LA PLUMA DE UN MAESTRO
Por Jorge Abelardo Ramos
“Advertencia” para una nueva edición de su libro “Las masas y las lanzas”, Buenos Aires, Octubre de 1981.
He pensado y escrito este libro muchas veces. Cada vez imaginaba que sería leído ávidamente por algún argentino muy joven, atraído hacia la búsqueda de la historia patria por la marea y contra marea del turbio presente. Siempre ocurre así: es el presente, con su borroso perfil, su confusión, propia de lo inacabado y de lo que está naciendo, el mayor impulso que recibe la generación nueva para indagar el pasado y explicar su propio destino en el mundo que descubre ante sus ojos.
Perseguido por esa obsesión me propuse exhibir ante ese supuesto lector, mi contemporáneo, en orden coherente, la multitud de hechos no escritos o maliciosamente interpretados por la historia oficial, aquella tediosa historia que se reza en escuelas y universidades. Aunque extraje los hechos de los papeles y libros antaño publicados, el olvido de las generaciones y la censura oligárquica habían filtrado sutilmente tales documentos hasta volverlos poco menos que inéditos.
Explico en este volumen el significado del gran conflicto entre el Puerto y las Provincias que se extiende por décadas, así como la patraña del dilema entre “Civilización” y “Barbarie” que aún hoy justifica el desdén de Buenos Aires por los criollos de las patrias de provincia. Juan Manuel de Rosas, el dictador de Buenos Aires, es descripto en su complejidad de estanciero y político y, aunque jamás soltó la Aduana nacional de su mano, no se olvida que enfrentó a franceses e ingleses en el Paraná.
En las últimas páginas asoma su barba bíblica el soldado federal José Hernández. El genio poético del autor del Martín Fierro anonadó a los cultos doctores de la época y sus labios infundieron inmortalidad al desconocido hijo de la pampa. El volumen se cierra con la figura venerable del Chacho Peñaloza. Caudillo de los Llanos riojanos, fue degollado por orden del pedagogo Sarmiento, su cabeza clavada en una pica y expuesta al horror público en una plaza de Olta. Pero ni el Chacho moriría del todo, ni Sarmiento era solamente un degollador. El autor se propuso entrelazar la historia personal de héroes y villanos y recortar sus figuras sobre la trama estructural de los intereses económicos y regionales de las clases sociales y poderes mundiales de la época. Para nacer, las Provincias Unidas del Río de la Plata tuvieron que deshacerse del viejo imperio español, sólo para encontrarse con los Imperios anglosajones en la boca del gran río, con sus dientes filosos, su diplomacia y hasta su literatura. Aquí se cuenta lo que ocurrió.
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