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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


"MES DE LA PATRIA"

<h2><hr><U>&quot;MES DE LA PATRIA&quot;</h2></u>

PATRIOTISMO MILITARIZADO VERSUS PATRIOTISMO REPUBLICANO



por Andrés Monares(*)

Elmostrador.cl - Septiembre de 2004

Septiembre, “Mes de la Patria” fue también nombrado el “Mes del Ejército”. No es casual esa conjunción realizada en dictadura. Se puede decir que dentro del mito nacionalista que cada país elabora de sí mismo, el nuestro dio lugar central a las Fuerzas Armadas y al militarismo, identificado principalmente en el Ejército. Quizás por haber nacido de una guerra de independencia el mensaje haya querido ser que somos libres a la fuerza y por nuestro esfuerzo (San Martín es una nebulosa ante el resplandor enceguecedor de O’Higgins). Esa “Patria” que se nos muestra desde pequeños se hizo por la razón o la fuerza. Y se ha preferido realzar lo bien que lo hacemos con la fuerza cuando además, según nosotros, tenemos la razón.

Luego, la dictadura terminó de conformar el mito de los “guerreros” al autoafirmarse las Fuerzas Armadas como una institución “permanente” de la “Patria”. Por sus virtudes ahora patriótico-institucionales, apoyadas siempre en sus armas, se transformaron en “garantes de la institucionalidad”. No bastaba ser los protagonistas de la historia, algo tal vez demasiado metafísico. Era necesario a su vez actualizar esa beligerancia políticamente, mantenerla en el tiempo y, claro está, ejercerla. El Ejército vencedor jamás vencido y su poder quedaban cristalizados para la eternidad.

Pero, nos parece que en este mito patriótico chileno falta algo imprescindible: la ciudadanía. Es decir, dentro del nacionalismo que todo país desarrolla y requiere, esa idea de “Patria” debe tener algún contenido, debe significar algo. Encarnar, en el más pleno sentido del término, a alguien. De no ser así, se lo termina identificando con meros símbolos. Necesarios sin duda, aunque insuficientes y hasta peligrosos en ciertos contextos con tintes fascistas.

Bien lo sabemos en Chile donde los crímenes perpetrados durante la dictadura muestran el riesgo de un nacionalismo simbólico marcadamente militarizado-no republicano. “Juro por Dios y por nuestra bandera servir siempre y fielmente a mi Patria”... Si hasta el día de hoy juran a la bandera, símbolo del patriotismo militarizado, y no a la República o a la Constitución (que ojalá sea algún día democrática), ¿podíamos esperar otra cosa?

Después del Golpe los militares se definieron como salvadores de la “Patria” y salvadores a lo militar: profesionales de la guerra. Su “Patria” es abstracta, eterna, fuera de toda contingencia temporal y social. Se diría que tiene glorificadores y no habitantes; como el Dios cristiano está fuera del mundo por lo que hay que alabarla buscando específicos atributos visibles en el mundo: la bandera, el ejército, el territorio. Esa “Patria” está por sobre los ciudadanos. Estos, por tanto, son parte del paisaje o un medio y no un fin. El fin último es esa “Patria”. Así, los crímenes se definieron como necesidad y los criminales como soldados patriotas. Tanto odio desatado, tanta maldad no fue pura pasión. Fue una misión.

Hechos tan terribles nos deberían hacer preguntarnos si a la fecha ha cambiado esa ideología patriótica en los uniformados. ¿Sabe Ud. qué contenidos se les enseña a los militares, qué ideología se les inculca? En ese plano, sus prerrogativas y autonomía legalmente estatuida pasa a ser si no un peligro, al menos una variable preocupante (¡si por el 10% de las ganancias del cobre que tienen asegurados ya ni siquiera podemos decir que nuestros impuestos pagan sus sueldos!). Dado en lo que se vieron implicados por acción u omisión y aún siguen legitimando por acción u omisión, ¿no son esos urgentes problemas de una democracia? El hecho mismo que sea “tutelada”, como expone Felipe Portales, ¿no es una consecuencia de su concepción patriótica?

Todo nacionalismo puede llegar a desarrollar un cierto tufillo fascista. Lo que no implica necesariamente que siempre la autoafirmación de un país deba pasar por la denigración o por la demonización de algún otro. Y ese tufillo tampoco tiene que desembocar irremediablemente en dictaduras. ¿Alguien se imagina al ejército holandés o sueco tomándose el poder? Es más, el ejército de los Estados Unidos, tal vez el ejemplo arquetípico de una actitud democrático-fascista (disculpen el término, pero lo creo adecuado), ¿daría un golpe de estado? Ha realizado y realiza crímenes en el exterior, mas siempre en nombre de su república, la democracia y la libertad... y con la aprobación de la mayoría de sus ciudadanos.

Se reconoce que el patriotismo republicano, también puede ser otro mito más. Sin embargo, su punto a favor es que tiene bases empíricas: los ciudadanos. No es una construcción mitológica absolutamente emocional e ideal, que por su naturaleza debe representarse en una historia (falsa o no), una bandera, un territorio y en una institución “permanente” de la “Patria”. Lo único permanente de una República, y de hecho lo que hace a una República, son sus ciudadanos. Lo cual tiene por resultado un nacionalismo encarnado, un patriotismo “empírico”. Un sentimiento de un “nosotros” que en verdad representa a un “nosotros”: los ciudadanos que fuimos en el pasado, los que somos ahora y los que seremos a futuro. Los que ciertamente vivimos en un territorio y tenemos una bandera, pero que en primer lugar y por esencia conformamos un Estado dada nuestra ciudadanía.

A muchos de los que vivieron la dictadura en el lado de los “antipatriotas” (malvados antípodas de esos otros “chilenos con el corazón bien puesto”), el patriotismo les huele mal. Me parece que eso es otra de las cargas dejadas por la dictadura. Patriotismo y nacionalismo no son sinónimo irremediable de fascismo, de expansionismo, de militarismo, de xenofobia. No tiene porqué ser negativo, ni patrimonio exclusivo de los uniformados. Es parte de la vida republicana. Justamente, la idea es fomentar el patriotismo republicano, ese que nos identifica como ciudadanos de una democracia y de donde se deriva el ejercicio de la ciudadanía que haría de Chile algo más que una especie de hotel donde simplemente vivimos.

Dentro de una institucionalidad republicana y del tipo de patriotismo que se debería fomentar en ella, las Fuerzas Armadas tendrían que tener un rol constitucionalmente acotado por el republicanismo y acorde a él. Tendrían el alto honor de que el soberano, el pueblo, les conceda el monopolio de la fuerza para proteger a la República y a sus compatriotas. De lo cual se deriva que su honor y republicanismo es tal, que aceptan la subordinación aún teniendo el poder que tienen.
De esa forma, creemos que consolidaríamos unas Fuerzas Armadas republicanas, que nunca más se transformarían por acción u omisión en partido político o montonera de un dictador. Esas Fuerzas Armadas de verdad serían de todos los chilenos, porque como cualquier otro ciudadano serían parte de la República y no un compartimento estanco ni una amenaza. Y al ser parte de la República serían garantes de la institucionalidad al igual que los otros ciudadanos.

(*) Antropólogo, profesor en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

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