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MIRANDO AL SUR - augusto alvarado


BOLIVIA

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EVO MORALES Y LOS CICLOS DE LA HISTORIA SURAMERICANA


Por Enrique Lacolla
Publicado en "La Voz del Interior" - Córdoba - 27/12/2005
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América latina está ingresando a una nueva etapa histórica. Las dificultades que promete son grandes, pero la recompensa es inmensa.

La historia tiene patrones cíclicos, movimientos que expresan constantes en el seno de una sociedad. El universo latinoamericano no es una excepción a esto y asiste hoy al desenvolvimiento de uno de esos momentos, impregnado en esta ocasión, por suerte, de un espíritu que retoma las oleadas de afirmación popular que se abrieron paso en el continente durante los años ‘40 y ‘70 del pasado siglo.

Por supuesto que esta reconexión con el pasado se carga no sólo con los elementos que provienen de él, sino también con el caudal de experiencia de lo vivido y con los rasgos que son intrínsecos a este tiempo.

Conviene, por lo tanto, olvidarse de las expectativas apocalípticas que fogonearon algunos de los anteriores intentos de afirmación social y nacional. En parte porque el pasado no se repite, en parte porque algunos de ellos tuvieron demasiados errores y en parte también porque tales presunciones no responderían a los datos del presente. No hay, en la actualidad, elementos que consientan ese tipo de ilusiones. El presente se insinúa positivo, pero difícil, y la peor manera de evaluarlo y de coordinar las líneas de acción que conduzcan a su modificación progresiva sería la de imaginar unos "mañanas que cantan" y una revolución a la vuelta de la esquina.

Pero que las cosas se mueven y que lo hacen en un sentido que tiende a revertir las coordenadas de la experiencia neoliberal que devastó al subcontinente en las tres últimas décadas, parece indudable. Así como también se hace evidente que por primera vez comienza a tomar cuerpo la vieja aspiración de recomponer la unidad iberoamericana, articulada a la sombra del imperio español, soñada por los Libertadores y frustrada por el peso de unas realidades objetivas que se derivaban de la debilidad de esas sociedades y de la presencia de unas tendencias centrífugas imantadas por la influencia británica.

Suma

Los datos que informan la inflexión positiva a la que nos referimos pueden contabilizarse en una serie de episodios que arrancan de tiempo atrás –entre nosotros de la explosión popular que en diciembre del 2001 expulsó del gobierno a Fernando de la Rúa–, y que en este momento se manifiesta en una variedad de hechos que denotan un cambio respecto de la actitud de subordinación a Estados Unidos de los gobiernos sudamericanos, cambio que es fruto, en esencia, de la nueva constelación geopolítica que comenzó a articularse a partir de la creación del Mercosur. Lo cual demuestra, de paso, que las etapas históricas no arrancan de golpe ni se dan con un solo paso.

Sumemos los hechos que consienten una apreciación optimista de la realidad. La conferencia de los presidentes americanos en Mar del Plata que le dio un portazo al Alca; el megagasoducto que unirá a Venezuela con los países del Mercosur; la integración de la "república bolivariana" a esta última organización; el triunfo de Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia; la posible proyección a la primera magistratura de Perú del mayor Ollanta Humala Tasso–un militar de inspiración chavista y expresivo de los "movimientos originarios"–, y la adhesión de Javier Pérez de Cuellar, ex secretario general de la ONU, a su candidatura, adhesión que podría resultar decisiva para su consagración pues le aportaría el respaldo de una parte importante de la clase media de ese país.  

Por último, en el recuento de factores auspiciosos hasta podría contabilizarse al impulso dado por el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, a las conversaciones de paz, gestionadas por Fidel Castro, entre el gobierno de Bogotá y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Uribe ha sido visto habitualmente como un peón de Washington, pero hasta aquí ha resistido con bastante éxito a las presiones de Estados Unidos para enemistarlo con Hugo Chávez, actual bestia negra de la Casa Blanca en América del Sur y sobreviviente a varias conspiraciones en su contra urdidas en el seno de los servicios estadounidenses.

Conexiones 

Son demasiadas cosas juntas como para que no estén indicando una tendencia. Ahora bien, esta tendencia se conecta a las otras dos oleadas de ascenso popular producidas en los tiempos modernos. 

