MARTÍN FIERRO
Por Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos
133 años y tan lozano como cuando se publicara. Sus versos épicos adquieren la estatura del Poema del Cid y Canto General y, como puente entre uno y otro, La Araucana. En 1872 se publica este cantar de gesta pampero, rioplatense, suramericano y universal. No se equivoca Martí al manifestar: Se rompen la cabeza nuestros paisanos con La Odisea. No es necesario buscar a Ulises en la Grecia de los arcontes. Está allí, palpitante, en esas estrofas de José Hernández. Hoy, el más ilustrado y el más neófito, se estremecen con sólo leer sus versos iniciales.
Narra Hernández la rebelión del gauchaje contra la alambrada y el latifundio. Se trata de literatura militante. Su autor es hombre de tribuna y barricada, de pluma y sable, de pensamiento y acción. Fierro gaucho manso y después gaucho matrero- es el Quijote de los campesinos desvalidos. Jinete en veloz pingo vive su ventura, aventura y desventura en el escenario ilimitado de la pampa. Esa obra constituye un compendio de sabiduría rural, un alegato político y una protesta lírica. Estamos ante una maciza obra de arte que es patrimonio del mundo hispánico.
El autor es periodista y político, prosista y poeta, siempre comprometido con las causas nobles de su medio y su tiempo. Por sobre estos méritos es un nacionalista iberoamericano. Como tal adversario de la Guerra de la Triple Alianza. La denuncia como un fratricidio. Asesora al caudillo Ricardo López Jordán quien, en Entre Ríos, desobedece a Mitre y se niega a marchar sobre la República del Paraguay. Equivalen a aquellos que, en Chile, repudian la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana insurreccionándose contra Diego Portales en la Quillota de 1837.
Al suscribirse el Tratado chilenoargentino de Paz y Amistad sesiona el CEDECH. Con ese acuerdo -logrado a través de la mediación vaticana- se finiquita la querella del Beagle y evitándose un fratricidio de proporciones. El maestro Felipe Herrera interviene y cierra su alocución recitando, con unción patriótica, los versos de Hernández, que constituyen un mandato y una advertencia y que hoy se musitan en homenaje de la alianza del Cono Sur que Perón, en 1953, intenta sellar con los Presidentes Vargas e Ibáñez:
Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera,
tengan unión verdadera,
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.
Centro de Estudios Chilenos
133 años y tan lozano como cuando se publicara. Sus versos épicos adquieren la estatura del Poema del Cid y Canto General y, como puente entre uno y otro, La Araucana. En 1872 se publica este cantar de gesta pampero, rioplatense, suramericano y universal. No se equivoca Martí al manifestar: Se rompen la cabeza nuestros paisanos con La Odisea. No es necesario buscar a Ulises en la Grecia de los arcontes. Está allí, palpitante, en esas estrofas de José Hernández. Hoy, el más ilustrado y el más neófito, se estremecen con sólo leer sus versos iniciales.
Narra Hernández la rebelión del gauchaje contra la alambrada y el latifundio. Se trata de literatura militante. Su autor es hombre de tribuna y barricada, de pluma y sable, de pensamiento y acción. Fierro gaucho manso y después gaucho matrero- es el Quijote de los campesinos desvalidos. Jinete en veloz pingo vive su ventura, aventura y desventura en el escenario ilimitado de la pampa. Esa obra constituye un compendio de sabiduría rural, un alegato político y una protesta lírica. Estamos ante una maciza obra de arte que es patrimonio del mundo hispánico.
El autor es periodista y político, prosista y poeta, siempre comprometido con las causas nobles de su medio y su tiempo. Por sobre estos méritos es un nacionalista iberoamericano. Como tal adversario de la Guerra de la Triple Alianza. La denuncia como un fratricidio. Asesora al caudillo Ricardo López Jordán quien, en Entre Ríos, desobedece a Mitre y se niega a marchar sobre la República del Paraguay. Equivalen a aquellos que, en Chile, repudian la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana insurreccionándose contra Diego Portales en la Quillota de 1837.
Al suscribirse el Tratado chilenoargentino de Paz y Amistad sesiona el CEDECH. Con ese acuerdo -logrado a través de la mediación vaticana- se finiquita la querella del Beagle y evitándose un fratricidio de proporciones. El maestro Felipe Herrera interviene y cierra su alocución recitando, con unción patriótica, los versos de Hernández, que constituyen un mandato y una advertencia y que hoy se musitan en homenaje de la alianza del Cono Sur que Perón, en 1953, intenta sellar con los Presidentes Vargas e Ibáñez:
Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera,
tengan unión verdadera,
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.
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