EVO: ¿AYMARA O BOLIVIANO?
Centro de Estudios Chilenos CEDECH
La prensa oligárquica insistió en la condición indígena de Evo. Apuntaban a -de modo solapado- a degradar al entonces candidato y hoy Presidente Electo. Toda la carga estigmatizante que conlleva pertenecer a las etnias primitivas se volcaba en esa reiterada afirmación. Lo curioso es, desde otro ángulo, la ultraizquierda y los "progres" se unían al coro autogratificándose que ¡al fin se podría contar con un indio a la jefatura del Estado en Bolivia! Nos permitimos discrepar de ambos enfoques.
El primero oculta el ánimo de depreciar a Bolivia, su pueblo y su nuevo mandatario. No porque lo nativísimo sea un lastre, sino porque así lo han presentado centenariamente. El otro prisma, congruente con la difamación oligárquica, es apuntar a presentar a Bolivia como una sociedad fragmentada no sólo por enfrentamientos entre regiones, sino además por conflictos entre razas y más que eso entre nacionalidades. Usan incluso el erróneo gentilicio "indios".
Desde una concepción bolivarista y sanmartiniana hemos insistido en que Evo es un iberoamericano y como tal mestizo. En esa condición etnocultural asume la bolivianidad en bloque como legado y tarea. Eso es lo que beneficia a Nuestramérica. Denigrar o idolatrar lo indígena son posturas disolventes que terminan en la balcanización. Por eso si José Carlos Mariátegui emite la consigna "¡Peruanicemos al Perú!" Evo -a diferencia de Felipe Quispe- apunta a bolivianizar Bolivia.
Eso de "respeto a la diversidad", de "interculturalidad" o "plurilingüismo" -para citar apenas tres lugares comunes en apariencia antropológicos- apuntan a legitimar la atomización y no sólo de Bolivia. Se trata de brulotes exóticos que ensamblan con el racismo blanquista de nuestras elites por lo "indio". Los discípulos de Bolívar y San Martín escogemos el tercer camino: el de la mestizofilia. Con ello rescatamos la identidad de 400 millones que, igual que Evo, somos "hijos de la mezcla".