SABINA ORAL
Ciento volando de catorce
Joaquín Sabina - Poemas
VI - Doble o nada
Doble o nada a la carta más urgente
sin código, ni tribu, ni proyecto,
mi futuro es pretérito imperfecto,
mi pasado nostalgia del presente.
No tengo más verdad que la que arrasa
corrigiendo las lindes de mis venas.
Por diseñar castillos sin almenas
perdí, otra vez, las llaves de mi casa.
Veranos de buen vino y mala sombra,
de confundir enanos con molinos,
de viajar al abismo con alfombra.
Es hora de volver a la autopista
por donde van, burlando sus destinos,
el zángano, el adúltero, el ciclista.
X - El gran hermano
¿A quién embaucará tu gorgorito
y esa pos de gallito de taberna?
¿La voz? si no te queda ni un hilito,
y no me hagas hablar de la entrepierna.
Hazte un favor, dime que estás herniado
de parodiar parodias de ti mismo,
que un pendejo te quita lo bailado,
que el espejo, en lugar de un espejismo,
te devuelve una tos, un higo chumbo,
un muñón con goteras en la olla,
un veterano narizón sin rumbo,
un sans culotte con joyas, un gusano,
uno más de los tontos de la polla
que no follan por ver El gran hermano.
XXXV - Cuando tengas frío
Usa mi llave cuando tengas frío,
cuando te deje el cierzo en la estacada,
hazle un corte de mangas al hastío,
ven a verme si estás desencontrada.
No tengo para darte más que huesos
por un tubo y un salmo estilo Apeles
y páginas anémicas de besos
y un cubo de basura con papeles.
Ni me siento culpable de tu lejos,
ni dejo de fruncir los entrecejos
que usurpan de tus ojos la alegría,
si quieres enemigos ya los tienes,
pero si socios buscas ¿cuándo vienes
a repartir conmigo la poesía?
XLII - Ay, Rocío
Rocío de mi barba cenicinienta,
dulcinea del oso y el madroño,
corchea que me canta las cuarenta,
sultana de maguey, jersey de otoño.
Abono de las plantas de mis labios,
lámpara milagrosa de Aladino,
bella durmiente que desgrava agravios,
detergente que lava mi destino.
No vuelvas a rodar por la escalera,
cuando no haya un portero, a ras del suelo,
que medie entre tu alma y los chichones.
Convídame a fundar la primavera,
no me cierres las puertas de tu cielo
lleno de caramelos y bombones.
LXIV - Benditos malditos I
Benditas sean las bajas pasiones
que no se rajan cuando pintan sables,
los labios que aprovechan los rincones
más olvidados, más inolvidables.
Bendito sea el libro de la calle,
los viejecitos verdes con petaca,
las medias con costura, qué detalle,
los quitapenas que dejan resaca,
las marujitas que pierden al bingo,
los descendientes de los animales,
los miércoles con ropa de domingo,
los adustos, los dandys insolventes,
los justos que parecen subnormales,
los iguales a mí, los diferentes.
LXVI - Benditos malditos II
Benditos sean los ceros a la izquierda,
los vuelos regular tirando a mal,
los de viva el Atleti manque pierda,
los que esperan que amaine el temporal,
los quistes de los bronquios del minero,
los tristes que se ríen de la tristeza,
los calvos que se quitan el sombrero
ante la dignidad y la belleza,
los donjuanes sin tierra ni partido,
los castos casanovas descastados,
los que pudieron ver y no han querido,
los benditos malditos desarmados,
los parados sin paro ni despidos,
los don nadie, los santos humillados.
LXVII - Malditos benditos II
Maldita sea la voz de la experiencia
que nunca se equivoca a media suma,
los que afirman la paz con su conciencia,
los oiga, que en mi taxi no se fuma,
los energúmenos que se encabritan,
los másteres de Yale y Rocambole,
los minerales que no se marchitan,
los que adornan las notas de su prole,
los que se casan por comer perdices,
los cretinos que saben lo que dices,
los celestinos de la gota fría,
los que se pasan nunca de la raya,
los que exhiben el móvil en la playa,
los que hacen trato con la policía.