La primera fue la que circuló en los años ‘30 y sobre todo ‘40, cuando en América latina comenzaron a cuestionarse las bases sobre las que descansaba el "nuevo pacto colonial" establecido después de la Independencia. El varguismo en Brasil, el peronismo en la Argentina, el aprismo en Perú, el emenerrismo en Bolivia y el planteo antiimperialista de Lázaro Cárdenas en México, dieron comienzo a una lucha dirigida a recomponer el mapa social de nuestros países según premisas más justas en lo social y más soberanas en lo político y lo económico. Duramente resistida por el sistema de complicidades locales que se nutría de la situación de dependencia, embestida por el imperialismo y denostada con el calificativo de populista, esa tendencia recorrió un gran trozo de camino, osciló entre triunfos y fracasos y fue en general repelida, corrompida o desplazada por la articulación oligárquica del establishment y sus valedores internacionales. 

Volvió a surgir en los ‘60, al influjo de la revolución cubana y de la peregrina teoría del foco que pretendía "hacer de los Andes la Sierra Maestra de América latina", pero que, de hecho, no consiguió conciliar las distintas realidades sociales del abigarrado panorama del subcontinente para reducirlas al denominador común de la revolución castrista; expresión, ella también, de una circunstancia peculiar y de una coyuntura irrepetible.

En la estela de este fracaso se filtró una gigantesca oleada reaccionaria que acabó no sólo con el proyecto insurreccional del Che Guevara y del castrismo, sino también, lo que fue peor, con las resistencias que existían en los remanentes de los movimientos nacional populares de las décadas pasadas. 

El tsunami neoliberal que durante tres décadas inundó al continente a partir de entonces, ha refluído ahora. Al menos por un tiempo. Dejó tras de sí innumerables destrozos. Los habitantes de esta tierra baldía, sin embargo, no han perdido ni la memoria ni la voluntad de escapar al fracaso personal y social que un sistema extraño a sus necesidades les ha impuesto a lo largo del tiempo y están adquiriendo la convicción de que esa liberación es indisociable de un proyecto común, que esté en capacidad no sólo de imponerse a los tradicionales factores que impusieron el atraso, sino también de sobreponerse a otro maremoto como el que acaba, en apariencia, de remitir.

Encrucijada 

La victoria del caudillo indígena Evo Morales en Bolivia puede ser un punto referencial de la compleja articulación en que habrán de desenvolverse los movimientos nacionales en esta encrucijada. Aquí es útil tener en cuenta las lecciones del pasado y recordar que todas las veces que el bando nacional-popular llegó al gobierno en nuestras sociedades, hubo de afrontar tres obstáculos: los que provienen del poder enquistado en las corporaciones oligárquicas; los que surgen del espectro ultraizquierdista que corre al nuevo líder "por el lado que dispara" y que son en extremo peligrosos en la medida que lo distraen de su objetivo, lo provocan y lo descolocan frente a sus enemigos; y los provenientes de su propio movimiento, que con frecuencia exterioriza la inmadurez que es propia de las fuerzas sociales que recién se asoman a la política y que carecen de cuadros instruidos y bien preparados, lo cual asimismo puede abrir el espacio para la irrupción individuos provenientes de los peores escalones de la política práctica del pasado. 

De las tres oposiciones la más fuerte es la primera, la más molesta y quizá más riesgosa es la segunda, y la más limitante es la tercera. 

Sin embargo, hay un factor a tener en cuenta como elemento moderador de este tercer elemento, en el caso boliviano: el sorprendente margen que el electorado proporcionó a la victoria de Morales y que está indicando la presencia de sectores nada desdeñables de la clase media en el apoyo conferido al MAS. A ello hay que sumar el hecho de que Morales se alzó con el triunfo incluso en el secesionista Oriente. Todo esto indica un profundo cambio de conciencia, que afecta en buena medida a los sectores medios. Esto implicará con toda posibilidad un golpe mortal al Estado neocolonial y racista que se enseñoreara del país, con breves intervalos, desde el siglo 19 para acá.
En cuanto al voto cruzado que ha consagrado a candidatos opuestos a Morales en varias de las más importantes "prefecturas" –alcaidías, municipalidades–, ello no tiene por qué ser, necesariamente, un síntoma negativo: puede estar reflejando un grado de madurez en el electorado que lo hace evaluar a los candidatos no por la pertenencia a una determinada fuerza, sino por sus aptitudes personales y por la confianza que son capaces de inspirar.

Se tiene la sensación de que en América latina se está caminando por una ruta vieja y nueva a la vez. Harán falta memoria, tino y empeño para avanzar por ella. Memoria para recordar las lecciones del pasado, tino para saber evaluar las dificultades del camino, soslayándolas cuando no se las puede enfrentar directamente, y empeño para persistir en un esfuerzo que seguramente será largo y difícil.

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