y excrementos corrían por medio de la canaleta. El hedor se hacía insoportable, relata el autor en las primeras páginas del cautiverio.
Morir en primavera es la escritura de una pesadilla. Nos parece estar viendo una película sobre la vida en Auschwitz, Dachau, Teblinka, los Gulags soviéticos. Por todas partes ronda el miedo como un murciélago sobre los tejados oscuros de las prisiones.
Jamás podemos volver a aceptar -dice el prologuista- que se deba exterminar o eliminar a quien piensa distinto.
Este libro testimonial contribuye a la historia de Chile y América, como Dawson de Sergio Vuskovic; Isla 10, de Sergio Bitar; Tejas Verdes, de Hernán Valdés; Cerco de Púas, de Aníbal Quijada y otros que pasarán a formar parte de la biblioteca de los Derechos Humanos, que propuso el Informe sobre la Prisión Política y Tortura presida por Monseñor Sergio Valech y entregado a Chile y al mundo en diciembre del año pasado.
Recuperar la memoria histórica es la labor más digna y grande de Morir en Primavera. Para que las nuevas generaciones puedan mirar el pasado desde distintos ámbitos, disciplinas y puedan comprender el valor de la vida en momentos aciagos, donde la convivencia era compleja. Para no repetir errores y mirar el futuro con altura y humildad. Después de leer esta obra queda claro al lector que no se puede olvidar. No se debe olvidar.
Rolando Méndez Brieres nació en Angol en 1943, a orillas de la cordillera de Nahuelbuta. Estudió Derecho y Geografía en la Universidad de Chile En 1973 era abogado de la Dirección de Educación Pública del Ministerio de Educación. Fue jugador profesional de fútbol en las divisiones inferiores de la Universidad de Chile. Actualmente ejerce su profesión en forma privada.
Con prólogo de Nelson Caucoto, el abogado chileno de DDHH, acaba de aparecer en Santiago el libro Morir en primavera de Rolando Méndez Brieres (Autoedición, 2005). Este texto, inscrito en el Género Testimonio, da cuenta de su detención en los primeros días de la dictadura militar chilena en 1973 y las vivencias en el regimiento Tacna, Estadio Chile (bautizado recientemente con el nombre del cantante y director de teatro Víctor Jara), Estadio Nacional, Penitenciaría de Santiago.
Además, relata el bombardeo al Palacio de La Moneda y el pánico que se apoderó en su país ante el despliegue de aviones de combate, tanques, miles de soldados que ingresaban a las poblaciones en busca de guerrilleros, armas, elementos de destrucción masiva, inexistentes.
Libros de esta naturaleza destruyen las versiones oficiales entregadas por los Altos Mandos de las FFAA, y por ex Ministros del General Pinochet, que niegan la existencia de torturas y que los detenidos desaparecidos murieron luchando contra el ejército.
El aporte central de esta obra -dice Caucoto- es unir memoria con poesía, otorgándole a las narraciones un valor mayor que engrandece el contenido histórico de un episodio vivencial, marcado a fuego en la existencia de nuestro país.
El mundo interior de este texto es aterrador. Hay sombras de los asesinos, culatazos de los crápulas a la hora del sueño, el insulto, la tortura con los ojos vendados y el olor intestino de la muerte que rodea a los campos de concentración. Lamentos bestiales consumiendo la esperanza. El frío nos entumía. Orines y excrementos corrían por medio de la canaleta. El hedor se hacía insoportable, relata el autor en las primeras páginas del cautiverio.
Morir en primavera es la escritura de una pesadilla. Nos parece estar viendo una película sobre la vida en Auschwitz, Dachau, Teblinka, los Gulags soviéticos. Por todas partes ronda el miedo como un murciélago sobre los tejados oscuros de las prisiones.
Jamás podemos volver a aceptar -dice el prologuista- que se deba exterminar o eliminar a quien piensa distinto.
Este libro testimonial contribuye a la historia de Chile y América, como Dawson de Sergio Vuskovic; Isla 10, de Sergio Bitar; Tejas Verdes, de Hernán Valdés; Cerco de Púas, de Aníbal Quijada y otros que pasarán a formar parte de la biblioteca de los Derechos Humanos, que propuso el Informe sobre la Prisión Política y Tortura presida por Monseñor Sergio Valech y entregado a Chile y al mundo en diciembre del año pasado.
Recuperar la memoria histórica es la labor más digna y grande de Morir en Primavera. Para que las nuevas generaciones puedan mirar el pasado desde distintos ámbitos, disciplinas y puedan comprender el valor de la vida en momentos aciagos, donde la convivencia era compleja. Para no repetir errores y mirar el futuro con altura y humildad. Después de leer esta obra queda claro al lector que no se puede olvidar. No se debe olvidar.
Rolando Méndez Brieres nació en Angol en 1943, a orillas de la cordillera de Nahuelbuta. Estudió Derecho y Geografía en la Universidad de Chile En 1973 era abogado de la Dirección de Educación Pública del Ministerio de Educación. Fue jugador profesional de fútbol en las divisiones inferiores de la Universidad de Chile. Actualmente ejerce su profesión en forma privada.
24 comentarios
rodrigo andrade -
maría eliana ricke gebauer -
julio alegría -
julio alegría -
cuídate saludos y abrazos
julio alegría -
comisión valech.bien como relatas lo que sufrimos.sabes que Reyes murió hace poco. saludos que estés bien cuidate
PAULA FERNANDEZ GALIO -
tiernamente y te miro a tus ojos con cariño ojala te acuerdes de mí con mucho amor
carlos contreras -
CARLA ESCUDERO -
ANDRES GAJARDO -
Carol Cisternas -
Ojala publique mas libros, es un orgullo para mi tenerlo como compañero de trabajo...
Ojala se acuerde de mi como yo
con mucho cariño...
IVAN RECABARREN -
sinceramente te felicito
antonio quezada medina -
juntos, estaría muy triste por la situación actual donde hay muchos cabrones lo felicito.
antonio quezada medina -
leerlo claro que estaría muy triste por como estan las cosas en la actualidad.
carolita acevedo -
CARLOS QUEVEDO MORALES -
natacha gutierrez villegas -
nohaberestado juntossostenién
donos me llegó al alma tanto sufrimiento te recuerdo con mucho cariño
natacha gutierrez -
nohaberestado juntossostenién
donos me llegó al alma tanto sufrimiento te recuerdo con mucho cariño
tania esquivel -
tanto dolor ojalá tu hijo se acuerde de tus recuerdos y de tus padecimientos te recuerdo
siempre menos mal que vives
corina posada -
con tanto amor por los suyos
ramónfuenzalida -
creí que hubiese pasado por esto escribe muy bien hay poesía y nostalgias
caruso cristofori -
tantabrutalidadperocomo que su
hijolo hizo aguantar tanto dolor creíble me lo imagino en este trance
silvia castillo -
valeroso,creo que fuí su amiga
estuvimos en el tacna
marco parra garrido -
boris fuentes ocampo -