LXXVIII - Benditos malditos VIII
Benditas sean las rubias calentonas
que se bajan las bragas con cualquiera,
las niñeras que salen respondonas
y arrinconan al niño en la escalera,
las enfermeras que suben la fiebre,
las tetas de pezón hospitalario,
los gatos que no dan gato por liebre,
los misterios gozosos del rosario,
los frívolos culitos cariñosos
que perdonan los polvos atrasados
y no juegan a ricos y famosos,
los húmedos chochitos de las putas
que consuelan a más desconsolados
que las madres teresas de calcutas.
LXXX - Benditos malditos IX
Benditos sean los glóbulos rojos,
la epidural, el calcio, la insulina,
el zotal que extermina los piojos,
el ginseng, los condones, la morfina,
los cristales de arena de las playas,
los árboles frutales, la aceituna,
las fiambreras, el termo, las toallas,
las gafas, las bombillas, la vacuna,
el jabugo, el café, la manzanilla,
las migas, el arroz, la ensaladilla,
el jabón, las tiritas, la escayola,
el botijo, el porrón, la damajuana,
el mate, el J.B., la marihuana,
el cubata de ron sin coca-cola.
LXXXI - Malditos benditos IX
Maldita sea la mantis religiosa,
el granizo, el pulgón, la filoxera,
el párkinson, la seta venenosa,
la raposa, el bromuro, la dentera.
Malditos sean los fachas reciclados,
el cólera, la nitroglicerina,
el márketing de los recién casados,
el alzhéimer, la hiel, la tosferina.
Maldito sea el sarro de las hienas,
los mapas, las cruzadas, los misiles,
los papas de las nuevas religiones,
la leche sin café ni magdalenas,
la ortiga, la cucaña, los reptiles,
las legañas de las desilusiones.
LXXXV - Alrededor no hay nada
El moño, las pestañas, las pupilas,
el peroné, la tibia, las narices,
la frente, los tobillos, las axilas,
el menisco, la aorta, las varices.
La garganta, los párpados, las cejas,
las plantas de los pies, la comisura,
los cabellos, el coxis, las orejas,
los nervios, la matriz, la dentadura.
Las encías, las nalgas, los tendones,
la rabadilla, el vientre, las costillas,
los húmeros, el pubis, los talones.
La clavícula, el cráneo, la papada,
el clítoris, el alma, las cosquillas,
esa es mi patria, alrededor no hay nada.
CI - Juégate la vida
Ultramarino amor, bruja granita,
recién conversa al puente de Triana,
purasangre, tirana, gabachita,
pies dorados con pe de peruana.
Lo peor de lo malo de lo horrible
es la guerra incivil de nuestro ombligo,
lo que no puede ser es imposible,
atrévete a ser tú, ti, te, sinmigo.
Qué chanchullo el encono que no arde,
si quieres olvidarme lo comprendo,
yo también huyo en trenes a medida.
Tierra por medio pon, mañana es tarde
y brinda al sol que tienes aplaudiendo,
pero, si vienes, juégate la vida.
XCII - El primero de enero
El primero de enero, tararí,
será tan gris como un jueves cualquiera,
sin Drácula escalando el Pirulí,
ni marcianos cruzando la frontera.
Más de lo mismo bajo el cielo añil,
Cronos en su fugaz trono vacío,
la anoréxica luna giligil
no exportará vacunas contra el frío.
Llenaré otro galpón municipal
y esperaré el diluvio universal
viendo crecer el bosque por la acera.
El primero de enero (del dos mil),
aunque siga muriéndome por tí,
me iré con la primera que me quiera.
XCIII - Puntos suspensivos
Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.
Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos.
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